Más antiguo que el Código Da Vinci, pero mucho más efectivo
Los judíos sefardíes son aquellos que provienen originalmente de España,
llamada Sefarad en hebreo y, como consecuencia de su peregrinaje
post inquisición, de la zona de Oriente Medio. Tal vez por esta razón
es que en la Argentina se los denomine turcos, independientemente
de que sean descendientes de personas que hayan llegado de Siria, Marruecos, Israel o de la propia Turquía. También son denominados “cotures”, pero, en este caso, el orden de los factores sí altera el producto.
Porque un “cotur” no es exactamente lo mismo que un “turco”,
sino que tiene todas sus características de manera potenciada: voz potente,
necesidad de hacerse notar y una capacidad de alimentación que haría enrojecer de envidia a un mismísimo campeón de Sumo.
Pero volviendo al tema que nos atañe, los “turcos” utilizan un códice
secreto compuesto por unas cuantas palabras del idioma árabe (o lo
que quedó de él, considerando que ya son tres generaciones de argentinos
modificando los términos originales), que son pocas pero muy significativas,
cada vez que quieren comunicar algo de lo que el resto del mundo no se debe enterar. Aquí, las pautas para emplearlo correctamente.
Sobre los términos puros Los términos puros son aquellos que se utilizan tal como estaban en el idioma original. Básicamente, los más importantes y útiles son alfadi, ishire, masari, jarta, y barrani, entre otros.
A simple vista (u oído, considerando que en general estas palabras se
escuchan, pero no se leen, ya que el códice es tan secreto que no pueden
dejarse vestigios en papel que puedan ser investigados por terceros) es
imposible determinar cuál es el equivalente en español para cada uno de
esos vocablos. El códice, entonces, debería ser un éxito.
El problema radica en que, en general, está siendo mal empleado como consecuencia de su utilización en el contexto de la lengua castellana.
Analicemos la siguiente conversación entre el “turco” A y el “turco” B:
A: ¿Trajiste el masari?
B: Sí, dos mil pesos.
A: ¿Cómo te lo facturo?
B: Mitad en blanco y mitad en
barrani.
A: ¿Y, es buena la mercadería
que te vendí?
B: No, la verdad es que es medio
alfadi.
Ante estas pocas palabras (y convengamos que los turcos pueden ser muy habladores antes de cerrar un negocio, pero no mucho más después de que la operación está finiquitada), el escucha inteligente puede saber, a ciencia cierta, qué es todo aquello que le están ocultando y hasta utilizar en un futuro
los términos masari como sinónimo de dinero, barrani como equivalente al negro fiscal y alfadi como alternativa para inútil, haciéndose pasar por un verdadero “turco” y obteniendo mejores descuentos por su mercadería.
El que vimos es el ejemplo más claro del mal uso del códice. Una versión
mejorada se da cuando se combinan expresiones habladas con “dígalo
con mímica”. Veamos la conversión de la primera parte de la conversación anterior: A: ¿Trajiste la masar? (nota del autor: masar es un término genérico, y así como muchos utilizan “el masari”, muchos otros prefieren “la masar”. Mientras los deudores paguen, a nadie le importa qué artículo se emplea).
B: ... (movimiento de cabeza seguido con un dos armado con los dedos índice y mayor, el vendedor sabe que se trata de dos unidades de mil).
No vamos a decir que en este caso se vuelve impenetrable, pero lo cierto es que el escucha casual debe, al menos, pensar un poco más antes de sacar deducciones
definitivas.
Sobre los términos castellanizados
Los años que los turcos llevan (llevamos, para qué me voy a seguir ocultando) viviendo en la Argentina motivó la castellanización de muchos de los términos del códice. Por ejemplo, es común que alguien diga masarear en lugar de pagar, dándole toda el aura de la gramática española al códice. Asimismo, un mentiroso es un jartero y una chica linda se describe a partir del término bilingüe
compuesto, shafe total.
Lo interesante es que algunos términos llegaron a perder su versión original, y sólo se usan en la forma castellanizada. Si un turco le quiere decir a otro de su especie que mire algo (que el resto del mundo circundante no debe mirar) lo más probable es que le diga: “Shufeá eso”, con la conjugación española del verbo shuf, mirar en árabe, cuya forma original está prácticamente en desuso. Del mismo modo, dos turcos que quieren ingresar en una cancha de fútbol sin abonar el importe correspondiente a la entrada (seguro que todos los “turcos”
lectores acaban de poner cara de “yo jamás haría eso”... vamos, no sean jarteros), se dirán uno al otro no bien descubran un vestigio en el que no hay guardias de seguridad: “Futeá por ahí”, empleando así una forma del
verbo fut (irse, escapar) digna de la Real Academia Española.
Uso correcto e incorrecto del códice Peor que a los turcos les fue a los rusos, los asquenazíes, que no pudieron ocultarle al mundo su códice, y por ejemplo todo el mundo entiende que la shikse cobra por horas para limpiar la casa, o que un mishíguene no está en sus cabales. Como un servicio a la comunidad,
y para evitar que los no-turcos sigan penetrando en el códice secreto hasta llegar a la situación de los rusos, daremos un breve repaso de ejemplos con el uso correcto de los términos principales:
Código: ishire
Significado: empleada doméstica.
Mal uso: “Pedile a la ishire que limpie la cocina” (con la ishire escuchando).
Uso correcto: balbuceo de algunos términos de la oración, acompañados con gestos obvios pero invisibles para la chica de la limpieza, como “ishire... cocina”, haciendo, en el espacio que ocupan los puntos suspensivos, un movimiento frenético con las manos, simulando que se trapea una mesa.
Código: jarta Significado: mentira (se usa en general para referirse a la chantada, al verso que permite tomar una ventajita). Mal uso: “¿Le digo la verdad o le mando una jarta? (dicho frente a un cliente que acaba de preguntar si ese género de tela es bueno, ante su atónita mirada, señal inequívoca de que entendió el contenido del código).
Uso correcto: utilización de la forma castellanizada para generar confusión, en una pregunta de una única palabra: “¿Jakeo?” (ante la misma situación del cliente ubicado allí mismo, viendo lo que sucede).
Código: meshnún
Significado: loco. Cuando la persona pierde los estribos sin que medie una razón explicable.
Mal uso: “Guarda con éste, que está medio meshnún” (dicho frente a un cliente que acaba de quejarse, al tiempo que se hace girar el dedo índice cerca de la sien).
Uso correcto: “El señor es un meshnún” (dicho en voz baja y sin marcar ningún gesto).
Código: jarfán
Significado: delirado, fuera de la realidad.
Su uso es similar al que se recomienda para meshnún.
Código: crefes
Significado: judíos asquenazíes.
Mal uso: cualquiera que se le dé, porque a esta altura, convengamos, todos los crefes saben lo que crefes significa. Ah, la forma femenina es crefsíe.
Con estos pocos ejemplos (hay cientos, pero este tema da en realidad para un tratado completo) uno puede seguir andando por la vida hablando sobre los demás
sin que estos entiendan. Siempre con el riesgo de que alguien que esté al tanto de la existencia del códice o de algunos de sus términos nos ponga un ojo morado. Pero quién nos quita lo bailado.
Ahora me futeo para poder seguir escribiendo el próximo capítulo sobre nuestros hermanos azhquenazim.
Extraído del libro Manual del Buen Judío. Ed. Sudamericana, 2007
|
|