En las vísperas de Januca, la fiesta de las luminarias, se apagó silenciosamente una luz que brillo en nuestra comunidad.Nos dejo el Dr. David Goldberg.
Fue marido, padre, hermano, compañero, médico, amigo, consejero, líder, destacado dirigente comunitario, ejemplo para su generación y las que le
sigan. Su sentido de la amistad y simpatía sin límites dejan un recuerdo imborrable en todos aquellos que tuvimos la suerte de conocerlo. Fue dirigente comunitario, tesorero y presidente de la DAIA.
Su gestión al frente de dicha institución fue un punto de inflexión en la historia comunitaria.
Su decisión de luchar contra el antisemitismo y la discriminación, lo llevó a ampliar los límites del accionar institucional. Estaba convencido de la imposibilidad de lograr éxito en la lucha contra el
antisemitismo, si al mismo tiempo, no se luchaba contra toda forma de discriminación y xenofobia, ampliando por ello el objetivo de la DAIA a la lucha contra todo tipo de persecución, y a la defensa de todos los derechos humanos, reconociendo que no hay vida digna fuera del sistema democrático.
Dio a la lucha contra el antisemitismo un sesgo diferente y totalmente novedoso.
Terminó con el sistema de combatir el antisemitismo solamente mediante visitas a las autoridades para presentar queja y solicitar protección y la publicación en los medios de solicitadas ante cada ataque.
La DAIA bajo su presidencia fue reconocida como lo que es, la única representación política de la comunidad judeo-argentina. Ejerció su función a través de la acción política, educativa, legal y jurídica. Peticionó acorde con los derechos constitucionales, enfrentó los ataques contra la comunidad con todas sus fuerzas haciendo abstracción de cuan alto cargo pudiera estar ejerciendo el ofensor.
Enseñó a sus compañeros de tareas que "hay hechos que tenemos que encabezar y hay hechos en los que debemos acompañar, pero en ninguno de ellos debemos estar ausentes". Ante la falta de medios genuinos para encarar la tarea, creó la Fundación Amigos de DAIA, para de esa manera dar la posibilidad de participar a todos los miembros de la comunidad en las tareas de la institución y en su financiamiento, sacándola de la situación de mendicidad a la que la falta de aportes la obligaba.
El mayor y más importante de sus éxitos fue haber conseguido el dictado de la Ley Antidiscriminatoria, previa masiva manifestación en la plaza Houssay.
Estaba convencido que la educación es la herramienta primordial; por ello, tomó contacto con todas las expresiones de la vida ciudadana, los gobiernos
a través de todos sus poderes tanto Nacional como provinciales, las distintas expresiones políticas democráticas, los distintos credos, las instituciones defensoras de los derechos humanos, los sindicatos, las
asociaciones de profesionales, las fuerzas armadas y de seguridad y todo aquél lugar donde se consideraba necesario llevar la vos de nuestra comunidad, difundir sus valores, combatir añejos prejuicios, y ofrecer ayuda
donde ésta fuera necesaria.
Fue profundamente sionista, y uno de los primeros en nuestro país en señalar que bajo el nombre de antisionismo se desarrollaba en realidad una
nueva forma de antisemitismo.
Luchó denodadamente contra de la calificación de sionismo=racismo de las Naciones Unidas, no dejando pasar oportunidad para plantear el reclamo de
nuestra comunidad en éste sentido ante las autoridades nacionales, y en todo aquello que a criterio de la DAIA era una posición errada del gobierno Argentino frente al Estado de Israel.
David Golbderg no buscó protagonismos personales, abrió la DAIA a todas las expresiones del quehacer comunitario, evitando cuidadosamente, como
corresponde, de alinearse detrás de ningún gobierno ni línea política partidaria local.
Aquellos ante quienes debía representar a la comunidad, conocían la imposibilidad de cualquier tipo de sumisión o genuflexión de David ante ningún poder, por ello fue respetado y será recordado como un grande.
Despedimos a un argentino-judío nacido y criado en una pequeña localidad de la Provincia del Chaco, que defendió nuestros valores y nuestra dignidad.
Que su memoria sea bendita.
(*) El autor de esta carta es ex presidente de la DAIA
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