"Usted encendió una vela de esperanza, no deje que se apague", le dijo el titular de la AMIA, Abraham Kaul, al presidente Kirchner aquella mañana de domingo de 18 de julio en que la conmemoración del 10 º aniversario del atentado los encontró nuevamente sellando su alianza en pos de esclarecer la investigación. Dos días después, la llama comenzaba a titilar.
La polémica ya nos es conocida. El lunes 19, tras una reunión mantenida en Casa Rosada junto con otros dirigentes de la comunidad judía argentina y norteamerica, Abraham Kaul anunciaba en conferencia de prensa con el secretario de la Presidencia, Oscar Parrilli sentado al lado, haber escuchado de boca del propio presidente que se abrían hallado 46 de las 66 grabaciones perdidas vinculados a escuchas telefónicas claves por la investigación del atentado. "Sabemos que están los casetes", abrían sido las palabras del mandatario. 24 horas después, Néstor Kirchner salía a desmentirlo afirmando que nunca habló del hallazgo de cintas, sino de unos simples recibos sobre quién las vio por última vez. Pero el escándalo ya había estallado. Mientras Kaul ratificaba luego en Tribunales sus dichos originales, los puentes tendidos con el poder político saltaban por los aires.
Ahora bien, los familiares de las víctimas de la AMIA dieron por superado el polémico tema de los casetes y la DAIA- consultada por Comunidades- prefiere no hacer comentarios sobre dicho episodio. Sin embargo, el escándalo no es menor para la comunidad judía, que viene siendo testigo de diez años de una ardua y desilusionante relación entre el poder político nacional y el comunitario a raíz de los dos atentados. Consultados por Comunidades, distintas voces representativas dan su opinión sobre esta compleja problemática.
Adentrándonos en este tema, el periodista Ari Paluch recalca que a diferencia de los dirigentes políticos anteriores, el presidente tiene mayor énfasis en resolver la causa, en el sentido de que el atentado a la AMIA es una carga "importante para un presidente con un discurso progresista". Teniendo en cuenta el manifiesto interés de Kirchner en conservar las buenas migas que cultivó con la colectividad desde que declaró a la investigación del atentado como "una cuestión de Estado", el periodista señala en relación al caso puntual de los casetes, que en su opinión no hubo una mala intención de Kirchner en el asunto, sino que fue "víctima de las internas".
Sin embargo, desde un polo más crítico hacia la figura de Kirchner, el periodista Sergio Datillo, columnista de Ambito Financiero, sostiene que el episodio de los casetes es "un capítulo más en la serie de papelones cometidos por el gobierno en el tema de la investigación del atentado". En este sentido, Datillo puntualiza en la imputación hecha por la esposa del mandatario, Cristina Kirchner, respecto de la supuesta "responsabilidad" de las entidades comunitarias judías en esa investigación, afirmando que ha empleando para ello "argumentos" que responden a estereotipos del antisemitismo histórico como judío banquero, ávido por el dinero, lo que - según el periodista- se enmarca en una " clara intención de los Kirchner de influir en el proceso de debate interno en que está la kehilá argentina y sus instituciones más representativas".
Ese "afán de protagonismo" de los Kischner al interior de las entidades representativas judías, se contradice - según Datillo - con la posición tomada por la Cancillería, la cual - envuelta en un "progresismo trasnochado y difícil de entender a esta altura- ha hecho seguidismo de las posiciones más anti-israelíes en cuanto foro ha debido votar". Y es que en opinión del periodista, cuesta entender cómo para el canciller Rafael Bielsa Israel sea "peor" que Cuba: "cuando se habla de violaciones a los derechos humanos allí la Argentina se abstiene; cuando hay que dilucidar si la valla de contención antiterrorista es legal o no, la Argentina vota siempre contra Israel" - reflexiona Datilo.
Para el Profesor en Historia Judía de la institución educativa Ort, Abraham Zylberman, "el voto argentino contra Israel representa una política de temor - no sólo a represalias sino a la pérdida de mercados árabes- disfrazada de neutralidad y derechos humanos". Precisamente, esta misma razón es la que para Zylverman ha provocado que no se vincule a los países árabes en la investigación de los atentados. Sin embargo, a diferencia de Datillo, su posición no es tan rígida a la hora de apuntalar al gobierno actual. " Kirchner no es responsable ni por las investigaciones previas ni por el juicio que se desarrolla en relación al caso AMIA. Pero sí es responsable cuando asume un compromiso con la comunidad judía y con la sociedad argentina toda para entregar supuestas pruebas". En este tema puntual de los casetes, cree que "se le escapó al Presidente off the record y no supo cómo negarlo. Y vaya uno a saber qué hay detrás de estas grabaciones. Seguramente nombres de personas muy importantes como para difundir ahora"- conjetura Sylberman.
