Sr. Director:
El canciller Luis Almagro pasará seguramente a la historia —si algún historiador se ocupa de él— como quien rompió con las mejores tradiciones de la diplomacia uruguaya. Su apoyo a la represión de Nicolás Maduro, su sumisión ante Buenos Aires, su aval a la marginación de Paraguay para posibilitar el ingreso ilegal de Venezuela al MERCOSUR, son algunas perlas en su collar de errores. Últimamente, en una campaña que ya se puede definir como de odio, ha apoyado y emitido todo tipo de declaraciones contra el Estado de Israel.
Vale recordar que la amistad entre Uruguay e Israel nace desde la independencia de dicho estado. El embajador Rodríguez Fabregat fue en la ONU un firme defensor de la misma, concretada en 1948. Las relaciones bilaterales se han fortalecido a lo largo de los años. Hoy en día, el estado hebreo se encuentra entre los principales clientes de productos nacionales y la balanza comercial es ampliamente favorable a nuestro país. Siendo la única democracia del Cercano Oriente, se dan frecuentes viajes de parlamentarios, así como de becarios para los cursos que Israel ofrece en infinidad de temas. Como ejemplo reciente, 250 estudiantes de Ciencias Económicas, en su viaje por el mundo, recibieron un curso de alto nivel en una universidad israelí durante cinco días. Otro nexo importante lo constituye la colectividad judía uruguaya, cuyos 25.000 integrantes tienen lógicos lazos de solidaridad y familiares en su Madre Patria (hay unos 14.000 uruguayos allá, 1.500 de los cuales no son judíos). Pero la solidaridad con la causa de Israel, que sólo consiste en vivir en paz y así se ha demostrado en los acuerdos firmados con Egipto y Jordania, tiene muchos más partidarios en Uruguay que la comunidad hebrea. Las encuestas realizadas siempre han mostrado una mayor identificación con Israel que con los países árabes.
Almagro, sin embargo, ha logrado en pocas semanas llevar las relaciones entre ambas naciones al punto más bajo de su historia. Es más, ha descargado una lluvia de agravios impropios de un canciller, fomentando el antisemitismo de sectores extremistas de derecha e izquierda. Es sabido que los extremos políticos se tocan.
En declaraciones recientes, afirmó el ministro: "Todo nuestro apoyo ha estado con la autoridad palestina… Hemos creído siempre que el camino que ha seguido el gobierno palestino ha sido el más conveniente, así que será un honor recibir a la delegación que visitará Montevideo la próxima semana". Y en otro medio afirmó: "Israel no puede hablar de 400 errores —en referencia a los civiles fallecidos en el conflicto con Hamás—… Hay que proteger a los civiles y no decir ¡ay, se me escapó!".
Bien, aquí sólo caben dos interpretaciones: Almagro no entiende lo básico del conflicto entre Hamás e Israel o es simplemente malintencionado. Me decanto totalmente por la segunda opción. El canciller sabe perfectamente que a Gaza —que no está ocupada por nadie desde 2005— la controla el grupo terrorista Hamás, cuya ideología es una mezcla de nazismo e islamismo fanático. A lo largo de años ha disparado miles de misiles contra territorio judío y asesinado a familias enteras mediante infiltraciones. Sus bases, depósitos de armas y lanzaderas de cohetes se ubican en hospitales, mezquitas y escuelas. No es un secreto: la propia ONU ha denunciado el uso de sus escuelas para ocultar misiles y los periodistas que han salido de Gaza lo han confirmado. Pero Almagro no ve esta realidad. Estos miles de horrores le son indiferentes. Es curioso, porque en su visita a Israel en 2012 el canciller fue recibido por los uruguayos del kibutz Ein Hashloshá, donde lo esperaron con un asado, y esa cooperativa —que se ubica al lado de la frontera con Gaza— ha sido blanco de cientos de misiles en las últimas semanas. Almagro seguramente lo sabe.
En definitiva, al asociar a Uruguay a la política del gobierno palestino, el ministro toma abiertamente partido, ignora los hechos y traiciona principios fundamentales de nuestra política exterior.
Quizás el cálculo del ministro sea aumentar el voto de su sector político en octubre, aunque no apunta al apoyo de demócratas. Almagro busca votos nazis.
Luis M. Fabregat Uruguay
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