Guesharim


Guesharim - Puentes

B''H

La Primera Guerra Mundial, y la concreción del Estado Judío
Fronteras difusas

El rol geopolítico de las grandes
potencias de Occidente en Palestina,
y la creación del Estado de Israel

La aspiración territorial
Los judíos son, indudablemente,
el pueblo más antiguo con una
fuerte conciencia nacional y, sin
embargo, se necesitaron casi dos
mil años para que en este pueblo,
disperso y sin hogar propio, surgiese
otra vez la idea de tener su Estado
y vivir organizado en una nación.
El Dr. Teodoro Herzl fue el promotor
de esa idea, formalizando la
concepción de un sionismo exclusivamente
político.
En sus principios, Herzl pensó
pedir para la nación judía la soberanía
sobre un territorio que podría
ser Palestina, Uganda o la Argentina,
puesto que los dos últimos países
se habían hecho tentativas de
colonización por infiltración paulatina.
Pero, si bien la Argentina o
Uganda disponían de mejores condiciones
económicas, Palestina era
la patria histórica del pueblo judío.
Sin embargo, dos cosas no previó
Herzl con suficiente claridad: la
imposibilidad de Palestina de absorber
toda la población judía amenazada
y perseguida en la diáspora
durante la primera mitad del siglo
XX, y el creciente nacionalismo árabe
a partir de las campañas de Lawrence
de Arabia. Y estas dos cosas
significaron, desde entonces, un
grave peligro para sus ideas.

