“Los hijos no son tus hijos, son hijos de la vida...
Llegan a través de ti, pero no llegan de ti.
Y aunque estén junto a ti, no te pertenecen...”
Kalil Gibran
Abraham, angustiado por el mandato divino, empuño el cuchillo a quien más amaba e Isac lo miró tembloroso. No somos filicidas pero hay veces que actuamos hiriendo los corazones amados. Hoy vamos a revisar juntos actitudes, pensamientos, sensaciones que agreden a las personas que queremos.
Los humanos somos complejos y contradictorios. Por ignorancia, enfermedad mental o desinformación dañamos a quienes más amamos. Somos manzana y gusano. León y ratón. Halcón y mariposa. Olemos a rosas y a bosta. Pisamos y sembramos. Escalamos y nos hundimos. Por eso, hoy reflexionaremos sobre nuestros múltiples rostros. Intentaremos iluminar áreas sombrías. Porque darnos cuenta como somos, ayuda a disolver tinieblas, taponar túneles escabrosos de nuestra personalidad, aprender a escuchar los propios sonidos desafinados.
¿El objetivo? Encauzarlos en una armonía.
La meta no es la crítica, culpa o el auto-reproche sino acciones concretas para corregir conductas.
“SOS UN BUEN HIJO SI HACES LO QUE YO TE PIDO”
¿Te escuchaste diciendo esta frase alguna vez? ¿Buena persona es quien cumple nuestros deseos, aquel que nuestros anhelos son ordenes para él? ¿Trajimos al mundo a un ser libre o a un esclavo de nuestras pasiones?...
Cuando nuestros chicos están dando sus primeros pasos en el laberinto de la existencia, es fácil encauzarlos hacia donde deseamos. Cuando comienzan a pensar por sí mismos y se hacen grandes, sus deberes aumentan y también sus derechos para decidir sobre su propia vida... aunque se equivoquen.
Una de las formas de aniquilar al que amamos es no considerarlo un “legitimo otro”, como diría el biólogo Humberto Maturana.
Nuestros chicos no nacieron para hacernos felices, cumplir nuestros deseos, ni devolvernos lo que les dimos. Si les brindamos lo mejor es porque elegimos hacerlo, no para cobrar factura.
Nadir nace para complacer, cuidar o llenar insatisfacciones ajenas.
Mientras la salud nos lo permita cada uno es responsable del bienestar propio.
¿COMO PUDISTE ELEGIR ALGO ASÍ?
Cuando ya no viven en casa, se auto sostienen económicamente y se manejan en forma independiente, ellos tienen el timón sobre su propia vida.
Sugerir, opinar si piden nuestro consejo, es nuestra función .Jamás enjuiciar. Somos guías, no jueces. Podemos darles amor pero no nuestra forma particular de encarar la vida.
Emitir juicios sobre el actuar del otro, sin respetar su ser genuino, es una manera de clavar estiletes en el corazón del ser amado.
Aceptarlo como un ser diferente, legítimo en su forma de comportarse a pesar que nosotros hubiéramos hecho algo distinto, es respetarlo.
Aceptar la diferencia, aprender a convivir con la diversidad, democratiza el vínculo que sostenemos con los demás. Respetar su ser autentico aunque a mi no me gusta lo que haga o en su lugar haría algo diferente.
Cuidarlo es concederle un espacio pleno y reciproco de legitimidad.
Lo que decimos a quienes amamos, los marca para bien y para mal. Por eso es tan importante pensar antes de expresarnos, para no dañar. Las conductas impulsivas, descontroladas, desbocadas reiteradas apuñalan hondo. Los juicios dañinos emitidos por las personas queridas hacia nosotros perforan, dejan hondos agujeros en el alma difíciles de cicatrizar.
El sufrimiento, a diferencia del dolor, surge de las interpretaciones que hacemos sobre lo que nos acontece y fundamentalmente de los juicios, de los dardos que nos tiran las personas que nos importan.
MAS ALLA DEL BIEN Y DEL MAL
Cada vez que decimos algo de alguna forma revelamos quienes somos. “El hablar no es inocente. Comúnmente pensamos que el emitir un juicio estamos solo enjuiciando aquello de lo que el juicio habla,” comenta el lingüista Rafael Echeverría. No siempre percibimos cuanto de nosotros se revela al emitirlo.
El juicio tiene una doble cara, como el Dios mitológico griego Jano. Una cara mira hacia el mundo y otra hacia el ser que somos. Los juicios siempre hablan de quienes los emiten. Toda idea la dice alguien, que mientras la dice, evidencia quien es. Y revela además las emociones desde la cual tales ideas se emiten.
Puedo discrepar sin confrontar. En la medida que creemos que somos dueños de la verdad y lo ajeno es falso, construimos el terreno para la intolerancia y el fundamentalismo en nuestras relaciones afectivas.
Cuando tenemos el coraje, como hoy lo hicimos,de revisar lo que nos pasa y sentimos, podemos transformarnos. Aprendemos nuevas maneras de relacionarnos y pulir aristas. Abraham escuchó la voz de D’s paralizando su mano, la misma que lo había inducido a la violencia. Oscuros designios divinos. Aquel que nos convierte en jazmines y cactus, generosos y mezquinos, miel y hiel.
No solo actuamos de acuerdo a como somos sino que también somos de acuerdo a como actuamos. La acción modifica nuestro ser. En la medida que mutemos acciones, pensamientos y sensaciones a través del aprendizaje, de la reflexión y del comportamiento, cambiamos nuestra identidad: transformamos nuestro ser.
Somos boa y delfín. Mano y garra. Arrancamos y reparamos. Cortamos y ligamos. Así somos. Como Abraham capaces de asesinar y también dar vida... Mejor vida a quienes amamos.
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