El rey Abdalá bin Abdelaziz de Arabia Saudita introdujo nuevas leyes para combatir todas las formas de disidencia política y protestas que podrían "dañar el orden público" y definió altas penas para quienes participen en "hostilidades fuera del reino". Según un nuevo informe de Human Rights Watch, el rey lanzó la nueva legislación en reacción al creciente número de ciudadanos que viajan a Siria para participar en la guerra civil y luego regresan entrenados con una formación renovada e ideas favorables al derrocamiento de la monarquía. El diario The Independent explicó que, con ese objetivo, el rey emitió el decreto real número 44, que tipifica como delito "la participación en las hostilidades fuera del reino", con penas de prisión de entre tres y 20 años. El primer artículo de esa normativa contempla que "el llamamiento al ateísmo en cualquier forma o a las dudas sobre los fundamentos de la religión islámica en la que se basa este país" se considera terrorismo. "Las autoridades sauditas nunca han tolerado las críticas a sus políticas, pero estas recientes leyes y reglamentos convierten casi cualquier expresión crítica o asociación independiente en delitos de terrorismo", dijo Joe Stork, subdirector para Oriente Medio y el norte de África de Human Rights Watch. Pero no solo los ateos son perseguidos: el mes pasado el Ministerio del Interior emitió una lista de identificación de grupos que el gobierno considera organizaciones terroristas e incluyó a los Hermanos Musulmanes. El reino de Arabia Saudita es una monarquía absoluta y en el plano internacional, a pesar de ser un país radical musulmán, mantiene relaciones tensas con otros países musulmanes tales como Siria y Egipto, entre otros. Ademas es un aliado vital tanto militar como petrolero para la Unión Europea, Japón y especialmente los Estados Unidos.
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