Durante 7 décadas el liderazgo israelí logró embaucar a la colectividad drusa local detrás de la consigna “hermanos de sangre”. La reciente ley Estado-Nación Judío destapó el camuflaje. Ahora los drusos israelíes se sienten traicionados. No es para menos. La nueva norma fija claramente que la hermandad es puro cuento y están aquí solamente bajo la condición de invitados que tienen que dar las gracias que ese Estado Judío les garantiza derechos civiles. Por su predisposición a colaborar y morir en defensa de Israel se les garantiza dadivosas asignaciones presupuestarias y elevadas remuneraciones económicas. Pero ni soñar con mas, menos todavía igualdad con los judíos, pues esto es el Estado Nación solo de judíos. Si deciden abandonar la participación en la defensa, pasaran a tener la misma condición de los árabes ciudadanos de Israel, es decir, fuertemente discriminados. Lo que más llama la atención de estos últimos acontecimientos es el carácter sorpresivo con que la colectividad drusa israelí se relaciona con este acto infame. La corta historia de Israel independiente nos brinda varios ejemplos que Israel acostumbra a dejar en el camino de un amargo destino a personas o grupos que en su momento se embarcaron en proyectos colaboradores con intereses israelíes, no importa sus motivos. He aquí algunos ejemplos. 1 Con el comienzo de la guerra civil libanesa en 1975, y el despliegue en el sur de ese país de las fuerzas de la Organización de Liberación Palestina (OLP) como consecuencia de su expulsión de Jordania (Septiembre Negro), se estructuró un acuerdo entre la población libanesa maronita cristiana e Israel. Bajo la denominación de la política de la “valla buena”, Israel brindó ayuda económica y facilitó la creación del Ejercito del Sur del Líbano (SLA por sus siglas en inglés), marco militar de milicias provenientes de esta población libanesa, con el objetivo de constituirse en un freno a las fuerzas de OLP que comenzaron a amenazar a Israel. Con la Primera Guerra del Líbano en 1982, el consecuente dominio militar israelí de todo el sur del país de los cedros, y el surgimiento de Hesbollah como fuerza chiita de resistencia, la colaboración del Ejercito del Sur del Líbano se estrechó aún más hasta convertirse en elemento esencial del control israelí de la región. Este inusitado romance se prolongó durante no mucho más de dos décadas. En el año 2000 Israel decidió retirarse completamente del Líbano con la subsiguiente desintegración de SLA. Ante la posibilidad de ser sometidos a juicio y penalización por traición a la patria por su apoyo a fuerzas foráneas que invadieron su país, unos 6,500 de sus combatientes y miembros de familia huyeron a Israel dejando atrás propiedades y capitales. Por más que los sucesivos gobiernos declararon su predisposición a ayudar a quienes colaboraron con Israel, el proceso de inclusión de esta gente fue un fracaso. El desarraigo y la sensación de rechazo de una sociedad que ve peligro potencial existencial ante cualquier persona no judía, los mantuvieron y preservaron como cuerpo extraño en el país. Con el correr del tiempo la gran mayoría abandonó Israel. Una fuerte proporción retornó al Líbano, inclusive a sabiendas de ser enjuiciado y encarcelado por traición a la patria[1], otros se trasladaron a países terceros. 2 El estallido de la guerra de Yom Kipur, en buena medida, fue una gran sorpresa para la sociedad israelí, pero no para su liderazgo. El buen oficio de un espía egipcio vinculado al comando de inteligencia de Israel y con acceso a los más altos niveles de su gobierno, permitió que Israel fuese advertido a tiempo de las intenciones de Nasser. El único problema se suscitó por un garrafal error de apreciación de la información obtenida por parte del alto mando militar israelí. En el año 2004, Eli Zeira, general retirado del ejército israelí y jefe de informaciones previo a la guerra de 1973, divulgó un libro en donde se menciona a dicho espía egipcio con nombre y apellido: Ashraf Marwan. Al poco tiempo, este triste personaje se lo encuentra muerto en Londres, después de una caída de un balcón sin aclararse hasta el día de hoy si fue suicidio o asesinato. 3 Durante las casi cuatro décadas de dominio en la Franja de Gaza (1967-2005), Israel fijó un enclave en esta región, en su límite sureste, para el establecimiento de una aldea destinada a la absorción de sus “colaboradores palestinos” cuyo descubrimiento los ponía en peligro como a sus familiares. El ejército de Israel garantizaba su seguridad. Esta aldea de nombre Dahaniya llegó a poblar varios centenares de familias. Pese a que ese romance duro más tiempo que el de Israel con los maronitas cristianos del Líbano, también éste arribó a su fin con la desconexión de Gaza de 2005. Con la retirada israelí de Gaza, estas familias fueron trasladadas al desierto en el sur de Israel en una aldea construida de chozas de chapa en vecindad con tribus de beduinos. Las pésimas condiciones de vida, el hostigamiento permanente por parte de sus nuevos vecinos y la terminante oposición de árabes israelíes de recibirlos en sus poblaciones por considerarlos traidores, determinó que este grupo se disperse, cada uno a su mejor destino según, sus posibilidades personales. No se puede finalizar esta nota sin mencionar un corolario importante. El repentino fiasco de la comunidad drusa de Israel necesariamente debe ser tomado en cuenta como una voz de alerta y el titileo de una alarma por parte de los evangelistas de todo el mundo. Como se sabe, se trata de un importante y numeroso grupo humano no judío que manifiesta abiertamente su apoyo a Israel, principalmente a las políticas israelíes de control absoluto de la región en detrimento de aspiraciones árabes y palestinas. No por casualidad, Netanyahu sostiene que “los evangelistas son los mejores amigos de Israel”[2]. Que nadie se sorprenda si en un tiempo futuro, por resaltar su perspectiva de la redención con la conversión del pueblo judío al cristianismo, o por cualquier otra posición que sea interpretada como poco apropiada para los intereses judíos o israelíes, el público evangelista puede muy bien encontrarse repentinamente a la vera del camino de los acontecimientos, así como lo suponían. Ojalá me equivoque [1] “Veteranos de SLA: muchos jóvenes quieren retornar al Líbano”, NGR, 22-6-17, “Una década de la retirada: los hijos de combatientes de SLA quieren retornar al Líbano”, Ynet, 24-5-10 [2] “Netanyahu: evangelistas son los mejores amigos de Israel”, Noticia Cristiana.com, 10-7-17
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