Al ser el 2007 un año electoral en Argentina, vuelve a surgir un tema recurrente, la captación del “voto judío”, como si la gran mayoría de los judíos que son ciudadanos argentinos votaran en bloque.
COMUNIDADES hace una ediciones publicó una amplia nota en la cual se evidencia que no existe ese “voto judío”, lo que por otra parte explican permanentemente los dirigentes de la DAIA en las reuniones que mantienen con los políticos con los que mantiene relación.
Pero que esto ocurra, en forma reiterada cada vez que se acerca una elección local o nacional pareciera no ser tenido en cuenta, no sólo por los políticos sino por ciertos periodistas y formadores de opinión.
Si analizamos en profundidad el tema, descubriremos que aunque podrían producirse excepciones, los judíos ciudadanos argentinos no sufragarán por un candidato o un partido que incluya en su plataforma proyectos discriminatorios hacia el judaísmo.
Quienes estuvimos en el acto la reunión que la DAIA organizó con los tres candidatos a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que tienen mayor intención de voto, el pasado 16 de mayo a la noche en el Hotel Intercontinental, fuimos testigos de que cada uno de ellos hizo algo para reforzar su elación con la comunidad.
A Daniel Filmus y Jorge Telerman, judíos ambos, les resultó más dificultoso que a Mauricio Macri, pero no dejaron pasar la oportunidad para intentar un mayor acercamiento. Filmus expreso un par de veces su condición de judío, diciendo en un momento dado que era el primer ministro de Educación de la Nación judío, lo que motivó que el Pepe Eliaschev, el periodista que coordinaba la actividad, le dijera que no era así. Telerman utilizó alguna palabra en idish y en una oportunidad se dirigió al Gran Rabino Shlomo Benhamú, sentado en la primera fila, en forma muy cordial y afectuosa, demostrando que lo conocía.
El caso de Macri fue muy distinto, y fue coronado por los aplausos de los presentes, pues tratando de demostrar que no realizó ni realizará un pacto con Gobierno Nacional en caso de ser electo, afirmó que Argentina “tiene un sólo socio, que es el venezolano Chávez, y es un desastre”.
Comentando con un joven estudiante avanzado de Ciencias Políticas, que además es activista en la universidad y en la política nacional, lo ocurrido en la reunión me dijo que a su entender los tres candidatos utilizaron “chicanas”.
Si bien el diccionario de la Real Academia Española define la palabra chicana con dos acepciones, luego de decir que proviene del francés “chicane”, “1. f. Artimaña, procedimiento de mala fe, especialmente el utilizado en un pleito por alguna de las partes” y “2. f. Broma, chanza” (versión digital de la 22ª edición, www.rae.es), no creo que ninguno de los tres candidatos tuvo mala fe en lo que dijo, sino – como digo más arriba – solo intentó un mayor acercamiento con los miembros de la comunidad.
Si esto que comentó se produce frente a una elección local, en la cual el candidato triunfador no tendrá la posibilidad de influir en aspectos relacionados con las políticas de Estado, cuando se trate de candidatos para la elección nacional, sea para la Presidencia de la Nación o el Congreso Nacional, es previsible que los intentos de quedar bien se incrementen.
Un momento propicio para hacerlo seguramente será cuando se conmemore el décimo tercer aniversario del atentado a la AMIA y debemos estar bien atentos para discernir entre las opiniones verdaderas y aquellas que circunstanciales pronunciadas para quedar bien.
Pero a la vez, sin lugar a dudas, se producirá que algunos buscarán captar los votos de aquellos que se oponen a la existencia del Estado de Israel y/o al sionismo, o intentan demostrar que atentado a la AMIA, como también a la Embajada de Israel fue el resultado de disputas internas entre los propios judíos.
Contra los segundos la reacción de las instancias centrales comunitarias, me imagino, será inmediata, pero para el bien de la comunidad o mejor dicho para todos los judíos que vivimos en la Argentina, seamos sus ciudadanos o no, convendría que también hagan lo propio con aquellos que chicanearen.
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