LA VOZ y la opinión


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Reflexiones de Rosh Hashana.
Otra vez Rosh Hashaná! Será posible? Aún no arreglé las cuentas del anterior y ya me caen las de este año; además de cargar con mi ser argentino de por sí melancólico, soy judío y no puedo tener un festejo de Año Nuevo normal y corriente. Por qué no puedo? Porque nuestros padres, queriéndonos complicar la vida (la de ellos y la nuestra), nos conminaron a que Rosh Hashaná sea un momento de introspección y de balances realizados.
Y aquí estoy solo, frente a mis obras o a la ausencia de ellas, no tengo el amparo de otros feligreses rezando a mi alrededor, carezco de elementos que pudieran distraerme, por lo tanto solo me queda mirar hacia adentro y descubrir que estoy como el año pasado o quizás peor porque ya soy un año más viejo.
Qué pasó con las seguridades que me di a mí mismo de que rectificaría mi conducta?
Adonde fueron las promesas de un cambio frente a los míos?
En qué lugar perdido del altillo de mi memoria pernoctaron las sanas intenciones de una vida más plena?
¡Cuántos interrogantes y cuántas respuestas inexistentes!
Ahora comprendo por qué los ancianos que veía cuando era niño, se tornaban solemnes y tristes al llegar esta fecha, yo no sabía cuan profundo cala la idea de un juicio por actitudes en la mente de un ser humano ( no preocuparse porque eso sólo es válido para aquellos que se lo cuestionan) . Ahora, lejos de la niñez, llegó mi turno de cuestionarme y las respuestas halladas no son buenas.
Trataré de ser imparcial, como si fuese un eficiente administrador de mis obras:
1) Cuántas veces en este año transcurrido tuve actitudes solidarias con los demás?
2) Cuántas veces me acerqué a necesitados y dolientes, aunque más no fuera que para oírlos?
3) Qué frecuencia tuvieron mis actos desinteresados, frente a los que recibirían gratificación?
4) En cuántas ocasiones me senté frente a mis hijos, para entablar con ellos diálogos
que me permitieran conocerlos más como seres humanos?
5) En las oportunidades en que pude mirar a los ojos a mi esposa y agradecerle por compartir su vida conmigo ¿cuántas veces se lo manifesté?
6) Contaré acaso las veces en que me hice el indiferente y miré para hacia otro lado, frente a un niño que me pedía monedas por limpiar el vidrio del auto?
7) Relataré las ocasiones en las que me retiré antes de las reuniones que perfilaban terminar en una colecta solidaria?
8) Incluiré en el balance las oportunidades en las que no fui a ver a parientes cercanos que estaban enfermos, alegando que me deprimía el ir a visitarlos?
9) Tomaré en cuenta cuando levanté la voz sin motivo a mis hijos que me sufrieron en silencio?
D”s mío ayúdame!! porque puedo seguir durante muchas horas más enumerando yerros por mí cometidos y no creo ser una mala persona, pero estas preguntas acarrean
respuestas que me demuestran lo contrario; sin embargo la flagelación no es el espíritu de Rosh Hashaná, por lo tanto vuelvo a levantar la cabeza con la frente alta, porque sé que en el futuro actuaré mejor ¿lo haré?
Tengo la impresión de que Rosh Hashaná, me provoca la misma sensación que cuando aminoro la velocidad de mi vehículo al contemplar un accidente a la vera del camino. Me dura unos minutos durante los cuales circulo despacio, pero a la media hora, nuevamente estoy corriendo como antes del circunstancial evento.
Pero hay una diferencia, éste no es un recorrido más sino que es la senda de mi vida, no tendré otra posibilidad de retomar y volver a salir, por lo tanto debo dimensionar las actitudes de otra manera.
Vuelvo al recuerdo de mis mayores cuando yo era niño, es cierto que estaban melancólicos y tristes, pero después del Día del Juicio, se veían pletóricos de felicidad.
Una de dos, o se auto perdonaban en actitud indulgente, o confiaban ciegamente en la indulgencia del Creador. Mi problema personal es que no creo firmemente en ninguna de las dos actitudes; probablemente se trate de una crisis de fe, pero no deseo engañarme y me invade una gran angustia existencial.
Hoy no golpearé mi pecho enumerando mis fallas, tampoco pediré al Altísimo que tenga clemencia de mí, no rogaré que se abran las puertas del cielo para que lleguen mis oraciones.
En lugar de ello, saldré a la calle y miraré a los necesitados con otros ojos, que son los que siempre debería tener, los ojos de la compasión; intentaré internalizar el sufrimiento de otros hasta que me duela a mí.
Trataré de hablar con mis hijos para conocerlos y amarlos más. Quizás tenga la opción de elegir entre actos que me beneficien y obras que me dignifiquen y elegiré los segundos; de ese modo, sin estridencias ni aspavientos y sin gritos ni llantos, quizás pueda dar sentido cabal a esta fecha tan magna que me está obligando a mirar hacia adentro, pese al dolor que esto me pueda significar.
Si mal no recuerdo, en un relato de Albert Camus, éste narró la ocasión en la que un hombre pasea a la noche por la ribera del Sena, camina sereno, ataviado con traje de fino casimir, de repente cree oír gritos pidiendo socorro. Quizás sea de alguien que se ahoga y piensa ¿me tiraré al río? ¿estropearé mi nueva indumentaria? ¿no habrá otros socorristas? y con este pensamiento sigue su camino hasta que deja de oír los gritos lejanos.
Ese relato me quedó grabado ¿no seré yo también un caminante sordo? ¿no habré dejado de oír muchos otros gritos?. Es por ello que agradezco al Rosh Hashaná, porque me obliga a replantear actitudes, en la medida que no me conforme con el cuestionamiento sino que a éste siga una actitud voluntaria para cambiar, mi Día del Juicio tendrá un sentido concreto y real .
Quiera D”s que cada vez que esté por olvidar estos planteos, surja en mí una señal de alerta, ya sea como una suave voz susurrante o como un feroz rugido del Shofar, pero que mis oídos y mi conciencia me permitan percibirla, para llegar a ser mejor ser humano, ya que ésa es, en definitiva, la meta de nuestra fe y la enseñanza de nuestros mayores.
Sólo en la medida en que seamos sensibles a los llamados de otros, seremos Keter Malkut (Corona de la Creación) y solo en la magnitud en que nuestras recordaciones nos hagan “ pensar para adentro”, tendrán sentido dentro del calendario.
He volcado mis introspecciones de Rosh Hashaná, me queda la alternativa de ser una señal indicadora, que marca un sendero que no sigue, o transitar por él aunque sea escabroso
Que D”s me ayude para seguir por la senda correcta y que en el Día del Juicio del año que viene, me sienta mejor de lo que hoy me sentí.



Agosto-Septiembre de 2007- Elul-Tishri 5768
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