Entre los personajes más representativos del Tercer Reich que debieron responder por los crímenes del régimen nazi, ninguno estuvo tan íntimamente vinculado a la elaboración y dirección de la llamada “solución final de la cuestión judía" como Adolf Eichmann. Herman Goering, juzgado en Nuremberg por el Tribunal Militar Internacional, fue a quien Hitler confió la cuestión judía. Pero él no se ocupó activa y personalmente sino de la expropiación de los bienes de los judíos. Muchos otros dirigentes o funcionarios que ocuparon altos cargos en la Oficina encargada del exterminio físico de los judíos se ocupaban de los aspectos secundarios de la “solución final”. Pero las funciones ejercidas por Eichmann, lo ubican en la convergencia entre las decisiones supremas y su puesta en práctica, de la que él era responsable. El dirigía la acción en sus menores detalles. El desarrollo del plan de exterminio de los judíos emprendido por el Tercer Reich es conocido actualmente en todos sus detalles. Lo que está sujeto a interrogantes es la fuente de las iniciativas fundamentales, las decisiones finales y su encadenamiento. Los documentos que poseemos permiten entrever un complejo conjunto de responsabilidades, donde el Führer imagina y decide y sus subordinados reciben y ejecutan sus órdenes.
El historiador Iehuda Bauer describe en tres frases los dramáticos tiempos vividos por los judíos bajo el régimen nazi. Primero dijeron que “no pueden vivir entre nosotros como judíos”; luego, “que no pueden vivir entre nosotros” y finalmente, “no pueden vivir”. La primera frase se relaciona con los primeros años del régimen cuando entre 1933 y 1935 se aplicaron medidas progresivamente restrictivas, excluyendo a los judíos paulatinamente económica y profesionalmente de la vida alemana. En esta fase, Eichmann no tuvo ninguna participación. Comenzará a estar activo a partir de la segunda fase, cuando primero se sancionaron las Leyes de Nuremberg en 1935, y luego cuando la numerosa comunidad judía de Austria se encontró dentro de las fronteras del Gran Reich, después de la anexión a Alemania en marzo de 1938.
Adolf Eichmann se ocupó de organizar la emigración de los judíos de Austria, mientras que sus bienes debían quedarse en el Reich. La Oficina Central para la Emigración Judía que Eichmann organizó, demostró ser muy eficaz, coordinando la acción de diversas autoridades y organismos, entre ellos organizaciones judías.
Eichmann se instalará en Berlín después de la derrota de Polonia. Entretanto estuvo encargado desde la creación del Protectorado de Bohemia y Moravia, de organizar en Praga una Oficina Central para la "solución de la cuestión judía", como en Viena, pero que se diferenciaba por la aplicación de procedimientos brutales y amenazas de internamiento en campos de concentración para obtener de la comunidad judía financiación para las deportaciones masivas de los judíos de condición humilde. El plan referente a la cuestión judía dentro del territorio ocupado estaba ya dispuesto en septiembre de 1939. Heydrich lo expuso entonces en una reunión resumiendo sus líneas directrices en una nota del 21-09 y comprendía dos puntos principales: los judíos debían ser evacuados de los territorios ocupados, que serían posteriormente anexionados al Reich, a la parte de los territorios polacos que quedarían fuera de las fronteras del Reich, y formarían el Gobierno General; en los territorios polacos de este Gobierno General, los judíos debían quedar reunidos en un pequeño número de centros urbanos, próximos a las líneas de ferrocarriles. Serían creados Consejos judíos bajo cuya responsabilidad se ejecutarán las órdenes alemanas. Se trataba de la "ghettoización" de los territorios polacos fuera del Reich. Otro plan elaborado por los servicios de Eichmann impulsa la inclusión, dentro del futuro tratado de paz con Francia, de una cláusula que permitiría la instalación de una reserva judía en la isla de Madagascar.
La tercera frase de Bauer alude a las nuevas perspectivas que se abren para la resolución de la cuestión judía durante los preparativos para la agresión contra la URSS. En marzo de 1941 Hitler ordena a la Comandancia de la Wehrmacht el exterminio de todos los comisarios políticos del Ejército Rojo, así como los prisioneros judíos o sospechosos de comunismo activo después de la invasión. Al mismo tiempo otorga a Himmler poderes especiales para suprimir a todos aquellos elementos de la población soviética que él estime peligrosos para la seguridad alemana u opuestos a sus intereses. Himmler ordenó entonces la formación de los llamados "grupos de acción" (Einsatzgruppen), estrechamente relacionados con la Wehrmacht. Su trabajo consistía en llevar a buen término la matanza de toda la población judía. El informe global de Heydrich, fechado el 20-02-1942', sobre los "Einsatzgruppen", dice textualmente: "La eliminación radical de los judíos" vista su "actitud hostil y criminal".
