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En la senda del papiro
Los grandes templos judíos del exilio

Por Por Stephen Rosenberg

Un hecho poco conocido, es que alguna vez existieron dos grandes templos judíos en el Antiguo Egipto, paralelos al de Jerusalem, y si bien ambos fueron hallados en el último siglo, extrañamente la ubicación exacta de uno de ellos se volvería a perder.
Radicados en las ciudades de Leontópolis y Elefantina, y mencionados en el Talmud, estos grandes centros de culto judío, construidos en los tiempos del primer exilio, recién habrían de ser descubiertos (sólo uno de ellos), gracias a unos antiguos papiros escritos en arameo para finales del siglo XX.

El Templo de Onías
No es hecho muy conocido el que señala la existencia de dos grandes templos judíos en el Antiguo Egipto, ya que este dato, al no figurar expresamente en nuestras fuentes talmúdicas, cuenta con una muy escasa, o nula, corroboración
actual.

Pero estos templos, aunque su existencia fue muy bien certificada por fuentes y escritos antiguos, han recibido muy poca atención por parte de nuestros historiadores contemporáneos.
Uno de esos templos, de alrededor de 2200 años de antigüedad, habiendo sido bien conocido desde Flavio Josefo, incluso es mencionado brevemente en el Talmud babilónico, cuatro siglos después, como el Templo de Onias.
Este templo, ubicado en la antigua ciudad de Leontopolis, fue descubierto
accidentalmente para principios del siglo XX por arqueólogos británicos,
pero luego, con el descubrimiento del monumental complejo mortuorio de las
tumbas faraónicas del Valle de los Reyes, el hallazgo dejó de ser importante
y su ubicación exacta habría de perderse nuevamente.
El Templo de Elefantina Por otra parte, recientemente se descubrieron las ruinas un segundo gran templo judío, ubicado en la ciudad fortaleza de Elefantina que data de los tiempos de Alejandro Magno en el siglo IV A.E.C.
Esta ciudad fortaleza, ubicada en una pequeña isla en el Delta del río
Nilo, había sido utilizada por soldados judíos quienes luchaban bajo las
órdenes de Alejandro Magno, construyendo allí un puesto militar de avanzada
en la conquista de Egipto, y fundando en ese lugar una de las primeras
comunidades judías en Egipto.
Onías: Un Sumo Sacerdote en Egipto Josefo describe el Templo de Onias como similar y a la vez diferente a Jerusalem. En su obra, Las antigüedades, el historiador aduce que si bien el templo era igual al de Jerusalem, en otra de sus obras, La Guerra de los Judíos, escribe que Onias lo construyó como una fortaleza de alrededor de 30 metros de altura. Pero, ¿quién era Onias? Su nombre, en hebreo, es Joniah, el mismo que llevaban varios de los Sumos Sacerdotes descendientes de Shimón Ha’Tzadik, y seguramente este Onías era Joniah IV, que impedido de seguir los pasos de su padre, ya que
habría de ser suplantado en el Sumo Sacerdocio por el helenizado Jason durante
la ocupación greco-seléucida, habría de construir un Segundo Bet Hamikdash en el
Egipto greco-ptomoméico más tolerante.
Fue así como Joniah IV se marchó a Egipto y comenzó la construcción del Templo
de Leontopolis, con el aval del Faraón Ptolomeo IV y su reina, Cleopatra I (no se trata de la famosa Cleopatra VII), en algún lugar al norte de donde hoy está El Cairo.
Esto, que habría de suceder alrededor del año 170 AEC, obedeció a una estrategia del monarca egipcio, quien buscando el apoyo de Joniah para reimponer la dominación ptoloméica en el sur de Palestina, logró convencer
a Joniah para organizar un batallón militar judío, y a cambio de esto Ptolomeo le permitió construir un Gran Templo (paralelo al de Jerusalem) en la región.
En el Talmud El recinto, que obtuvo cierto grado de legitimidad en el Talmud, al ser creado por el hijo de un sumo sacerdote tradicional (Onías IV) y, según la fuente, así se cumpliría la Profecía de Isaías en que: “En ese día se erigirá un altar a D’s justo en medio de la Tierra de Egipto…” (19:19). Más aún la Mishná afirma que un sacrificio hecho en Egipto podía ser redimido en Leontopolis, pero un Cohen (sacerdote) que haya servido en Egipto, entonces no podía oficiar en Jerusalem a pesar de serle permitido comer truma, o el alimento sacerdotal derivados de los sacrificios. (Menahot 13:10). Este templo,
que subsistió por más de 200 años, finalmente fue destruido en el 73 DEC, poco
después de la destrucción de Jerusalem, por turbas exaltadas instigadas por los sacerdotes paganos egipcios.
El descubrimiento En 1906, el famoso egiptólogo Sir William Flinders Petrie, declaró haber hallado el templo de Onias, en un lugar llamado Tel Ha’Yehudim (Colina de los Judíos), junto a la ciudad de Ramses II. El extraño evento, que
habría de despertar gran interés en las comunidades judías europeas, hizo que las mismas convocaran al catedrático para brindar una conferencia en el King’s
College de Londres. En dicha conferencia, Flinders expuso una maqueta a escala del templo, similar a la fortaleza descrita por Josefo, e invitó a todos los presentes a una demostración en la Universidad del King’s
College. Hermann Adler, el gran Rabino británico por aquel entonces, agradeció a Petrie por su gran descubrimiento y servicio a la comunidad judía.
Pero desafortunadamente, y debido a razones no del todo aclaradas, el modelo
realizado por Petrie desapareció, así como también el lugar de referencia del descubrimiento. Posteriores expediciones arqueológicas recientes, han intentado, fallidamente, encontrar el lugar en cuestión, aunque sí se
encontró un cementerio judío antiguo en las cercanías, lo que podría confirmar la veracidad de aquel primer descubrimiento.

