En una oportunidad me encontraba paseando con unos amigos por las calles de Amsterdam, Holanda, cuando nos topamos con una valla que interrumpía parcialmente el paso. Sin advertir nada extraño, esquivamos la valla con un rodeo y continuamos caminando. Es entonces que vimos, a lo largo de toda la cuadra, hombres bebiendo juntos, abrazándose y besándose entre sí ante nuestra sorprendida mirada. ¡Dónde ha llegado esta sociedad europea, de primer mundo!, pensaba, mientras observaba la escena. ¿Es en esta dirección hacia donde se encamina el mundo?
La misma reflexión me surgió cuando vi, en esa misma ciudad, a jóvenes tirados en las calles aturdidos por el efecto de la droga, o directamente drogándose a la vista de todos sin que aparentemente a nadie le causara la menor impresión.
Hoy nos enteramos que en nuestro propio Eretz Israel se producen manifestaciones públicas de personas que han elegido acercarse a otras del mismo sexo, reclamando el reconocimiento de derechos. Incluso en Argentina habría alguna agrupación que los nuclea.
En esta edición se publica un artículo donde se analiza el fenómeno de la homosexualidad desde el punto de vista psicológico. Independientemente de las causas que provocan esta actitud en hombres y mujeres, si son el producto de un trastorno orgánico o psicológico, o se trata de una elección libre y natural de individuos que no padecen ninguna alteración, lo cierto que nuestra Torá aborrece la relación entre las personas del mismo sexo, tal como la del hombre con animales, y así está expresamente escrito.
También el problema de la droga es abordado en otro artículo de la presente edición, enfocado particularmente a cómo la misma goza de una gran aceptación entre quienes concurren a locales bailables. Sin duda alguna que la droga es un verdadero flagelo en estos tiempos, y sabemos que es muy difícil combatir su distribución. Existe la sensación que acceder a ella es cada vez más fácil sobre todo para los jóvenes, y no sólo en lugares donde van a bailar. Hay una preocupación generalizada que influye directamente en la decisión de los padres respecto de la escuela donde van a estudiar sus hijos, y se impone la necesidad imperiosa de saber con quién están acompañados, quiénes son sus amigos y las personas a las que frecuentan. El contenido de la educación, y el ambiente en que crecen nuestros hijos es un tema de vital importancia; frente a los peligros de la calle. Concurrir a la escuela judía, estar inmerso en un ambiente de Torá es un reaseguro para protegerse de los males que acechan a la sociedad “moderna” o “de avanzada”.
En el judaísmo, el baile no es una expresión para liberarse ni trasladarse a otra dimensión, sino una genuina materialización de alegría compartida. A tal punto que en las fiestas de casamiento o Bar Mitzvá, el baile no es una actividad que se realice sólo por mero placer personal, para divertirse uno mismo, sino que cumple con la elevada función de alegrar al novio y al joven que se acaba de incorporar al pueblo de Israel.
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