“La vida es como una botella de buen vino. Algunos se contentan con leer la etiqueta. Otros prefieren probar su contenido”.
Anthony de Mello.
LIC ADRIANA SEREBRENIK
Querida hija:
Estoy angustiado porque me cuesta llegar a vos. Sé que sos mayor de edad pero no puedo dejar de pensarte como la más joven de todos mis hijos. Me siento impotente al darme cuenta que siendo tan capaz estas desaprovechando lo mejor que tenés.
No sé como hablarte. Cuando observo tu forma de actuar, me brota el grito, la indiferencia o la reprobación encubierta. Sé que esos no son caminos de encuentro por eso elegí esta otra manera de expresar lo que siento.
Te noto confundida, sin rumbo Andando a los tumbos. Todos hemos vivido algunos momentos de la vida no haciendo demasiado con ella. Sin embargo, la existencia pasa y los años también. Es cierto que sos joven... pero ya no tanto. A una chica de 22 años se le toleran ciertos caprichos pero ¿cuántos años más vas a empolvar tu plenitud?. La vida es preciosa, es un regalo. Como un arco iris, va variando de color, intensidad y grosor. Y es importante apresar cada matiz y aprender a disfrutarlo.
¿Qué estás haciendo con este precioso presente de estar viva? Te preguntaste ¿cuál es el sentido de haberte materializado en este cuerpo físico? ¿Cuánto reflexionas en lo que haces?
Me produce indignación que desperdicies tu vida inútilmente. Por eso a veces exploto. Grito de frustración y desencanto, después me siento culpable. Porque el uso de la violencia no es el modo adecuado para solucionar los problemas. La mejor estrategia es el dialogo pero requiere paciencia, perseverancia y voluntad. Lo estoy intentando pero me cuesta mucho.
Sé que no naciste para hacerme feliz, que tenés que vivir tu propia vida pero percibo que no la estás desplegando .Lo absorbo en tu mirada huidiza cuando te pregunto por el estudio, en tu voz apagada cuando comentas algo sobre tu trabajo, en tu sonrisa opaca cuando hablas de tu novio. Porque vivir, querida hija, no es sólo transcurrir, perdurar, sobrevivir. Vivir, como canta Eladia Blazquez “es erguirse vertical, más allá del mal y las caídas. Es igual que darle a la verdad y a nuestra propia libertad la bienvenida. Eso de durar y transcurrir no nos da derecho a presumir porque no es lo mismo vivir que honrar la vida”
Lo que me da más angustia es no poder ayudarte. Me siento anclado por mi temperamento impetuoso. Porque esclavitud es siempre responder de la misma manera incorrecta a un problema, no utilizar otros recursos. Por eso hoy intento con este entramado de palabras escritas danzar con vos sin enfrentarte como lo hago en la mesa cuando cenamos juntos. Últimamente me evitas, casi no nos saludamos. Chocamos permanentemente y eso nos aleja aún más. No sé como hacerte llegar mi amor y por eso pido tu ayuda. Quiero extenderte mi mano y abrir mi corazón pero temo que me rechaces, que grites o te ofendas. No me siento libre cuando estamos juntos, me estalla la culpa, el miedo y el dolor. Tengo que trabajar mucho para evitar que irrumpan mis mecanismos de manipulación, posesividad y brotes de bronca, pero vos también tendrías que revisar tus sombras y no proyectar tus desacuerdos internos.
Ya sos adulta y no todo depende de mí. No sólo yo debo acercarme a vos. El puente puede ser atravesado de ambos lados.
Siento que nos separa una pared de vidrio, que los dos tenemos “egos” tan grandes y gruesos que nos es difícil perforarlos y lanzarnos el uno al otro dándonos un estrecho abrazo de oso. Aunque yo soy viejo y vos joven aunque yo sea hombre y vos mujer, como dice el filosofo español Fernando Savater “Soy humano y nada de lo que es humano me es ajeno.
Como quisiera ayudarte-ayudarme hija a entender que no sos un pedazo de mi, sino como pregona el biólogo chileno Humberto Maturana “un otro legítimamente otro”. Que lo que a mi me hace feliz, no necesariamente lo hace en ti. Quiero cruzarme con vos, reconocernos como diferentes y acompañarnos. Por eso necesitamos cortar este circuito de malestar y aislamiento que nos entrampa y acercarnos desde un nivel de conciencia más pleno.
Querida mía, es necesario cortar cuando uno vive una vida que no quiere vivir. Después viene el vacío.... finalmente se llena con lo que deseas. La existencia tiene un objetivo y una dirección, no se desarrolla al azar. Somos parte integral del plan divino, cada existencia es importante y nuestra participación es vital. Mi pena es observar tu desorientación. Por eso quiero que sepas que no estás sola.
Tengo confianza en vos, en tu inteligencia que te permitirá ser mejor de lo que ya sos y en el instinto de tu sabiduría interior, que te abrirá a merecer la buena compañía. Quiero transmitirte todo mi amor aunque a veces salga a borbotones con torpeza o violencia y decirte que te respaldo con firmeza para que honres tu vida. “Piensa bién y saldrá bién”, murmura desde el otro mundo El Rebe.
Un abrazo de corazón a corazón.
Papá.
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