Luego de un mes de iniciada esta confrontación violenta en Medio Oriente, nos encontramos con varias cuestiones-algunas de ellas elementales- que no tienen una respuesta clara.
Primera pregunta: ¿qué está pasando? Recién ahora el gobierno de Israel admite que estamos en guerra; hasta entonces eran sólo operaciones militares.
Segundo: ¿contra quién peleamos? Podemos considerar que el enemigo es Hizbollah, que comenzó secuestrando soldados israelíes, y arrojando misiles contra los poblados del norte de Israel, lo cual desencadenó finalmente en la escalada de violencia. ¿Qué o quién es Hizbollah? Para los libaneses que vivían en la pobreza, se trataba de una organización asistencial que brindaba ayuda a las personas que lo necesitaban, entregando dinero, alimentos, servicios médicos. Sus miembros son prácticamente desconocidos, pero están muy informados y atentos a las necesidades de los más carecientes. Para los israelíes, son un grupo de terroristas apoyados por Siria e Irán, que intentan producir el mayor daño posible entre la población del país, sin importar si las víctimas son soldados o civiles de cualquier origen. Los propios miembros del Hizbollah se consideran a sí mismos como un partido político del gobierno de El Líbano, y que su lucha está orientada a expulsar a la “fuerza de ocupación israelí” que “invadió” su territorio. La realidad, claro está, es que la agresión inicial proveniente de El Líbano se produjo cuando Israel no había atacado ni ingresado en terreno libanés.
En consecuencia, no se puede pretender escindir a Hizbollah del propio pueblo de El Líbano, aunque sus autoridades se esfuercen por mostrarse públicamente como las víctimas de la situación: Hizbollah forma parte -reconocida civil y políticamente- de El Líbano, sus armas están allí, y las trincheras y escondites subterráneos también se construyeron y se prepararon con suficiente tiempo en aquel país. Si la solución negociada que se pretende alcanzar prevé la presencia del ejército libanés en la frontera con Israel para garantizar que no se produzcan nuevos ataques, ¿por qué no lo hicieron desde un principio? ¿No pudieron? ¿No quisieron? En todo caso, ¿qué culpa tienen los ciudadanos israelíes? En este contexto la actitud asumida hasta el presente por el gobierno israelí, sin perjuicio de sus resultados, es absolutamente legítima.
¿Qué reacciones se percibieron a partir del conflicto bélico? La solidaridad con el Estado de Israel, al igual que en su momento sucedió con la Guerra del Golfo, duró mientras fue atacada por los palestinos y los libaneses. Cuando la crisis se agudizó, la prensa y algunos líderes políticos mostraron una vez más el sentimiento antisemita que permanece siempre latente, y que aflora prontamente. A las declaraciones del presidente iraní, propias de un Hitler contemporáneo, se le sumaron las del presidente venezolano Hugo Chávez, que en su peligrosa insensatez se proclamó hermano del líder iraní, y se enroló en su idea de eliminar a Israel del mapa. Cabe recordar que Chávez es aliado de Kirchner, con quien está fructificando lazos comerciales y políticos. ¿Qué hará ahora Argentina con Hugo Chávez, que apoya abiertamente a un país sindicado como responsable de los dos atentados más grandes sufridos por Argentina en su historia? ¿Prevalecerán los valores morales o los intereses económicos y políticos? Fuera de Estados Unidos, los países europeos y las organizaciones internacionales no son capaces de asumir una posición firme en contra del terrorismo. Y la prensa, salvo excepciones, mostró en general su postura anti israelí, exhibiendo en forma permanente sólo las imágenes de lo que sucedía en uno de los bandos -como si en Israel no pasaría absolutamente nada-.
Por último, ¿que nivel de fuerzas se enfrentaron? Mientras a priori el Estado Judío se consideraba superior en tecnología y armamento, casi invulnerable, la realidad es que la estrategia seguida por sus atacantes, mediante la utilización de cohetes más simples pero fáciles de trasladar y disparar desde cualquier parte, y ubicándose para su lanzamiento mezclados entre la población civil, obtuvieron un doble resultado: dañar siendo casi imposible ubicarlos y repelerlos, y generar que su enemigo -Israel- no pueda atacarlos sin correr el riesgo de que mueran civiles en la refriega, generando así un daño en su imagen pública.
Hace quinientos años, un gran sabio de Israel anticipó en su libro que iba a llegar un momento que los judíos iban a ser atacados por un enemigo muy difícil de detener, que iba a salir a golpear para luego volver a refugiarse. Cuando el hombre cree que él todo lo puede, que está preparado para enfrentar cualquier adversidad, cuando en definitiva está convencido que depende de sí mismo, corre el serio riesgo de fracasar, tal como lo avizoraron nuestros más grandes estudiosos de Torá.
No sabemos si las últimas declaraciones del Ehud Olmert, en el sentido que da luz verde al ejército israelí para aplastar al enemigo, darán resultado; ni siquiera sabemos si son frases dichas “hacia fuera”, mientras busca una salida negociada contra reloj. Lo que debemos tener en claro es que cada uno, desde su lugar, debe tratar de acercarse al judaísmo, de rezar y estudiar Torá, y de pedir a El Creador que nos ayude a que vuelva la paz pronto y no tengamos que lamentar más pérdidas humanas.
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