Cuando las autoridades de la organización islamista turca ‘pro-palestina’ IHH (la fletadora del Mavi-Mármara y otras cinco buques con los que pretendieron romper el bloqueo naval israelí a Gaza) difundieron imágenes tomadas por ellos mismos de cómo sus pacíficos activistas se emboscaron en espera de alguna acción israelí y del feroz trato que le propinaron a los primeros soldados de Tzahal que abordaron a dicho navío (descendiendo de helicópteros, provistos con armamento antimotines) lo que generó la necesariamente dura reacción del resto del personal militar que intervino en el operativo; sólo entonces, las fogosas críticas iniciales relacionadas con lo ejecutado en dicha acción por las Fuerzas de Defensa de Israel debieron aplacarse mundialmente.
Privados de ese jugoso tema, recientes publicaciones viraron de enfoque, retomando el tan reiterado tema de los cotidianos sufrimientos a los que estarían expuestos los pobres residentes del territorio de Gaza (atribuidos en forma exclusiva a Israel), y otras lindezas por el estilo.
Un ejemplo de ello es un artículo aparecido en La Nación (19/06/2010 - Pag. Nº:39) con la firma de ese sempiterno crítico anti-israelí, Mario Vargas Llosa, quien tras reconocer -de pasadita- los enormes valores culturales, científicos y democráticos que rigen plenos en Israel, nos brinda un rápido paneo de conocidos opinólogos que desde dentro del propio Estado Judío lo critican acremente -abusando de la libertad de expresión allí vigente- para luego utilizarlos – tanto a ellos como a sus dichos- como herramientas con las que introducir y justificar su muy retorcida visión de lo que ocurre en Gaza.
No está demás el decir que a ese territorio accedió desde Israel mismo. Que ningún otro país del mundo en estado de guerra le hubiera dado pase libre a territorio enemigo, y que sólo Israel es capaz de brindar a sus críticos la libertad de mirar por sí mismos todo aquello que quieran ver, y de difundirlo luego como les plazca.
Otro ejemplo es un artículo publicado en Perfil (20/06/2010 – Pag. Nº:34) con la rúbrica de un político argentino de cuartas, Julio Bárbaro, quien en una parte hace una comparación extraña y casi delirante entre Israel y Cuba, y en otra lo muestra como una especie de gendarme mundial (en versión liliputiense) y al cual atribuye atrocidades que a su estrecho entender darían razón a cierto rebrote anti-israelí ¿o será anti-judío?, tanto de derechas como de izquierdas.
NINGÚN DETRACTOR DE ISRAEL, HABLA A LAS CLARAS SOBRE EL HAMÁS.
Nada dicen ellos sobre su guerra abierta contra un país al que no se le reconoce siquiera el derecho a existir; ni sobre su sistemática cultura del terror, enfocada por años hacia la población civil israelí; ni de cómo retacea a su propio pueblo los medios humanitarios recibidos a través de la frontera israelí (sean éstos víveres, medicamentos y/o materiales) para destinarlos a sus reservas de guerra miliciana; ni de que Gaza no tendría luz ni agua potable si no fuera por su provisión cotidiana desde Israel, pues el Hamás utiliza toda ayuda dineraria recibida desde el exterior para la compra de armas en el mercado negro, en lugar de adquirir y equiparse con instalaciones comunitarias básicas para su pueblo.
Critican el cerco de seguridad impuesto por Israel, pero omiten el establecido por Egipto (cuyas autoridades no están dispuestas a que la fanática filosofía del Hamás prenda y se expanda en su propio territorio).
Tampoco hablan acerca de una población palestinense que soporta, aupa y aún escuda al Hamás (algunos por voluntad y los más por temor), no tanto por su odio hacia Israel, sino como repudio a la codicia y corruptela que en su debido momento impregnó a los funcionarios del gobierno que precedió al Hamás, la Administración Nacional Palestina (otro Frankenstein, pero con piel de oveja).
Cuando uno observa todo esto, no puede evitar rememorar al ideólogo de la feroz propaganda nazi, Joseph Goebbels, y su terrible frase “miente, miente, que algo quedará”. Estoy seguro que nunca imaginó cuan vigente estaría 75 años después.
ALBERTO JORGE SILBERSZTEIN ( junio 2010)
Cap. Fed.
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