En noviembre de 2006, editorial Lumiere publicó “El amor judío de Mussolini, Margherita Sarfatti, del fascismo al exilio”, escrito por el Dr. Daniel Gutman.
Meses después, editorial Aguilar-Taurus-Alfaguara publicó “El Camarada Carlos”, en la que la prestigiosa escritora Alicia Dujovne Ortiz relata la vida de su padre, Carlos Dujovne.
Margherita, oriunda de Venecia, era de una generación anterior, dado que Carlos nació en una de las colonias de la J.C.A,. en Entre Ríos, en 1903 y fue contemporáneo del segundo hijo de la Sarfatti, Amedeo, nacido en 1902.
¿Qué tiene de común la trayectoria de los protagonistas de ambas biografías? Compararlos, ¿no es como tratar de mezclar agua con aceite?
He aquí las analogías:
· Fueron fervientes militantes socialistas en su juventud y ambos evolucionaron hacia ideologías extremistas en busca de resoluciones drásticas de los conflictos sociales: Margherita, precursora del movimiento fascista en Italia en 1920. En el mismo año, Carlos es miembro fundador del Partido Comunista Argentino.
· Sin bien provenían de hogares tradicionales no religiosos, no se identificaron activamente con sus comunidades judías.
· Cumplieron infinidad de misiones en Europa y América, en defensa de sus causas, al servicio de los totalitarismos con los que se habían identificado.
· Sus procedencias judías fueron causales, directas o indirectas, de su expulsión de sus respectivas militancias. Ya en 1928, cuando se realizaba un Congreso Sionista en Milán, Mussolini advirtió a su pueblo que los sionistas no se consideraban a sí mismo italianos, sino exclusivamente judíos. A principios de la misma década, cuando Carlos ingresó por primera vez en la Unión Soviética, le estamparonn el sello de “judío” en su documento.
· Familiares directos de ambos fueron asesinados por las huestes nazis y comunistas, durante la cuarta y quinta década del siglo pasado.
· En la plenitud de sus vidas fueron repudiados por los aparatos de los regímenes que ayudaron a formar: en noviembre de 1938 se implantan en Italia las leyes raciales que finalmente terminarían con Margherita. A principios de la década del treinta, Carlos, víctima de las intrigas palaciegas del comunismo argentino e intuyendo un trágico final, en lugar de retornar a la Unión Soviética se escapa de Chile cruzando los Andes a caballo.
· Margherita debió huir a Suiza y, después de un periplo europeo, se radicó en Montevideo y Buenos Aires; falleció, en 1961, en la casa de sus ancestros, en Italia, no lejos de la frontera suiza. Carlos, en 1947, devuelve su carné de afiliado al PC convirtiéndose en un “muerto civil” durante 26 años y fallece en Buenos Aires en 1973.
Daniel Gutman sitó una carta que, en 1943, escribió Margherita ya desilusionada del fascismo: “Prefiero los peligros de la libertad y la democracia a la eficiencia letal de la tiranía…. “
Alicia Dujovne Ortiz escribió: “La existencia del camarada Carlos estuvo ligada a una de las mayores tragedias del siglo XX, que él vivió de modo absoluto, en la esperanza y en la desilusión”.
Los valores judíos priorizan la libertad, a la que cantamos a través de las generaciones: “En todas las generaciones cada persona debe considerarse como si ella misma hubiera salido de Egipto”. Nada más alejado de los valores judaicos que las vidas relatadas en estas biografías.
Mario Czemerinski.
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