Renunciar al egoísmo
Renunciar al yo no significa saltar de un puente.
Renunciar al yo significa entregar el “yo”. Dejar de lado
el “yo quiero”, el “yo necesito”, el “yo pienso que...”.
Incluso el “yo soy”.
La renuncia al yo es el impulso subliminal detrás
de todos los genuinos actos de bien. Pero, a medida
que el mundo se hace más materialista y los desafíos
más grandes, la renuncia al yo no puede permanecer
tan subliminal.
La confianza se encuentra principalmente
entre los humildes.
Moshé (Moisés) fue el hombre más humilde. Aún
así, tuvo la confianza necesaria para presentarse ante
el dictador más poderoso de la tierra y demandar sus
exigencias. Tuvo la confianza para estar de pie frente
a D-os y escuchar sin perder la compostura. Tuvo suficiente
confianza para discutir con D-os, cuando fue
necesario.
En su opinión, sin embargo, se consideraba nada.
La confianza de Moisés no era confianza en sí mismo,
en el “yo”. Él no tenía “yo”. No era más que un
agente de Arriba. Arriba hay poder infinito.
La autoconfianza es, en el mejor de los casos, limitada.
Pero si confías en Aquél que te envió aquí
para hacer lo que debes hacer, tal confianza no conoce
fronteras.
Luz y oscuridad
No tomes al mundo y su oscuridad
tan en serio. No es tan real como aparenta
ser. Es sólo una creación que está siendo
recreada de la nada absoluta a cada momento.
Lo único real respecto de él es su
razón de ser: que tú lo purifiques
Finitud y trascendencia
Somos todos prisioneros. Pero estamos
sentados sobre las llaves
La finitud es nuestra celda. El universo, la prisión.
Nuestro carcelero es el acto de existir.
Las llaves para la liberación están guardadas en
los puños rígidamente cerrados de nuestro propio ego.
El error primordial
El primer hombre y la mujer, en el Jardín del Edén,
comieron del Árbol del Conocimiento y adquirieron
conciencia de que existían. Desde entonces, esa conciencia
de sí mismos ha sido la raíz de toda desgracia.
Todo “yo” y “mí”, toda percepción de la propia existencia
es otra negación de la unión del Creador y Su
creación. Es una afirmación de que hay algo más, llamado
“yo”, que es autónomo respecto de aquello.
El objetivo de la humanidad es trascender el estado
de Adán y Eva en el Jardín. Alcanzar un estado en
el cual toda conciencia del ego carezca de sentido.
Un lugar llamado Edén que está más allá del Jardín.
El lugar del Ser Esencial de donde emanan todas las
delicias... “Y un río surgía del Edén para regar el Jardín.”
Ahora ya sabes el motivo interior por el cual comieron
del fruto.
Extraído del libro Trayendo el Cielo a la tierra
Del rabino Menajem M. Schneerson,
de Editorial Sigal.
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