No obstante, piensa que se crearon "demasiadas expectativas" cuando Kirchner asumió la presidencia. "Un caso que se investiga por espacio de diez años, con marchas y contramarchas, con complicidades, con afirmaciones y desmentidas, es un caso que no se quiere resolver. Y de hecho, creo que el caso no se resolverá en el sentido que debía resolverse: hubo demasiados intereses locales para permitir que se esclarezcan las responsabilidades"- afirma el Prof. Pero no es el único al que el escepticismo se apodera de sus palabras.
"¿Qué puedo opinar? Que fue un engaño...si las palabras son nada, es como escribir una página más. Todo esto forma parte de esta descomposición obscena del Estado argentino. Que D´s ampare a los familiares porque nadie más lo va a hacer".
Teñidas por una mezcla de enojo, escepticismo y frustración, la voz del filósofo Tomás Abraham van cobrando fuerza a medida que transcurre la entrevista. "¿Para qué fue el abrazo de Kaul a Kirchner, antes de que pase algo? ¿Para salir en las fotos? Eso basta. El enojo no es con el poder político, es con la dirigencia judía. Hay que dar un portazo, terminar con esta farsa, con esa actitud de permanente agradecimiento. La comunidad no necesita solidaridad, necesita justicia- sentencia el filósofo, abriendo el juego a la polémica actuación de la dirigencia comunitaria que se esconde detrás de estos hechos.
Y en esa búsqueda de justicia, Beatriz Borovich; Profesora universitaria, Lic. en Letras sostiene que
antes de recargar las tintas contra el Presidente que recibió todo el "paquete", primero hay que "limpiar", y luego recién tomar medidas. Cuando la Lic. habla de limpieza, hace hincapié en la necesidad de señalizar a "tres grandes baluartes" de origen judío vinculados con el gobierno de Menem al momento del atentado, como son Kohan , Corach y Beraja. "¿Por qué no los llaman?"- se pregunta Borovich desilusionada y también escéptica. "Todo quedó en aguas deborrajas".
Para el Prof. Zylberman, si de algo hay que acusar a la dirigencia comunitaria es de "figurismo". "Se quiere figurar. La lucha intestina es feroz. Y nadie quiere darse cuenta, que por más intentos que se lleven a cabo para mejorar la imagen de las instituciones centrales, el descreimiento en sus reales intenciones no hace mas que alejar a la gente, hacerla indiferente. Hay demasiadas figuritas que se eternizan en el "poder". ¿Cuál es la idea? Estar en primer plano. No forman a los nuevos dirigentes y si lo hacen, lo hacen con los mismos vicios que los viejos tenían".
Sin embargo, y más allá de su intervención en el escándalo de los casetes, Zylberman rescata la figura de Abraham Kaul, como un dirigente con " buenas intenciones que abrió AMIA a la comunidad". No obstante, para el Prof., éste debe convivir con viejas prácticas de poder que vienen todavía de la época de los atentados. "Y esa convivencia no me parece que sea demasiado armónica. Es decir, se cambió de Hombre, pero el mismo viejo poder está vigente".
Haciendo mea culpa de este proceso de debate interno que se debe las instancias representativas de la comunidad judía y para " no hacer en la prensa lo que yo critico a diario: figurar", en forma anónima, un alto dirigente de orientación sionista, presta testimonio y confiesa que todo este escándalo aconteció " porque no tenemos en claro los objetivos. No es necesario hacer una conferencia de prensa luego de hablar con el Presidente. No hay obligación de ello. Yo propongo unidad comunitaria a ultranza". Para ello, este dirigente aduce que "sacando a 3 o 4 tipos (prefiere no dar nombres) que ensucian la cancha, lográs la unidad. Tener a DAIA por un lado, a AMIA por el otro, una división en los Familiares de las Víctimas de los atentados... ¿Esto es bueno para los judíos? No, la verdad que no"
Para otro alto directivo de una importante institución eductativa comunitaria - que también prefiere presentarse en forma anónima- las internas comunitarias no son de ahora. "No es una novedad en la historia judía argentina ni del mundo. No en vano los sabios dicen que el Templo de Jerusalem se destruyó por una lucha entre hermanos".
A la hora de reflexionar sobre los acontecimientos acaecidos en estos últimos tiempos, dicho dirigente sostiene que "la historia de este último decenio generó habitualmente promesas y expectativas que llevaron a una sensación de desilusión y desprotección en nuestra comunidad. Hace falta cintura política para que los anuncios sedimenten y no sean noticias pasajeras. No me siento identificado con una dirigencia comunitaria que hace eco de estas noticias sin pruebas fehacientes. Siempre pasamos de la ilusión a la desilusión. La comunidad no debe entrar en este juego. Debemos aprender de esto".
Indudablemente el escándalo de los casetes no es un tema menor. La frustración reaviva enojos y discordias, y despierta polémica sobre la conducta de la dirigencia comunitaria en sus lazos con el poder político argentino. Diez años de esperanza. Diez años de desilusión. La comunidad dice basta, exige autocríticas y replanteos. Quizás sea momento de escucharla.
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