Publicado en www.lavozjudia.com y remitido por su director, Daniel Schnitman
Cobertura del juicio por encubrimiento del atentado a la AMIA- Audiencia Nº 25, 17/3/16 Malamud: “La autopsia no corresponde a mi marido”
Diana Wassner, viuda de Andrés Malamud y secretaria de Memoria Activa, una de las agrupaciones que reúnen a familiares de víctimas del atentado a la AMIA, declaró hoy, jueves, por casi tres horas en el juicio oral y público por encubrimiento de sus autores o cómplices y criticó duramente al Estado Nacional, fundamentalmente al ex presidente Carlos Menem, el destituido juez Juan José Galeano y los entonces fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, y a la dirigencia judía encabezada por Rubén Beraja. “Todo cambió en nuestra vida”, junto con sus dos pequeñas hijas, ante “la imposibilidad de elaborar el duelo por no haber justicia”, tras “veintidós años de lucha, cuando de eso tendría que haberse ocupado el Estado”, reclamó. La querellante relató pormenorizadamente los orígenes de su agrupación, por iniciativa de un grupo de intelectuales judíos que no querían que el ataque terrorista quedara impune como el atentado a la Embajada de Israel, del cual justo hoy, 17 de marzo, se cumplen 24 años. Dos semanas después de la explosión empezaron a reunirse en silencio en la plaza Lavalle, frente al Palacio de Tribunales, para que todos los vieran y se enterasen de que si bien el blanco había sido judío, la víctima era la sociedad argentina; luego incorporaron discursos (quien suscribe fue uno de los oradores) hasta el 10° aniversario. Paralelamente, muchos familiares empezaron a reunirse para hacer catarsis e hicieron su primer acto el 18 de octubre de 1994, en la esquina de donde funcionara la AMIA, para exigir verdad y justicia. En uno de esos primeros encuentros decidieron conocer a Galeano y la testigo concurrió al juzgado con Ana María Czyzewski. “Nos explicó que ningún juez sabía sobre terrorismo y que la Justicia tenía poca capacidad para investigarlo, pero que haría lo posible; le pregunté por qué había ido a ver a Menem a su regreso de Venezuela de tomarle declaración a (Manoucher) Moatamer y me contestó que consideraba que era una cuestión de Estado”, lo cual “me generó dudas y fue el primer disparador” de una desconfianza que creció con los años, recordó ante una Sala AMIA colmada como nunca antes en este juicio: todo el subsuelo y una decena de personas en la planta baja. Poco después del atentado, los familiares fueron citados por las autoridades de la AMIA y la DAIA para explicarles los avances de la causa y pedirles que estuviesen todos unidos porque el juzgado contaba con poca gente y ni siquiera tenía una computadora. Allí estaban ambos titulares, Alberto Crupnicoff y Beraja, los dirigentes de la DAIA Roberto Zaidemberg (vicepresidente), Rogelio Cichowolski (secretario general) y Jorge Brotsztein (prosecretario 1º), el director ejecutivo, Alfredo Neuburger, y los abogados Alberto Cukier, Natalio Czarny y Luis Dobniewski, quien les informó que la propia AMIA había aportado once personas para que ayudaran al juez. En esos primeros momentos “todos los familiares confiábamos en que las instituciones comunitarias nos representarían, pero no pasó mucho tiempo hasta que nos dimos cuenta de que no era así”, lamentó quien fue su cara visible durante muchos años, junto con Laura (Alche de) Ginsberg, y por ello se convencieron de que nadie haría lo que los deudos necesitaban. Entonces ambas fueron a leer el expediente y empezaron a notar cosas que les llamaban la atención desde el mismo sentido común, como la “famosa” foja 114, que pedía intervenciones telefónicas a la Embajada de Irán y diversas personas, incluido Carlos Telleldín, el último poseedor conocido de la camioneta-bomba Trafic, y su entorno, pese a que se supone que recién habían llegado a él tras el hallazgo del motor, el 25 de julio de 1994. Ni el juez, ni los fiscales, ni Beraja, ni Dobniewski les dieron una explicación convincente, más allá del probable traspapelado de una hoja no fechada. Pero la testigo descubrió algo mucho más grosero y personal: el remito de recepción del volquete de la sospechada empresa Santa Rita tenía una falsa firma de su marido, que estaba a cargo de las refacciones en la AMIA. Esto se lo comentó al juez, quien le dijo que ordenaría una pericia, pero recién se hizo muchos años después, luego que el Departamento Unidad de Investigación Antiterrorista la citó para ratificarlo. Y fue aún más grave lo que Wassner advirtió al año siguiente, cuando fue con Marita, la viuda de Claudio Ubfal, a leer las autopsias de sus esposos: la de éste último estaba incompleta y la de Andrés no le correspondía, ya que pese a que tenía su foto, no coincidían el grupo sanguíneo ni la descripción del cuerpo con una persona de 37 años. El titular de la DAIA le pidió que no lo contara porque eso podía generar pedidos de exhumación de todos los cuerpos de las víctimas, y ella lo calló hasta hoy. A Ginsberg tampoco “le cerró” la pericia de Osvaldo Laborda sobre cómo fue el atentado, y “Beraja y Cichowolski nos retaron por haber dicho que estaba mal, ya que de última pedirían otra”, señaló. Encima, el 18 de julio de 1995, la querellante fue invitada al programa Tiempo Nuevo, de Bernardo Neustadt, y presenció el saludo fraterno entre Menem y Beraja, que se llamaron “Rubén” y “Carlitos”. “La relación de la DAIA con el gobierno no era para el esclarecimiento del atentado”, sentenció. Por todo eso y varias cosas más, “los familiares ya no creíamos en la Justicia, ni en los dirigentes -sentíamos que nos querían cooptar-, así que decidimos ser querellantes para saber qué había pasado realmente y que los culpables estuvieran presos”, justificó la secretaria de Memoria Activa. PARA LEER LA NOTA COMPLETA: WWW.LAVOZJUDIA-AMIA – NISMAN – MEMORIA ACTIVA @EMETdigital-Edición: La Voz Judía
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