Muchas veces cuando se conmemoran los aniversarios de las instituciones, quienes lo hacen añoran los años pasados, cuando se sucedían las actividades y el futuro se esperaba con optimismo.
Por un lado la comunidad judía se achicó, y por otro, ciertas zonas de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires en las cuales casi no viven judíos eran, décadas atrás, importantes centros en los cuales se desarrollaba la vida judía.
Esta es una realidad que muchas veces utilizamos para justificar los edificios vacíos que han quedado como mudos testigos de algo que no queremos aceptar: que las instituciones nacen, se desarrollan e irremediablemente fenecen si no se produce en su seno un cambio sustancial que las haga revivir y les vuelva a dar un impulso vital.
Para que esto ocurra se deben dar ciertas circunstancias en forma coincidente, lo que realmente no es muy común que se produzca; nos referimos a un grupo de askanim, dirigentes voluntarios, que tengan la visión necesaria para prever qué ocurrirá en el futuro, la existencia de una figura carismática que asuma el liderazgo evitando generar los resquemores y celos que muchos sienten por no ocupar ese lugar, y una buena y transparente administración de los recursos humanos y financieros.
La carencia de la conjunción de estas circunstancias se ha hecho notar principalmente en las instituciones educativas, donde además se les suma la crisis económica que atravesó el país y un elemento muy difícil de definir o explicar “a priori”: el deseo de los miembros en involucrarse en la tarea que la institución desarrolla.
Pero a la vez, en algunas de ellas se produjo un cambio generacional, a la vez que sus directivos se plantearon, conciente o inconscientemente, qué hacer para que el proceso mencionado más arriba no los afecte, o poder revertirlo si ya lo había hecho.
Una de éstas es Ajdut Israel del barrio de Belgrano, que cumple setenta y cinco años de existencia. Fundada en los primeros años de la década del ’30 por judíos alemanes raigales como un Beit Hakneset al estilo de sus lugares de origen, fue creciendo hasta convertirse en una comunidad que fundó su propia escuela, Rabino Iosef Caro, y llegó al ser el centro que nucleaba a los judíos observantes de la zona.
Según cuenta su actual presidente, Leopolo Berman, la visión de atraer a los jóvenes la tuvo uno de sus presidentes a mediados de la década del ‘60, el señor Eugenio Grümblat z’l, quien los incluyó en la Comisión Directiva. Esa actitud, que seguramente debe haber sido ásperamente criticada, fue la que permitió que en el momento en el cual comenzaba a mermar la cantidad de concurrentes tuvieran la valentía de designar al frente del colegio, para que lo desarrolle y reestructure, al joven rabino Daniel Oppenhaimer, quien además era hijo de quien estaba a cargo del púlpito de la institución, el Rabino Iosef Oppenheimer z”l.
El rabino Daniel Oppenheimer, luego de tres años de dirigir el colegio y después de cumplir el año de Shiva por el inesperado fallecimiento de su padres, fue designado rabino de Ajdut Israel, justo hace 25 años.
En los últimos días de marzo, esta comunidad raigal de Belgrano, celebrará ambos acontecimientos de una manera muy especial, poniendo la Piedra Fundamental de un edificio que planifican construir al frente de su tradicional portón de la calle Moldes al 2.400.
De acuerdo a lo que están proyectando en ese nuevo ámbito de trabajo se trasladará el jardín de infantes y la escuela primaria integral y la secundaria para mujeres, pues sus actuales instalaciones -que no son pequeñas- ya les resultan insuficientes.
Se puede estar de acuerdo, o no, con la forma en que los miembros de la comunidad Ajdut Israel viven su judaísmo, pero no se puede negar que desde que está al frente de la misma el Rabino Daniel Oppenheimer se ha producido un cambio significativo en la institución, que cuenta con una Yeshivá con Kolel, el funcionamiento de un minián sefaradí, cursos para jóvenes que se interesan por conocer la forma tradicional de vida judía, entre una decena de actividades que hacen que permanentemente haya actividad desde primera hora de la mañana hasta bien entrada la noche. A la vez que son muchos los que al casarse instalan sus casas en las cercanías de esta institución, ya que les interesa integrarse a Ajdut Israel.
Deseando que unos años después de concluida la construcción del nuevo edificio, también les quede chico, le agradecemos al rabino Daniel Oppenheimer y a los directivos de Ajdut Israel todo lo que hacen por la continuidad judía en nuestra comunidad.
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