Uno de los preceptos vinculados a la festividad de Pésaj (Pascua Judía), durante la mesa del “seder” (cena festiva las primeras dos noches de Pésaj), es el de relatar la historia de la salida de Egipto a todos los presentes, para sí mismo y fundamentalmente a los niños. Es por eso que los antiguos Sabios confeccionaron para nosotros la “Hagadá” (texto que relata los acontecimientos sucedidos durante la gran gesta de la libertad, que se lee en las noches del seder). En ella, encontramos el sufrimiento y la alegría ligados a la liberación de Egipto. Pero los Sabios no se conformaron sólo con la “Hagadá” lista de antemano....También prescribieron a las futuras generaciones que abrevaran y extrajesen de los “Relatos”, interpretaciones y pensamientos cada vez más bellos, tanto en palabras como en los hechos, a fin de poder hacer el día festivo más bonito y entrañable. Y los judíos, cumplieron. El acervo folclórico de Pésaj es por eso, sumamente rico. En ese espíritu quisiéramos relatar algunas perlas, que tienen que ver con el amor y el humor de esta hermosa festividad.
Limosna recortada Un señor, afortunado comerciante, solía cada víspera de Pésaj, dar a un conocido menesteroso, una limosna de una moneda de veinticinco. Esa preciosa moneda permitía al pobre celebrar su Pésaj. Un año, cuando acudió el pobre ante su benefactor por su limosna de siempre, éste descontó una moneda de diez antes de entregarle el dinero al necesitado. Éste permaneció de pie, sorprendido, y con asombro preguntó a qué se debía el gran recorte en su limosna anual. - “Escúcheme, amigo”- se dirigió al pobre: “este año he casado a mi hija menor... El casamiento tuvo lugar en el mayor salón de la ciudad. El ajuar costó, también di una dote... Mis gastos han sido por lo tanto enormes. Es por eso que este año me he visto obligado a recortar su asignación”. El menesteroso, tras escuchar el argumento del acaudalado comerciante, murmuró: “entonces, ¿a cuenta mía es que Ud. casa a su hija?”
Entre los pobres surtió efecto Se cuenta la siguiente historia: en el “Shabat”, durante el mes de Nisán, antes de Pésaj, una vez, Rabi Naftali Rapshitzer, tras su homilía en el “Beit ha-Midrash” (casa de estudios religiosos y de reunión), llegó a casa exhausto. “¿Por qué estás tan fatigado?” le preguntó la “rebetzin” (su mujer). “Hoy pronuncié una homilía difícil”- le contesta Rabi Naftali- “Hay muchos pobres en la ciudad, y la carencia es muy grande. Es por eso que hablé largo y tendido acerca de la mitzvá (precepto) de la caridad. Me esforcé enormemente por despertar en los ricos, la preocupación por los pobres, en Pésaj”. -“¿Nu?”- pregunta la rebetzin- “¿obtuviste algún efecto con tu discurso?” “...una mitad” - sonríe Rabi Naftali – “ya la conseguí. Los pobres están dispuestos a aceptar. Si los señores quieren dar, todavía no lo sé...”.
Una aflicción de Pésaj... Rabi Zindl Salanter fue una persona muy rigurosa en el cumplimiento de los preceptos. Siempre estaba abocado a la Torá y al culto. No se tomaba siquiera tiempo para comer. En una ocasión, en vísperas de Pésaj, de tanto perseverar en su observancia se desvaneció, a tal punto que no fue posible reanimarlo por ningún medio. Se buscó al “feldsher” (especie de curandero) de la ciudad. Su consejo fue: extraerle al desmayado un diente, el dolor sería tal, que volvería en sí. Y acto seguido el médico informal hizo lo que debía. Al recobrar el conocimiento rabi Zindl, sintió el diente faltante (uno de los últimos que le quedaban), y soltó un profundo quejido: -Oi vei, ¿cómo podré ahora cumplir con el precepto de comer en Pésaj el trozo de matzá de rigor...?”.
Por qué se comen huevos duros durante el seder El Rabino Jatam Sofer en una ocasión, al explicar a sus discípulos las leyes y procederes del “seder”, también señaló por qué se comen huevos duros en la mesa del seder. Dijo así: “Todos los alimentos, cuanto más se los cuece, más blandos se vuelven. Lo contrario sucede con el huevo. Cuanto más tiempo se cocina el huevo, tanto más duro se torna. Y concluyó: así es también con el pueblo judío. Cuanto más se atormenta y quema al judío, tanto más endurecido se vuelve, y tanto más fuerte es su espíritu” .
Un “etrog” en Pésaj Cuando el “jasid” Reb Kalman se sentó en una víspera de Pésaj junto a su maestro, Rabi Moshé Kobriner, éste súbitamente preguntó a su discípulo: “sólo dime: ¿tienes ya un “etrog” para Pésaj?”(Etrog = cidra, fruta parecida al limón que se bendice en la festividad de Sucot). Reb Kalman quedó muy sorprendido ante la pregunta del maestro: “¿cómo llega un etrog a Pésaj?”. -“¿Qué es lo que no entiendes?”- respondió Rabi Moshé a su discípulo: “en el Zohar (libro fundamental de la Kabalá) sagrado, está escrito que un etrog simboliza el corazón (“etrog domé le-lev”) y un corazón hay que tener, no únicamente en Sucot, sino también en Pésaj...”.
