Terrorismo es tratar de imponer una religión o una idea política por la fuerza. El Hezbolá es una organización terrorista musulmana chiita que no está limitada a ningún país: el FBI dice que hay decenas de células terroristas en los Estados Unidos y, según datos oficiales, unos 300 miembros fueron ya detenidos por la justicia americana. ¿Cuántos están aún libres? ¡Peligro!
Las divisiones internas del mundo musulmán son tan profundas que el asesinato en masa de la población civil, no sólo de cristianos y judíos, sino también de musulmanes, no son casos aislados. Desde hace 1400 años, sólo un poco después de morir Mahoma, comenzó una guerra civil entre los mismos musulmanes que en la práctica continúa hasta hoy día. De ahí que surgieran chiitas, sunitas, wahabitas, salafis, ismaelitas y otros, que luchan continuamente entre ellos para imponer sus propios principios.
Debemos recordar que, cuando se habla de pueblos o naciones, nunca se puede generalizar, siempre hay muchas excepciones, pero en realidad las luchas continuas entre los árabes se han convertido en mala costumbre. Cuando no luchan contra otros, comienzan a matar a su propia gente. En Irak lo vemos a diario con secuestros y decapitaciones de civiles árabes, centenares de ellos asesinados a diario por suicidas y, lamentablemente, soldados americanos que son asesinados al mismo tiempo. Es una cultura sangrienta donde los padres asesinan a su propia hija si creen que salió con un muchacho. La mentalidad retrógrada de pueblos y líderes es posiblemente lo que mantiene a los pueblos árabes en una miseria terrible, a pesar de la riqueza fantástica que tienen gracias al petróleo.
Se dice que ''por dinero baila el mono'', es así que también vemos a Chávez, presidente de Venezuela, que del dinero que saca del petróleo nacional les da a los rusos $3,000 millones por armas, miles de millones a España, donde también compraron armas, con el erario nacional mantiene al desgobierno castrista en Cuba y a Evo Morales en Bolivia, paga la deuda argentina y viaja al Irán a besarse con la bestia de Ajmadineyad, otro que tiene la riqueza del petróleo y la utiliza para lo que eventualmente puede transformarse en desgracia universal, si llega a alcanzar su meta de tener armas nucleares.
Con respecto a la muerte de civiles, no es ni la costumbre ni la práctica de Israel matar a mujeres y niños; esa práctica siempre fue demostrada por los enemigos de Israel, durante todas las épocas. La tragedia que sucedió en Kana es muy lamentable, pero de allí Hezbolá lanzaba sus katiushas hacia Haifa sin discriminar, ya que saben que allí todos son civiles y no hay un solo soldado escondido. Pero el usar a civiles como escudo para sus actividades criminales es la política de Hezbolá.
De todas maneras quedan dos preguntas sin respuesta. ¿Por qué todos los muertos eran mujeres y niños y no había hombres entre ellos? Y ¿dónde estaban los hombres desde la medianoche (hora del bombardeo) y las 7 a.m., cuando llegaron los fotógrafos y las ambulancias? Se murmura que existe la posibilidad de que Hezbolá reventó el edificio, con la gente adentro, sólo por razones publicitarias. Todos los civiles que estaban en Kana habían sido avisados de que ese lugar estaba en el centro de actividades militares y todos debían abandonar la ciudad. Israel no puede ser responsable de las acciones criminales de Hezbolá.
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