Somos testigos últimamente de un fenómeno de “salvación de almas” (“jazará bitshuvá”) que se hace empleando un lenguaje violento y agresivo, a través de la coerción y la presión que no dejan casi lugar a la elección. ¿Acaso son medios apropiados?
Es sin duda un error pensar que es posible acercar gente al judaísmo a través de expresiones duras y violentas. Hay que acercar al prójimo empleando únicamente medios agradables y de armonía.
Como regla: la agresividad no ayuda. Un individuo no está dispuesto a pasar por un cambio interno a través de la presión y la coerción, y si en cierto caso sucede un cambio, habrá que considerar cuáles pueden ser los resultados. Quien actúa a partir de la imposición, sea externa o interna, es posible que deba hacer frente a un conflicto interno cada vez mayor, que pueda llevarlo al desmoronamiento y a que abandone por completo el judaísmo que ha aceptado.
Esto es cierto para el individuo así como para toda la comunidad. Así comenzó a sucederle al pueblo judío hace unos doscientos años atrás, época en la cual se rompieron los diques. Hasta entonces, casi todos los judíos cumplían las Mitzvot. Sin embargo, debido a que su fe no era suficientemente profunda e interna sino que estaba basada en un aprendizaje externo, todo se derrumbó.
No creemos que una persona pueda avanzar cuando las palabras de la Torá han sido introducidas en él por medios de presión. El cambio que tendrá lugar en él no será verdadero. Nuestro maestro, el Rav Tzvi Yehuda Kook, escribió: “Aumenten las fuerzas creativas positivas y reduzcan las negativas” (LeNetivot Israel, 1, 31). A veces, si bien hay lugar para una expresión negativa punzante, una gota amarga para ‘despertar’, el principal trabajo debe tener lugar a través de lo positivo. Las vías del ataque y la agresividad pueden influir en una parte pequeña y la menos selecta de la sociedad, pero, muchas veces, los resultados a largo plazo pueden ser peores. Debemos hacernos de mucha paciencia. “Paciencia” no significa “ociosidad”, sino “gran sabiduría”.
Debemos poner cuidado de no hablar en forma que ahorque al prójimo. Tampoco debemos dedicarnos a discusiones que aumenten la división. Nuestros Sabios dijeron: “Así como constituye una Mitzvá decir algo que será escuchado, también es una Mitzvá no decir algo que será ignorado” (Yebamot, 65a).
El comienzo de nuestro diálogo conjunto debe encontrarse en la respuesta a: ¿Qué es el pueblo judío? A medida que comprendamos qué somos, comprenderemos mejor qué es la Torá. En cierta ocasión, en un encuentro de soldados con nuestro maestro el Rav Tzvi Yehuda Kook, le preguntaron: “¿Qué es la Torá?”, él les respondió: “¡el pueblo judío (Am Israel)! El judaísmo comienza por el pueblo judío. “¿Qué es Pesaj?” Respondió: “¡Es el cumpleaños del pueblo judío! Todo retorna al pueblo judío” (Conversaciones del Rav Tzvi Yehuda, Am Israel). Debemos comprender quiénes somos y qué somos, para comprender que la Torá no es un amalgama de prácticas superficiales, sino la expresión espiritual más profunda de nuestra naturaleza. Asimismo, debemos comprender el concepto de Eretz Israel a partir del concepto de Am Israel.
Debemos también arrepentirnos (hacer “Tshuvá”) de los conceptos estereotipados de “dati-jiloni”, “religioso y secular”, aumentando nuestro amor a Israel. Hay que llevar a que los conceptos mismos se arrepientan (“lajzor bitshuvá”). Si bien, nos vemos a veces obligados a emplearlos, hay que evitarlos en lo posible durante la conversación. Debemos recalcar lo común, lo que nos une y no lo que nos separa. Lo que nos une es que todos pertenecemos al pueblo judío. No debemos eternizar, transformar en permanente, lo que nos separa.
También las divisiones entre la comunidad “religiosa-sionista” y la “religiosa-no sionista” son muy perjudiciales. Por lo tanto, debemos acercarnos unos a otros y conversar. Pero, ante todo, debe reinar el amor hacia todos los sectores de la población y sin duda hacia los Talmidei Jajamim (eruditos) no sionistas. Un día, un alumno le planteó a nuestro maestro el Rav Tzvi Yehuda Kook, críticas contra el rabino de Satmer. El Rabino lo hizo callar, reprendiéndolo: “¡En primer lugar debes aprender qué es un Talmid Jajam!”
Hillel dijo: “Encuéntrate entre los alumnos de Aarón… amando a los hombres y acercándolos a la Torá” (Avot, I). Rav Tzvi Yehuda Kook explica: “No está escrito: Ama a los hombres para acercarlos a la Torá”, ese no es un amor, sino un falso amor. Sino que está escrito: Ama a los hombres a partir del reconocimiento del principio unificador de la singularidad de Israel, y este amor, los acercará automáticamente a la Torá.
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