“Maror” Por qué se tiene en la mesa del seder “maror” (hierbas amargas), y no oro y plata. Un “jasid” preguntó en una ocasión a Rabi Meir Premíshloner: -“Dígame, Rabi: cuando celebramos el seder, colocamos en la mesa, maror, en recuerdo del amargo exilio en Egipto. ¿Por qué, al mismo tiempo, no se debe poner en la mesa del seder oro y plata (en conmemoración) de la salida de los judíos de Egipto?”. -“Es correcto tal como lo hacemos- respondió Rabí Meir. “Del maror de aquel entonces, aún hoy sentimos el gusto amargo. También hoy, la situación es bastante amarga. Por eso ponemos un recuerdo de ello. Pero de aquellos oro y plata hace rato que no ha quedado rastro...”.
Karpas, Iajatz “Iajatz” y “Karpas” son dos nombres vecinos de los 15 signos a través de los cuales, los judíos se guían para saber cómo debe celebrarse el “seder”. “Karpas” quiere decir que sumergimos un vegetal en salmuera, recordando los pobres alimentos que los judíos ingerían en Egipto. “Iajatz” significa ante todo “repartir”. En la mesa del seder significa que se debe tomar la “matzá” (pan ácimo) del medio y partirla en dos porciones. Una mitad se deja en la “kehará” (fuente en la cual se encuentran los símbolos de Pésaj) y la otra se reserva para el “afikomán” (postre, trozo de “Matzá” que se esconde y los niños al encontrarlo obtienen un premio). El Rabí de Kotzk solía unir los dos pasos (“Karpas” - “Iajatz”) en uno y explicaba: “Cuando el judío aprenda a conformarse modestamente, con un Karpas, con una verdura, seguramente, también aprenderá la virtud de Iajatz (repartir), y compartirá con los necesitados. Pues es obvio, que aquellos que quieren mucho para sí, poco se preocupan del prójimo”.
Por qué no pudieron abrir la puerta para el “shfoj jamatjá (derrama tu ira)” En vísperas de Pésaj, la comunidad judía envió “matzá”, vino y todos los demás alimentos de Pésaj a los arrestados judíos que estaban en prisión. Al día siguiente, el “shamash" (bedel) de la comunidad se dirigió a la penitenciaría y preguntó a los detenidos si habían recibido todo lo que se les había enviado. ¿Y cómo habían celebrado el seder? ¿Les había faltado algo? El mayor de los reos se puso de pie y en primer término agradeció a la comunidad por su amabilidad. Y luego explicó: “Gracias a Dios, festejamos el seder como corresponde. Exactamente igual como todos los judíos. Nada nos faltó, salvo una cosa...”. “¿Qué es esa única cosa?”- preguntó el “shamash". Y el mayor de los detenidos respondió: “cuando llegamos (en la lectura de la Hagadá) al ´shefoj-jamatjá´, y quisimos abrir la puerta para que entrara Eliahu ha-Naví y no pudimos hacerlo...”.
Por qué la matzá precede al maror La “matzá” y el “maror” que los judíos comen en Pésaj durante el “seder”, son ambos, símbolos que evocan la salida de Egipto. La “matzá” recuerda simbólicamente la redención. La “matzá” fue horneada durante la salida de Egipto. Por el contrario, el “maror” recuerda el largo y amargo exilio que los judíos padecieron en Egipto. Tal como es costumbre, se come primero “matzá” y luego el “maror”. Se interroga acerca de ello Rabi Iosef Ber Brisker: en realidad, más bien el “maror” (la amargura) estuvo antes que la “matzá”. ¿Por qué los judíos invirtieron el orden? Deberían comer antes el “maror” y recién después la “matzá”. Responde Rabi Iosef Ber así: recién entonces, cuando se ha probado ya el sabor de la redención, el sabor de la libertad, es que se puede comprender en su totalidad el sabor amargo del exilio. Porque mientras uno permanece demasiado sumido en el exilio, no siente en absoluto siquiera su gusto amargo. Por eso, es que se come primero la “matzá”...
El año que viene en Jerusalem Rabi Pinjás Kohen de Pressburg todos los años anhelaba viajar a Eretz Israel. Cada año, en Pésaj durante el seder, solía decir con toda su fuerza: “¡El año que viene en Jerusalem!” Más tarde, cuando ya pudo tener la suerte de vivir en Jerusalem, continuaba diciendo en Pésaj, con la misma intensidad: “¡El año que viene en Jerusalem!”. Una vez su hijo le dijo: “Padre, en realidad tu repetición de `El año que viene en Jerusalem´ es una plegaria sin sentido, porque tu ya estás en Jerusalem”.. -“Esa es precisamente mi plegaria, responde. Pido que también el año venidero yo pueda estar en Jerusalem. Y que no me vea obligado, Dios no lo permita, a irme de ella...”.
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