Los papiros
Pero no sucedió lo mismo respecto del templo de Elefantina ubicado a 700 kilómetros al sur del Nilo. Esta antigua fortificación judía, ubicada en la frontera sur del antiguo Egipto justo frente a la ciudad de Asuán, es
mencionada por el Profeta Ezequiel como Syene (Siena) (29:10). En 1893,
arqueólogos británicos descubrieron allí papiros en idioma arameo que, más tarde, revelaron la existencia de una colonia militar compuesta exclusivamente de judíos, quienes actuaron como mercenarios de los egipcios y tiempo después para persas y griegos, vigilando las fronteras del sur para ellos. Estos judíos fundaron su municipio, y construyeron su propio templo antes de la
llegada de los persas, en el 525 AEC, cuando Cambises, hijo de Ciro II, conquistó Egipto.
A medida que se fueron hallando más papiros en Elefantina y Asuán, estos fueron
descifrados por expertos británicos y alemanes antes de la Primera Guerra Mundial. Y si bien ya para aquel entonces se descubrió la existencia de este asentamiento militar judío, la existencia del templo sólo habría de ser confirmada recién para finales del siglo XX por arqueólogos israelíes y alemanes.
A tal fin, en 1959 un equipo arqueológico alemán comenzó los trabajos de excavación en la isla con el fin de clasificar y restaurar varios de los templos egipcios existentes, especialmente los dedicados al dios Khnum (representado por un carnero), que se hallaban entre las ruinas.
Más adelante, y en los siguientes 40 años, el equipo alemán se unió a un grupo
suizo y comenzaron a descubrir los restos de muchos de los templos y diversas ruinas de lo que ellos llamaban la aldea aramea del Período Persa del Siglo V AEC. Para 1990, arqueólogos alemanes e israelíes realizaron excavaciones en las ruinas de casas judías, identificadas por Bezalel Porten, de la Universidad Hebrea de Jerusalem, en base a los papiros arameos. Ya para el año 2.000, y exactamente en el sitio sugerido por estos antiguos papiros, finalmente lograron
hallar los restos del templo judío.

Destrucciones y reconstrucciones
En los papiros encontrados, no sólo se había encontrado la clave para su posterior descubrimiento, sino también estos contenían información sobre la destrucción de parte del templo en manos de los sacerdotes egipcios de Khnum e, incluso, estos documentos contienen un llamado al gobernador persa, en ese entonces en Jerusalem, pidiéndole protección. Fue así que, tres años
después, el templo fue reconstruido aunque el patio debió ser reducido para permitir la expansión del Templo de Khnum, y los judíos, por orden del emperador persa, debieron acatar la orden de dejar de ofrecer sacrificios de animales para evitar confrontaciones.
Esto, que corrobora que se allí se habían ofrecido tales sacrificios en el pasado, constituia un anatema para los sacerdotes del dios cabeza-de-carnero Khnum, especialmente en cuanto a la oveja sacrificial de Pesaj. Por todo esto, hoy sabemos que las tropas judías respetaban Pesaj, festejo que había sido específicamente ordenado por el Emperador persa, contando ello en uno de
los papiros del 419 AEC. El decreto del emperador persa, extrañamente, incluia el hacerlo durante los siete días posteriores al 14 de Nisan, incluyendo el no comer levadura ni tomar cerveza (bebida originaria del antiguo Egipto).
Pero aunque el templo fue reconstruido, poco antes del 400 AEC, no mucho tiempo
después de que los persas fueran expulsados de Egipto, el templo terminó siendo destruido definitivamente por los egipcios, y los judíos de Elefantina comenzaron a emigrar hacia el sur de Palestina. Los primeros asentamientos
judíos en Elefantina ¿Pero de dónde vinieron los judíos en el Siglo VI A.E.C.? Una respuesta simple a la pregunta, es que llegaron a Jerusalem luego de la conquista persa de la ciudad en el 586 AEC, y se marcharon a Egipto con Jeremías después del asesinato del gobernador Gedaliah por los asirios. Pero muchos historiadores contemporáneos consideran que los judíos debieron llegar allí mucho tiempo antes, cuando el Rey Menashe profanó el templo de Jerusalem y, de ese modo, pudo conseguir los recursos necesarios para asentarse en Elefantina y construir su propio templo antes del 525 AEC.
En cambio, otra teoría a este enigma, es que los hebreos llegaron del Reino judío del Norte (Israel), luego de la caída de Samaria en el 722 AEC., y siendo deportados, primero a Asiria y luego a Babilonia, tiempo después los habrían
de llevar a Egipto para utilizarlos como mercenarios en la frontera sur del imperio persa. Esta presunción, se basa en el hecho de que el santuario en Elefantina guarda fuertes similitudes en cuanto a su forma y dimensiones con el Tabernáculo, que probablemente hayan erigido en Shiló, cuya imagen fue retenida con mucha más fuerza en la memoria popular de Israel del Norte, que la imagen del Templo de Jerusalem mismo.

Extraido del Jerusalem Post
Marzo de 2010 / Nisan del 5770  Año 9 Nº 33

Revista de historia y cultura judía. Publicada por A.I.S.A. Asociación Israelita Sefaradí Argentina

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