Conformación
de las naciones
La conformación
de las naciones
actuales, a lo largo
del siglo XIX, impulsó
el deseo de marcar
fronteras, fijándose
reglas y criterios
acordados
internacionalmente
para evitar conflictos
y discusiones. Y
es así que los mismos
criterios se quisieron
utilizar en el
Medio Oriente, desde la finalización
de la Primera Guerra Mundial,
a principios del siglo XX, cuando
aún las potencias mandatarias,
Francia e Inglaterra, recibieron a
su cargo la reorganización y la división
en estados del derrotado
Imperio Otomano.
Durante los siglos que precedieron
al siglo XX, toda la región
era parte del Imperio Otomano,
que se manejaba como una unidad
integral desde Viena hasta la
Península Arábiga y desde Persia
hasta Marruecos y que, para eficiencia
de organización, estaba
dividida en áreas administrativas
que no tenían necesidad de fronteras.
Era un “Imperio”, y no sólo
por su extensión, sino también
por su forma de gobierno, con pueblos distintos, lenguas diversas y
culturas diferentes, que circulaban libremente
dentro del inmenso territorio.
Durante el período otomano ni siquiera
existía una provincia “palestina”. Existía
la wilayet (gobernación) de Beirut,
cuya jurisdicción iba desde Turquía hasta
el Río Yarkón (Tel Aviv de hoy), que
incluía varios departamentos (sanyak):
Cidón, Acco, Nablus, etc.
Existía también la wilayet de Damasco,
que era responsable por toda la parte
al oriente de la depresión sirio-africana,
desde Turquía hasta el Mar Muerto.
Al sur, cruzaba una tercera, Hejaz,
que administraba los accesos a las ciudades
santas para el Islam de Meca y
Medina y se extendía desde la península
arábiga hasta la península de Sinaí,
incluyendo a Jerusalén, Jaffa, Beer
Sheva, Gaza, consideradas un sanyak exclusivo que dependía directamente del Gobierno
Central. Los términos Palestina y Tierra Santa, todavía
no estaban definidos y no eran parte de una
jerarquía administrativa propia.
Antecedentes regionales
Hacia 1860 la región comienza a despertar: el
cónsul francés propone cavar el Canal de Suez, y
Ferdinand De-Lesseps recibe licencia tanto del sultán
turco como del gobierno de El Cairo, y entre
1859 y 1869 concluye las obras. Los británicos, que
no participaron directamente en la construcción del
canal, ven en él “una línea vital para el Imperio Británico”
y, si bien los países de Europa no tenían
intereses en el Este, los ingleses tenían posiciones
en la ruta hacia la India: desde Gran Bretaña, pasando
por Gibraltar, Malta, Chipre, y estas rutas incluían
el interés por el canal.
Para ello, los británicos terminaron ocupando Egipto en 1882, luego de la apertura
del Canal de Suez, usándolo como
excusa para ocupar y controlar el país.
La línea divisoria de 1906
Más adelante, en octubre de 1906,
se establece una “línea de separación
administrativa” entre el willayet de Hijaz
y la gobernación de Jerusalén, por un
lado, y la península de Sinaí por el otro.
Esa línea divisoria, interna del Imperio
otomano, más tarde se convertirá en
la línea de separación entre el Estado
de Israel y la República de Egipto.
Vemos así que una línea fronteriza
se marca sin la participación de los
residentes locales: dos funcionarios,
uno turco y otro inglés, negocian, como
parte de un proceso diplomático, sin
injerencia alguna de la población, determinando
en la práctica que la población
beduina de la zona quede dividida
y las fuentes de agua quedaran,
casi todas, del lado egipcio bajo
control británico. Los caminos que conducían
de Akkaba al Mar Mediterráneo,
otrora bajo dominio turco, ahora quedan
también del lado egipcio, pudiendo
así controlar los británicos todos los
movimientos en la zona.
La Primera Guerra Mundial
En agosto de 1914 estalla la Primera
Guerra Mundial. Austria declara
la guerra a Serbia, Rusia apoya a los
serbios, Alemania apoya a los austríacos,
y luego se van sumando Inglaterra,
Francia, Italia y Estados Unidos.
Turquía se acopla al eje central de
Austria y Alemania, y esto convierte a
la frontera acordada en 1906 en línea
divisoria de potencias en guerra.
Gran Bretaña entiende que no podrá
defender sus intereses en Sinaí y
trata de llevar a cabo algunas operaciones
militares en la región. En
Gallipoli, Asia Menor, Inglaterra es vencida
por los turcos bajo el mando de
Mustafá Kamil Ataturk, quien adquiere
aquí su fama como brillante jefe militar
convirtiéndose en héroe nacional.
Los ingleses dejan más de 20.000
muertos en el campo de batalla y necesitan
urgentemente afianzarse en la zona de Medio Oriente, instando a las
tribus árabes, bajo el liderazgo del mítico
Lawrence de Arabia, a unirse para
luchar contra los turcos.
Enfoque Arabe - Solución
Hashemita
Los ingleses resuelven separar a
Egipto del Imperio otomano convirtiéndola
en Protectorado procurando rebelar
a los árabes en contra de
los turcos donde fuera posible.
Diversos personajes, como
Lawrence de Arabia, participan
en los intentos de levantamiento
hasta que se perfila la posibilidad
que Houssein, de la familia
Hashemita, descendientes
directos del Profeta - dirija
la rebelión contra los turcos a
cambio de dinero, armamento
e instructores militares. Así,
para 1915 y en plena guerra,
de tener éxito este plan, todo
el Medio Oriente árabe pasaría
al dominio de Houssein
como rey de la región.
De aquí, luego deducen los
árabes que toda Eretz Israel
les fue prometida por los ingleses,
ya en 1915. Pero, al
publicarse la Declaración
Balfour en 1917, y si bien los
árabes protestan, una carta
que firma el Ministro de Relaciones
Exteriores inglés a
Rothschild -no a Weitzman, de
la dirigencia sionista- expresa
que: “el Gobierno de Su Majestad
apoyará el establecimiento
de un Hogar Nacional
Judío en Palestina”, pero sin
definir territorio.
Para aquel momento, había
en Palestina 50 mil judíos
y 600 mil árabes y este punto
marca el comienzo de su “tragedia”
(nakba), ya que los ingleses
les habían prometido
esta extensión a ellos, y cuestionan
el criterio de prometer
territorios a los judíos, argumentando:
“¿Por qué no le dan
a los judíos lugar en Wales (territorio
de Gran Bretaña)?”.
La terminación del
Imperio Otomano
En 1916, para mediados de
la guerra (1914-1918), hay un
cambio de gobierno en Lon-
Por Samuel Leillen
Israel
dres y asume Lloyd George con
Balfour como canciller, comenzando a
modificar la estrategia y procurando el
derrumbe total del Imperio otomano
para controlar los territorios que se
desprendan de él. El gobierno turco accede
a la rendición en abril de 1918, y
los alemanes requieren la finalización
de la guerra el 11 de noviembre de ese
año.
En aquel momento, y con el triunfo
asegurado, los británicos controlan
toda la región, pero teniendo que cumplir
con sus compromisos. Del Medio
Oriente se presentan cinco grupos con
aspiraciones territoriales: los armenios,
los kurdos, los cristianos del Líbano
(que piden su propio país), el Emir
Feisal, que reclama lo que le habían
prometido los ingleses, y una represen tación del Movimiento Sionista también
reclama lo expresado en la Declaración
Balfour.
La región comienza a conformarse
en diversas nacionalidades que dejan,
por exclusión, un área llamada “Eretz
Israel”, no claramente demarcada.
Los británicos introducen ciertas modificaciones:
el área
de Alepo, Hamma y
Damasco. Definen Líbano
como no árabe
musulmán, y de mayoría
cristiana, y la
región pasa al dominio
francés. De esta
manera aseguran Líbano
y Siria para los
franceses, y más tarde
Líbano declara su
independencia de los
franceses el 22 de noviembre de 1943, separándose de
los sirios, quienes lo hacen el 17 de abril de 1946.
Es decir, todos reciben alguna parte, todos están representados:
los países europeos, los árabes cristianos
y los árabes musulmanes. Los únicos que quedan fuera
de las tratativas son los judíos.
¿Y el territorio para los judíos?
Los sionistas deben redactar las razones de sus aspiraciones:
no pueden reclamar por realidades presentes
pues los judíos no están en la zona, y prefieren no
presentar razones históricas, porque suponen que se
pueden rebatir fácilmente después de 1300 años de presencia
árabe. Entonces, sin siquiera imaginar lo que sucedería
algunas décadas después, con el Holocausto, invocan “la ley natural de los pueblos:
cada pueblo tiene derecho a su territorio
y en la Resolución de las Naciones Unidas”.
Y así vemos que, desde mucho antes
de la Declaración de la Independencia
de Israel, en 1948, aún se sigue discutiendo
cuáles serán las fronteras de
Israel. En cuanto al resto, comisiones
internacionales, guerras y armisticios,
mediadores y congresos, terrorismo y
guerrillas, ocupaciones y retiradas, todos
ellos no han podido resolver aún cuál es
el mapa definitivo de la región, casi un
siglo después de la disolución del Imperio
Otomano.
Septiembre 2010 / Elul 5770

Revista de historia y cultura judía. Publicada por A.I.S.A. Asociación Israelita Sefaradí Argentina

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