Vida y obra del Primer Gran Rabino de Israel
En las ieshivot como en las universidades se dictan cursos sobre su filosofía. Siempre habló de las preocupaciones del judío del siglo XX. Ante las persecuciones en Rusia, al igual en la Alemania Nazi (1933), instó a formar una institución para salvarlos y promover la reconstrucción de Israel en un sentido religioso, redentor y mesiánico en el sionismo laico de los primeros jalutzim (pioneros). “El vínculo entre Am Israel (pueblo de Israel) y Eretz Israel (Tierra de Israel) no es resultado de causas históricas, sino divinas”.
Abraham Isaac, el primer Gran Rabino Ashkenazí de Eretz Israel, fue una de las figuras religiosas más distinguidas en la vida judía del siglo XX. Pensador, poeta y místico, además de catedrático ilustre, alcanzó renombre tanto por el brillo de su personalidad como por su devoción a la causa del renacimiento sionista. Uno de los rasgos más remarcables de la vida cultural del Israel de hoy, lo ofrece el renovado interés en el pensamiento del Rabino Kook, su deceso, acaecido en el año 1935. De un modo significativo, ese interés es compartido por todas las corrientes de opinión del pueblo israelí y sus escritos son tema de estudio tanto en ieshivot como en universidades de Israel.
¿Quién fue?
Su vida desconcertó tanto a sus partidarios como a sus oponentes, por ser un rabino ortodoxo que encontraba un sentido religioso, redentor y mesiánico en el sionismo laico de los primeros jalutzim (pioneros), entre los años 1904 y 1935. El Rabino Kook rechazaba vivamente la idea de que los judíos religiosos debían apartarse de los no religiosos. Su famosa tolerancia dio origen a la legendaria imagen de un místico cordial y pacífico para quien la vida no contiene el mal.
Defendió causas impopulares y resistió firmemente las presiones para adecuarse a las corrientes en boga.
Concretó su aliá y participó activamente en la Reconstrucción y colonización de Eretz Israel tras una invitación de la Kehilá de Iafo que lo requería para dirigirla como Rabino, a la que llegó a lafo el 28 de lar de 5664 (1904), para convertirse en el dirigente espiritual de los colonos de los nuevos asentamientos.
El Rav reconoció el lazo existente entre el momento histórico del mundo, relacionado con el momento histórico del
Pueblo de Israel. Vio en esta guerra, el quebrantamiento de la cultura europea, que debería traer tras de sí, el perfeccionamiento de la humanidad y la reconstrucción del Pueblo Judío.
Nombramiento y Eretz Israel
Los Rabanim de Ierushalaim lo designan como el Gran Rabino de la Ciudad Santa (5679). Dos años después se funda la Rabanut Harashit de Eretz Israel (el Superior Rabinato) y el Rav Kook es elegido como el Gran Rabino Ashkenazi de Israel acompañado por el Rabino Iaacov Meir (de Rishón Letzión y Gran Rabino Sefaradí). También se convirtió en el Rabino de los judíos de la Diáspora. Época intermedia entre las dos grandes guerras estuvo llena de acontecimientos de suma envergadura en él mundo y en Israel.
En la edad moderna, numerosos judíos comenzaron a excluir a la religión de la nacionalidad judía. Para Kook, esa era la paradójica tragedia de nuestra generación. Resultaba trágico que el sionismo se difundiese en una época de crisis para todas las religiones, incluyendo la judía. El retorno al país capacitaría al pueblo judío a abrazar y a desarrollar una vida religiosa plena e integrada. Aunque el pueblo judío había tenido éxito en la tarea de preservar su devoción religiosa y su estilo de vida en las condiciones de la diáspora, la religión terminaba por desvirtuarse en el
exilio. Sólo el sionismo era capaz de lograr que la nación judía y el judaísmo retornasen a una vida independiente
y floreciente, redimiéndolos de las restricciones sofocantes del galut. En opinión de Kuk, el retorno a la patria representaba un renacimiento nacional que habría de desembocar en un renacimiento religioso y en la atjalta di' gueula, es decir, el comienzo del proceso histórico que conduciría finalmente a la redención mesiánica.
Sionismo significaba no sólo la restitución del pueblo judío a su patria ancestral, sino también el trabajo por la redención que finalmente salvaría tanto al pueblo de Israel como a la humanidad entera.
El vínculo entre Am Israel (pueblo de Israel) y Eretz Israel (Tierra de Israel) no es resultado de causas históricas. La "elección" le fue impuesta por voluntad divina a un pueblo pertinaz y recalcitrante, no como una recompensa sino como una exigencia; esa "elección" se m a n t i e n e inalterada a pesar de la rebelión del pueblo judío y de las aberraciones de que se hizo culpable, y el pueblo judío sigue obligado a aceptar el reto divino.
(*) Informe: Dr. Abramovici Levin - Edición: Matias Mondschein. Ver informe completo en la web.
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