Fue un “jazán” (cantor litúrgico) legendario. De la potencia de su voz da cuenta, entre otros, el compositor Leo Liov. Dice que cuando Sirota arrancaba con la oración “Atá nigleta” en “Rosh Hashaná”’ todos los presentes se estremecían. Era como si se doblaran bajo el peso de esa voz, de ese volcán que emanaba de su garganta. Y su colega, el “jazán” Iehoshúa Vaiser, recordaba que en esas circunstancias, el rostro de Sirota ardía con un fuego sagrado... Según relata el musicólogo, Dr. Jaim Harris, en cierta oportunidad el famoso tenor Enrico Caruso, le confió a Sirota ante un grupo de admiradores: – “He tenido la suerte de que eligieras ser “jazán” y no cantante de ópera. De otro modo, no sería considerado yo el mejor tenor del mundo. Tú lo serías...” Un cantor precoz. Se hablaba de su voz como de una maravilla de la naturaleza. Había nacido en Heisen, pequeño poblado de Podolia, en 1877. Su padre era cantor de sinagoga. Para las grandes festividades, se trasladaba a Odessa a cumplir con sus tareas, y llevaba consigo a su hijito, que lo acompañaba en el canto. A los 13 años de edad, el joven Guershon ya oficiaba desde el púlpito como jazán hecho y derecho, ayudando así al sustento de la familia. A los 16 años, desarrollo el registro de tenor e inició estudios de canto y de música. Después de su casamiento, pasó a desempeñarse en un templo de Odessa, y de allí a la Gran Sinagoga de Vilna, donde permaneció por espacio de 8 años. Entre la gran masa de fieles que colmaba el lugar, solían aparecer altos dignatarios del gobierno ruso, que venían también ellos a deleitarse con sus interpretaciones. Amigos ilustres. Cuando le correspondió a Sirota servir en la milicia, fue el gran escritor judío Méndele Móijer Sfórim quien lo ayudó a eximirse de esos deberes, gracias a sus conexiones con algunos médicos militares. Sucedió que, en sus tiempos de “jazán” en Odessa, Sirota había accedido a leer en público el Libro de Ester (“Meguilat Ester”) en una celebración de Purim, precisamente a instancias de Méndele. Enseñaba éste en un “jéider” (escuela elemental religiosa) de la ciudad, una institución educativa de corte innovador a cuyo beneficio iban los ingresos de la velada. Y el escritor Méndele no olvidó ese favor de Sirota. Cuando el Dr. Biniamín Zeev Herzl visitó Vilna (1903) Guershon Sirota cantó para él, acompañado por el coro de Leo Liov, el Salmo 21: “Adonái, beozjá ismaj mélej” (“Adonai, en tu fortaleza se regocija el rey”); y el gran líder sionista registró en sus “Memorias” la fuerte impresión que le causó ese canto... El traslado a Varsovia. En 1908 quedó libre el cargo de “jazán” principal en la Gran Sinagoga de la calle Tlomatzke, en Varsovia. Sirota se postuló y fue aceptado. Tenía apenas 30 años a su ingreso en esa afamada sinagoga. Ofició en ella por espacio de 20 años, durante los cuales atrajo infinidad de público enamorado de su voz, tanto del país como del extranjero, incluso no judíos. En sus comienzos de “jazán” principal en la Gran Sinagoga de la calle Tlomatzke, Sirota, fue modificando el repertorio de sus cánticos, basado hasta entonces, principalmente, en las composiciones de Ziltzer y de Levandovsky; e hizo venir de Vilna al director y compositor Leo Liov para que lo secundara en esta tarea. Cada nueva obra que Liov proponía, debía ser aceptada por la Comisión del Templo, por el Rabino y por el científico, Dr. Emanuel Poznansky. Eso no era fácil, pero con el tiempo Sirota se fue afirmando en su posición. Lo ayudó en buena medida el hecho de grabar sus plegarias y editar los discos. Lamentablemente, éstos no transmiten hoy la colosal potencia de su voz, según testimonios de aquellos que lo escucharon personalmente dado que en su momento no existían aún los recursos técnicos requeridos. Fue un precursor en este campo, lo que le valió la crítica de muchos, como el “jazán” Pinjas Minkovsky, o el profesor Jaim Chernovitz ( conocido como “Rav Tzair”). Éste último envió a la Comisión del Templo de Tlomatzke una carta abierta que se publicó en el famoso diario hebreo “Hatzefirá” (“La Aurora”). En ella requería de los “gabaím” (los notables de la sinagoga) que le aumentaran el sueldo a Sirota para que dejara de editar sus discos. A la conquista de América. En el año de 1912, Guershon Sirota visita por primera vez los Estados Unidos, y con su actuación en el famoso “Carnegie Hall” de New York logra conquistar América. Al regreso, sus relaciones con los dirigentes de la Sinagoga de Varsovia empeoran notablemente, ya que ellos se oponían a que su “jazán” actuara en conciertos o en oficios religiosos fuera del Templo de Tlomatzke. Los roces se prolongaron por años. Sirota no quería ni podía renunciar a sus exitosas presentaciones en ciudades y países diversos. Por último, en 1928, los “gabaím” lo relevan de sus funciones. 