En el marco de una entrevista reciente en el programa “A Mano Limpia”, a cargo de Oscar
Haza (canal WJAN 41 -Florida-), el presidente Barack Obama declaró que la Venezuela del
presidente Hugo Chávez no representa una amenaza “seria” para la seguridad nacional de los
Estados Unidos.
Quizás consideró la retórica de Chávez como una muestra más de una práctica habitual en la
política latinoamericana: culpar a la política exterior de los EE.UU por todos los males de la región.
En tal encuadre, el discurso “anti-imperialista” de Chávez podría ser percibido como una mera
bravuconada propagandística y no como una amenaza seria.
Pero cuando se trata de la posición de Venezuela a nivel regional, es de vital importancia
considerar el contexto global.
Chávez creó su propio bloque regional, el ALBA (Alianza Bolivariana para las Américas), liderado
por Venezuela y al que se unieron la Bolivia de Evo Morales, el Ecuador de Rafael Correa,
la Nicaragua de Daniel Ortega y la Cuba de Fidel y Raúl Castro. Este bloque es el socio principal de la creciente penetración iraní en Latinoamérica.
De la mano de los lazos comerciales, con frecuencia redituables para estos países, Irán ha
mostrado la clara intención de acercar su agenda política, lo que representa ipso facto una
amenaza militar para la región.
La influencia de Teherán se volvió evidente cuando Bolivia, y luego Venezuela, rompieron
relaciones con el Estado de Israel.
En la Caracas de Chávez el antisemitismo ha crecido de manera exponencial, y se estima que la
población judía de Venezuela se redujo a la mitad durante su presidencia.
Una lista parcial de incidentes antisemitas incluye dos allanamientos en el centro comunitario Hebraica de Caracas, la profanación de la sinagoga Tiferet Israel, la publicación de programas de acción contra la comunidad judía en el sitio web oficialista “aporrea.org”, un discurso de víspera de Navidad del presidente Chávez, durante el cual expresó que “el mundo tiene riquezas para todos, pero algunas minorías, entre ellos los descendientes de los asesinos de Cristo, se han apoderado de ellas”, y amenazas frecuentes desde los medios de comunicación gubernamentales.
El alcance de esos ataques contra de la comunidad judía se reflejó en críticas de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), perteneciente a la Organización de los
Estados Americanos (OEA). En febrero de 2010 la Comisión publicó el informe “Democracia y
derechos humanos en Venezuela”, que cita incidentes antisemitas como ejemplos de los abusos
contra derechos humanos en Venezuela.
Bolivia, un aliado cercano de Chávez e Irán, es sede de una “Escuela de Defensa”, que abrió sus
puertas en mayo de 2011. El invitado especial para la inauguración fue el Ministro de Defensa
iraní, Ahmad Vahidi, un prófugo de la justicia argentina por su presunta participación en el atentado contra la AMIA, perpetrado en Buenos Aires en 1994.
Hugo Chávez apoyó activamente a Muamar Gadafi durante su intento de escape, tal como ahora
apoya al dictador sirio Bashar Al Assad mientras éste masacra a su propio pueblo. Chávez ha sido uso acusado de proveer a Irán uranio venezolano, originalmente destinado, en apariencia, para la política doméstica de desarrollo nuclear de Caracas.
Pero si todo lo mencionado más arriba no constituye una amenaza en concreto para los intereses de EE.UU, debemos agregar que Irán ha construido, en la costa venezolana, plataformas de lanzamiento para misiles Shahab 3, que tienen un alcance de aproximadamente 3200 km, y queserán operados exclusivamente por iraníes. Estos cohetes tienen dentro de su línea de fuego áreas de Sudamérica, Centroamérica, el Caribe y el sur de los EE.UU.
El Presidente Obama, aparentemente, ha hecho hincapié en el lugar equivocado. Chávez no
representa una amenaza sólo para los EE.UU. Su régimen es una amenaza para todo el hemisferio Occidental.
Por Shimon Samuels Director de Relaciones Internacionales del Centro Simon Wiesenthal y Sergio Widder Director para América Latina
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