Esta semana se conmemora Tishá Be Ab, una fecha aciaga para el pueblo de Israel. Múltiples fueron los hechos que enlutaron este día a través de nuestra historia, entre los cuales recordamos la destrucción del Primer y Segundo Beit Hamikdash, la casa de DiÕs. Tanto Tishá Be Ab como sus días previos son jornadas de duelo. Existen diversas disposiciones que al respecto debemos observar, como no cortarse el pelo, no baóarse con agua caliente óaunque sí con agua a temperatura menor a la habitual, o lavarse por partesó, no escuchar música, no comer carne ni tomar vino. También rige un ayuno el día de su conmemoración, además de otras disposiciones como no saludar, no sentarse sino en sillas a no más de treinta centímetros del suelo o directamente en el suelo sobre algún objeto, y otras inherentes a este momento especial de duelo. La evocación a través de los siglos de un día triste, que representa una derrota para el pueblo judío, se apoya en la necesaria reflexión acerca de las causas que provocaron la tragedia. Y las verdaderas razoness no descansan en la fortaleza de nuestros enemigos, sino en nuestras propias debilidades. Es decir, tanto la destrucción del primer como del segundo Beit Hamikdash estuvo provocada por la conducta de los judíos, que trasuntó óentre otros erroresó en la idolatría, y la falta de unión entre hermanos. El respeto a las halajot óleyesó de Tishá Be Ab no tiene como objetivo el sufrimiento y la incomodidad meramente como una forma de provocarse un daóo o una molestia, sino para que cada judío haga tefilá órezoó, piense en el comportamiento errado de sus antepasados, y reflexione acerca de cuál es hoy su forma de actuar. En la última perashá de la semana, Debarim, leímos que Moshé le habló al pueblo de Israel en su propia lengua, y para ello empleó setenta idiomas: de esta manera nadie quedó sin entender el mensaje. Esto nos muestra que cualquiera de nosotros puede acercarse a la Torá sin ningún tipo de barreras, y vivir de acuerdo a sus preceptos. Sin embargo, ello no sucede así, y la prueba está en que DiÕs prometió que el nuevo Beit Hamikdash se construirá cuando los judíos hagamos Teshuvá, es decir, llegue el tiempo del arrepentimiento y retorno a una vida de Torá. Con lo cual, pensemos que si hoy fuera construído, probablemente se volvería a destruir. Ojalá que en este momento cada judío pueda sentirse como sus antepasados que se equivocaron, y podamos recapacitar, para que de esta forma este Tishá Be Ab sea el último
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