¿No podía esta condena a muerte impartida verbalmente por Hitler ser aplicada también al resto del judaísmo europeo? Sin duda alguna las autoridades nazis llegaron a esta conclusión. El 31-07-1941, comienza una nueva fase: por un decreto, Goering encarga a Heydrich preparar la "solución global" y "final" del problema judío. Dentro de las actividades que este decreto promueve, Eichmann continuará jugando un papel central. En octubre de 1941 se plantea abiertamente el problema de la técnica a emplear en el exterminio de los judíos en masa debido a las dificultades que provocarán las liquidaciones masivas en la URSS. El Ministerio para las Regiones Ocupadas del Este trata de organizar cámaras de gas con ayuda de un especialista de la Cancillería del Führer. Eichmann secundó este proyecto. Según el testimonio de Kurt Gerstein, oficial del Departamento Sanitario de la S.S., Günther, del R.S.H.A., le había transmitido en junio de 1942 la orden de trasladarse al campo de exterminio de Belzec para los ensayos de gaseamiento con ácido prúsico. Günther era el adjunto de Eichmann en la Sección IV-B-4. Hoess, comandante de Auschwitz, testimonia por su parte, que recibía todas las órdenes concernientes a los exterminios de judíos de Eichmann.
La nueva "solución" de la cuestión judía empieza a entrar en vigor entre octubre y noviembre de aquel año. Heydrich emprende su tarea convocando una conferencia entre las autoridades que serán llamadas más tarde a colaborar en dicha solución. La conferencia se realizó el 20-01-1942 en Wannsse. Eichmann forma parte de ella. No solamente ha sido el encargado de preparar la reunión y será luego el ejecutor de la mayor parte de las decisiones que en ella se tomen, sino que será también el encargado de organizar las deliberaciones sobre cuestiones en las que no existe acuerdo. Heydrich se proclama en ella, como investido por Goering del cargo de Encargado de la "preparación final" de la cuestión judía en Europa. Declara que la única posibilidad de "solución", y para la que ya ha sido obtenido el consentimiento del Führer, consiste en la "evacuación hacia el Este", solución ésta que reemplazaría a la de la emigración. En términos vagos, pero lo suficientemente sugerentes, Heydrich indica el sentido dado a esta "evacuación”. Todos los judíos aptos para el trabajo serán trasladados hacia el Este e internados en campos de trabajo. A lo largo de estas peregrinaciones trabajarán en la construcción de carreteras. La mayor parte de ellos sucumbirán antes de llegar a su destino.
Cuando se acerca la derrota, el furor de Eichmann por intensificar las deportaciones de los judíos hacia las cámaras de gas se desborda. Por el contrario, Himmler cree que su autoridad puede seducir a los aliados del Oeste, quienes encontrarán en su persona el hombre capaz de darles una Alemania todavía fuerte y controlada. Pero para ello, había que detener la acción contra los judíos. En octubre de 1944 el exterminio en los campos se detuvo, se ordena evitar las matanzas de última hora en los campos de concentración antes de su evacuación o rendición ante los Aliados. Eichmann aparece ahora como un saboteador de todas estas medidas y disposiciones, según diferentes testigos. Todos coinciden en afirmar la actitud negativa de Eichmann en los esfuerzos de última hora para detener las matanzas contra los judíos. Diría en su juicio: “Yo protestaría contra una sentencia que me encontrara culpable, como una persona que cumplió con lo que le exigía su juramento del cargo y la bandera y que tenía que servir su patria en aquella dura lucha. Al contrario de lo que han hecho muchos antiguos compañeros míos, yo puedo y yo quiero hablar y al mundo entero le grito: nosotros, los alemanes, cumplimos con nuestro deber y no somos culpables....Y estaba cada vez más convencido de la ineludible necesidad de una guerra total. Nuestros “delitos” se llevaron a cabo en una guerra total, una guerra que exigió millones de víctimas entre la población civil, que significó una lucha a vida o muerte y que el enemigo llevó adelante en forma despiadada...”
Cuando recordamos a Adolf Eichmann, el disciplinado oficinista que “cumplía órdenes, que no era responsable” recordamos también las palabras del fiscal Guidon Hausner: Eichmann tuvo un privilegio que sus víctimas no tuvieron: el derecho a la defensa y a un juicio justo. Cuando subió al cadalso, no era una víctima inocente, como los millones que había ayudado asesinar…,
(x) El autor de la nota es un prestigioso prof. de Historia Judía especializado en Estudios del Holocausto. Ensayista, conferencista.
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