150 candidatos se presentaron para el cargo vacante, y de ellos se eligió al “jazán” Moshé Kusevitzky. Sirota en Tel Aviv y en el mundo. En el mismo año, 1928, Guershon Sirota visita Éretz Israel y entona sus plegarias en el cine “Eden” de la calle Lílienblum. El conocido periodista Gavriel Tzifroni cuenta en sus “Memorias” que un judío acaudalado compró todas las entradas y las vendió el día del concierto en el mercado negro, en una carpa levantada no lejos de la sala cinematográfica. Así, según él, nació en la calle Lílienblum el mercado negro de cambios, que siguió allí hasta hace pocos años. Sirota inicia una nueva etapa. Recorre el mundo con sus conciertos y sus cantos litúrgicos. Encontrándose en los Estados Unidos, ofrece un concierto radial que se trasmite “de costa a costa”, y los judíos de toda América pueden disfrutar de su extraordinario talento. Después se desempeña cierto tiempo como “jazán” mayor en la Sinagoga “Nóyik”, de Varsovia, actualmente la principal de esa ciudad. Pronto abandona el puesto en esta sinagoga, por su resistencia a la estricta disciplina de los “gabaím”. En 1936, en las Altas Festividades del año hebreo 5697, oficia en el cine “Múgrabi”, de Tel Aviv, secundado por el coro de su amigo Leo Liov, por entonces residente en esa ciudad. Había organizado su actuación el secretario de la Unión de Periodistas de Éretz Israel, Moshé Dántziguerkron (luego Moshé Ron). Se conserva el contrato que Guershon Sirota firmó con los organizadores, por la suma de 300 libras, muy importante para la época. En 1937, Sirota fue invitado a actuar en la película “El Díbuk”, en la que entona, acompañado por el coro de David Áizenschtat, la plegaria “Ahavti” y parte de las “Hoshanas”, ya que un pasaje de la película transcurre en la festividad de “Hoshana Raba” (Sucot). Prosigue luego sus giras por diversos países, sobreponiéndose a la muerte de su esposa y a otros hechos lamentables en su familia. Durante una visita a Buenos Aires (septiembre - octubre de 1937), ofició con gran éxito durante las Altas Fiestas, acompañado por un coro dirigido por el actor y cantante Samuel Blum, en una improvisada sinagoga en el Teatro Excelsior (Corrientes y Anchorena), recibe la propuesta de radicarse en Estados Unidos. Pero el corazón le pide regresar a Varsovia, junto a sus judíos. Así lo hace, pese a la advertencia de algunos amigos, ante el inminente peligro de una contienda. La guerra. El gueto. El adiós. Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, Sirota alerta a su empresario en New York, Iehoshúa Wálaj, para que le consiga una visa americana. Su pedido no es satisfecho. Esta vez, las puertas de los Estados Unidos permanecen cerradas para él. Algo similar ocurrió en la misma época en Buenos Aires con un pedido suyo hecho al representante de Jazanim, Ishai Vainshtein, quien lo había contratado en el año 1937. El “Iom Kipur” del año 1941 encontró al “jazán” Guershon Sirota en el Gueto de Varsovia, en una sinagoga improvisada dentro del edificio de una vieja fábrica. Allí entonó sus rezos con desgarradora emoción, según el testimonio de algunos sobrevivientes. En su última carta, pide a los amigos americanos que se compadezcan de él y de su hijo Naftali, el único que le queda de toda su familia. Su situación en el gueto es cada vez más crítica. Hay testimonios de quienes vieron en esos días al cantor litúrgico de fama mundial, viejo y quebrado, recogiendo cadáveres en las calles. Cuando estalló la rebelión, Guershon Sirota descendió a un bunker en la calle Wolinska Nº 6, junto a su hijo, el odontólogo Dr. Naftali Sirota, y varios judíos más. El 27 de Abril de 1943, último día de la festividad de Pésaj, todos ellos perecieron asfixiados en ese sitio. Existe una versión según la cual sus restos fueron sepultados en el cementerio varsoviano de la calle Guensha. Pero se desconoce el lugar exacto.
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