Un estudio elaborado por la Fundación Memoria, Responsabilidad y Futuro (EVZ, por sus siglas en alemán) llegó a la alarmante conclusión de que el miedo y la preocupación de los judíos en Europa Occidental es un "fenómeno transnacional". Según los resultados de una investigación llamada "Antisemitismo e inmigración en la actual Europa: ¿están relacionados?", que fue presentada ayer, los inmigrantes de los países árabes y musulmanes son "una fuente actual y potencial de antisemitismo". No obstante, el equipo de 13 investigadores aclara que, "dependiendo de las preguntas que se hacen, las encuestas llegan a diferentes conclusiones". En general, los científicos resumen el resultado del estudio de la siguiente manera: "Las posturas antisemitas y/o el comportamiento antisemita están presentes de forma desproporcionada entre las minorías musulmanas y personas que simpatizan con grupos de extrema derecha". El estudio llega a un resultado complejo: "Algunos datos sugieren que las posturas antisemitas entre los refugiados de los países del Medio y Cercano Oriente, así como de África del Norte, están muy extendidas, al igual una postura positiva hacia la democracia, la igualdad y la convivencia pacífica entre musulmanes, cristianos y judíos". A nivel social, según los investigadores, "no hay indicios de que estos inmigrantes contribuyan de forma significativa al antisemitismo en Europa". El estudio fue elaborado siguiendo los casos de antisemitismo en cinco países: en Bélgica, Francia, Alemania, Países Bajos y Gran Bretaña. Las cifras respecto de la percepción del antisemitismo son alarmantes en algunos países: el 78 por ciento de los judíos en Alemania percibió en 2017 un aumento de la amenaza. En Francia, un 63 por ciento de los judíos opinó en 2016 que había "mucho" racismo antisemita. Y, en 2017, casi la mitad (48 por ciento) de los lectores del semanario judío neerlandés Nieuw Israëlitisch Weekblad afirmó sentirse más preocupada por su seguridad y el antisemitismo. Cifras de Francia muestran cuán serias son las preocupaciones y las percepciones de los encuestados: en 2012, alrededor de 1.900 judíos emigraron de ese país europeo a Israel. Después, el número se disparó: en 2015, fueron 7.800. Si bien el año siguiente la cantidad volvió a disminuir a 5.000 personas, sigue siendo el doble de alta que en los años anteriores a 2012. También los judíos belgas están alarmados: en Bruselas, las autoridades les han sugerido en varios casos no usar públicamente sus símbolos del judaísmo. Sobre todo desde el conflicto de Gaza, en 2014, muchos padres judíos advierten a sus hijos de no usar la estrella de David.
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