Entrevista que la Agencia Paco Urondo (APU) le hizo a Daniel Schnitman, director del periódico La Voz y la Opinión, ex La Voz de Israel (en Radio Rebelde, AM 740, los domingos de 13 a 15). Lo hacemos invirtiendo las dos partes, primero ponemos la segunda -que tuvo mayor repercusión- y luego la primera, en la dijo algo que para mí es lo más fuerte: que el Estado de Israel (y con él, la dirigencia de “la cole”) desistió de impulsar la investigación del atentado a su embajada en Buenos Aires porque “temía encontrarse con ex agentes del Mossad”. Supongo que lo dijo genéricamente, porque lo cierto, lo que está claro, es la participación del Shin Beth (también conocido como Shabak, el servicio de contrainteligencia que actúa en de Israel y los territorios ocupados Cisjordania y se ocupa de la seguridad de las embajadas de Israel) tal como puede apreciarse en mi libro El Caso Nisman: Secretos inconfesables. En cuanto a lo que sabía Pablo Avelluto, no me parece que de para levantar ninguna acusación contra él. Al menos, para acusarlo de algo de lo habría que acusar a decenas de personas. Avelluto sabía del encubrimiento desde comienzos de 1997, un año largo antes de lo que dice Schnitman. Y lo sabía -parcialmente, como yo- porque fue entonces el editor de mi AMIA, El atentado. Quienes son los autores y por qué no están presos, producto de una investigación que pagó la propia AMIA. Libro que incluyó fotos inéditas de claros involucrados (como las de los muchachos que estacionaron una Trafic blanca supuestamente utilizada para consumar el ataque en una playa cercaba a la mutual, o los dueños del volquete colocado frente a su puerta unos minutos antes de la explosión, que en el último semestre habían comprado 1l0 toneladas de amonal, el explosivo utilizado) que habían sido interrogados e insólitamente liberados por la Policía Federal. Es posible que Avelluto haya participado (aunque no me consta. como tampoco me consta que lo haya hecho Ricardo Sabanes, aunque presumo que ambos no pueden haberlas ignorado) en las negociaciones con los abogados de la DAIA y la AMIA que mantuvo de inmediato su jefe, Guillermo Schavelzon, para “mandar al bombo” a mi libro. Fruto de dichas negociaciones Planeta retiró mi libro de su catálogo y en el escaso término de un mes publicó otro libro, uno pequeño con las conclusiones de cuatro prestigiosos juristas a los que se les dio a leer el expediente judicial y se les pagó por sus conclusiones. Ese librito se llamó AMIA-DAIA La Denuncia y le sirvió a los encubridores dirigentes de “la cole” para que cuando los libreros pedían “el libro de la AMIA” les mandaban ese en lugar del mio. Por lo demás, las claras conclusiones de los cuatro juristas –que entre otras cosas pedían que se centrara la investigación en Monzer al Kassar y el banquero saudí Gaith Pharaon– presentadas formalmente a la justicia, rápidamente fueron a parar al cesto de los papeles. Hasta el punto que los dirigentes de la DAIA y de la AMIA jamás volvieron a mencionar a dichos personajes.
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