CORREO DE LECTORES
A DIOS A UN AMIGO
Luis era así como un porteño de Padua. Su presencia, su decir, su amor al tango, su pasión boquense, no nos hacían dudar al respecto. Conocía la historia de Padua al dedillo, de la cual fue parte ya que la transito durante todo lo largo de su vida, y aunque era un hombre joven siempre matizaba la charla, con sus recuerdos, los hechos acaecidos en esta también joven ciudad.
Era un laburante del libro, su misión fue acercar la lectura a los lugares más recónditos del país, vivía de ello, y su labor obligó a recorrer incansablemente toda la geografía nacional, gracias a ello, como nadie, pudo palpitar la realidad argentina en cada una de las vicisitudes que se vieron a lo largo de toda su gestión, preocupado por los intereses nacionales no se puede discutir que vivió todos esos acontecimientos interesado en el bien común.
Como pocos dejó todo por su familia, vivió y respiró por su mujer y sus hijos, a quien les prodigó un hogar digno, y las condiciones para que se desarrollen plenamente.
Los chicos, nuestros hijos no van a poder olvidar su permanente presencia conduciendo su inolvidable Renault rojo para llevarlos y traerlos del Kinder, siempre puntual siempre con la mejor disposición, seguramente ya debe haber una huella forjada por su automóvil entre Padua y Morón en su incesante ir y venir, para que no se pierdan ninguna actividad.
Para nosotros sus amigos, cuando se encienda nuevamente la parrilla del Shule, el humo del fuego dibujará su figura, siempre disponible para satisfacer nuestros gustos, alimentar nuestros caprichos, a la hora exacta en que nuestros cuerpos necesiten saciar el hambre, con las exquisiteces que allí se asen.
En más de dos décadas que compartimos los momentos más íntimos de nuestras vidas, criando juntos a nuestros hijos, lidiando juntos con nuestros padres, festejando todo lo posible, hemos aprendido a querernos y respetarnos.
Sobrio, austero, discreto, Luis, sin embargo, hacía sentir su presencia con su estilo señorial; su partida tomó el mismo tino, se fue una mañana lloviznosa y gélida de un invierno que aún se encontraba en sus albores, casi imperceptiblemente, sin alarmar, sin molestar.
No obstante lo discreto de su vivir y lo imperceptible de su partir, nosotros sus amigos no queremos que su memoria se esfume en vano, por ello es que queremos rendir éste pequeño homenaje, para resaltar sus virtudes las cuales deben realimentarnos para poder continuar la lucha de la vida cotidiana.
Sea entonces, su sobriedad, su discreción, su austeridad, su entera disposición a la familia y a sus amigos, su amor y conocimiento de su terruño y de su país, los hitos fundamentales que debemos tomar como ejemplo nosotros y nuestros hijos de su vida, para seguir el camino, en fin para consolar nuestro dolor y poder seguir viviendo.
Luis Tiago, descanse en paz
Oscar Roberto Mendiuk
San Antonio de Padua
|
|
|
|
|
|