Israel lanzará una nave espacial a la Luna el próximo diciembre y cuando llegue a su destino, dos meses después, se convertirá en el cuarto país en realizar un alunizaje controlado. Se trata además del primer aparato no tripulado que se financia de manera privada para este tipo de misión. La Industria de Aviación Israelí (IAI) y la organización israelí sin ánimo de lucro SpaceIL presentaron la misión, protagonizada por la nave más pequeña, hasta ahora, en recorrer los 384.000 kilómetros que separa la Tierra de su satélite. La nave espacial de SpaceIL partirá desde Cabo Cañaveral, Florida (Estados Unidos) y hará el viaje a la Luna en unos dos meses, mucho más de lo habitual pues será lanzada en una órbita elíptica que la acercará al satélite gradualmente, para no cargar el combustible adicional que es necesario para un viaje más rápido. El presidente de la IAI, Yosi Weis, recordó que la NASA contabiliza como “satisfactorias” las misiones a la Luna de seis países, aunque solo tres han hecho aterrizajes controlados: los soviéticos fueron los primeros, en febrero de 1966; en junio del mismo año llegaron los estadounidenses, y en 2013, los chinos. Por lo que, si todo va bien, “Israel entrará en el exclusivo club” de naciones que hasta ahora han hecho aterrizajes controlados en la superficie lunar, declaró Weis. El proyecto comenzó hace ocho años y SpaceIL ha invertido unos 88,5 millones de dólares (75,2 millones de euros) en su desarrollo. En noviembre, la pequeña nave será llevada a Cabo Cañaveral (EE.UU.) donde empezarán los preparativos para acoplarla al cohete comercial Falcon 9 que la sacará de la atmósfera y se prevé que alcance su meta a mediados de febrero de 2019. “En cuando la nave alcance el punto de alunizaje será completamente autónoma”, explicó el director de SpaceIL, Ido Anteby. “El motor frenará y el aparato descenderá a velocidad cero para un aterrizaje suave”, agregó. “Entonces, colocaremos la bandera israelí en la Luna”, concluyó sonriente. Una vez en suelo lunar, el aparato llevará a cabo experimentos del Instituto Científico Weizmann de medición del campo magnético de la Luna, tomará fotografías, grabará vídeo “e incluso se hará un selfi”, señaló. Cuando acabe su misión, dos días después de haber llegado, la nave simplemente se quedará en la superficie lunar “esperando a que nuevas generaciones tal vez la recojan”, indicó Weis y señaló que, si bien “el camino hacia la Luna no es fácil, el espacio es el futuro de la Humanidad”. La nave, que aún no tiene nombre, es de pequeño tamaño: un metro y medio de alto y su diámetro, cuando sus pies están extendidos, es de 2 metros. En el momento de su lanzamiento pesará unos 600 kilos, pero al llegar a la Luna habrá perdido el 75% de su peso, puesto que habrá gastado el combustible. SpaceIL fue una de las cinco finalistas de la competición Lunar XPRIZE convocada por Google en 2007, que iba a premiar con 30 millones de dólares (25,5 millones de euros) a quien mandase la primera nave privada no tripulada a la Luna. Aunque el concurso terminó oficialmente sin vencedor a finales de marzo de este año, después de varias prórrogas, la competición continúa aunque ya sin la dotación económica. SpaceIL siguió con su proyecto, financiado principalmente por el empresario millonario, Morris Khan, quien insistió en que están “haciendo historia”. Del mismo modo que “todo el mundo recuerda dónde estaba el día en que (Neil) Armstrong puso un pie en la luna, recordaremos siempre dónde estábamos cuando Israel llegó a la Luna”, afirmó.
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