Mi pequeño Guilad. Envío esta carta a uno de mis hijos. Habrá pasado más de un año desde que los locos de Dios, amantes del odio y destructores de libertad, te secuestraron.Tu mirada, la de un joven de de 18 años apenas, a veces llevando anteojos nos llama, implorando: "Vengan, líbrenme. No puedo más. Quiero volver a ver a mis padres. Quiero volver a casa. Quiero salir del infierno en el cual me encuentro". Tu mirada, Guilad, te lo digo como padre, me atormenta el espíritu día y noche. Pienso en ti como millones de israelíes pensamos en ti todos los días. Al principio, pensaba que a través de negociaciones, podríamos obtener tu liberación. Ahora, cuando el ejército terrorista del Hamás, a las órdenes de Teherán lanzó una ofensiva balística sobre el Estado de Israel, yo está cada vez más preocupado. Esta mañana, cuando nos enterábamos de la muerte de un joven israelí asesinado por un misil Kasam en Sderot, tus raptores anunciaron que están dispuestos a poner fin a tus días si Israel no cesa su actividad militar, que no es ni más ni menos que una legítima defensa ante actos de guerra diarios.
Mi pequeño Guilad, te han vuelto a secuestrar hoy por segunda vez y utilizan tu nombre y lo que representas para todo un pueblo para culparnos de ser un país que se defiende, que no puede seguir siendo atacado sin responder. Ésta es la sucia guerra que llevamos contra el Islam fundamentalista. No creo que crean en Dios como dicen. No pienso que es el Islam lo que los motiva, sino un apetito de muerte y de destrucción sin límites. Conocen nuestras debilidades, nombro como debilidad, el amor de la vida, el respeto a nuestros niños, debería decir a todos los niños, sin distinción. Pero ellos están dispuestos a cada momento a poner a los suyos en peligro, o incluso peor, a utilizarlos como bombas humanas, sin su conocimiento. Me acuerdo de estos niños de 12 ó 14 años que pasaban un punto de control, mientras que en su pequeña cartera había sido colocada una bomba de tiempo lista para estallar, colocada allí, por un amigo mayor, mientras que esos niños inocentes no lo sabían.
Guilad, tengo casi un deseo de llamarte "mi niño". Sé fuerte. Aguanta. Tu destino es el nuestro. Un destino en el cual, el judío está encarcelado, o incluso dañado solamente por ser símbolo de una nación y de una historia particulares. Si los dirigentes del Hamás piensan por una fracción de un segundo, que al utilizar tu vida marcarán la historia, que tengan cuidado. Amamos a nuestros niños pero tenemos también otra virtud, es que jamás olvidamos. Hago un llamado a los dirigentes del Hamás y a sus acólitos para que piensen bien en las consecuencias desastrosas para ellos y para los que los sostienen si ponen en peligro la vida de Guilad. El Estado de Israel está contigo, hijo mío y debes saber que aunque la situación parezca turbia a veces, que no confundan retención con debilidad.
Guilad, es una carta de respeto y amor que te envío. Aunque creas estar solo en este mar de extremismo y de violencia, nuestras miradas, nuestros pensamientos y nuestros actos se vuelven hacia ti.
Osvaldo Rafowicz
Israel
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