Días pasados un conocido me contó que había elegido seguir el camino de la observancia de nuestros preceptos, especialmente en lo referido a la comida casher, pero que los días sá
bados continuaba trabajando en su local comercial, ya que se trata de un día de gran afluencia de clientes.
Es habitual que la gente organice su vida trabajando desde bien temprano hasta tarde, luego entre a su casa con las tensiones propias de cada jornada, cene y se vaya directamente a dormir -o tal vez mire algún programa televisivo-, y esta situación se prolongue aún al día sábado.
Cuántas personas han dedicado su vida al trabajo, no sólo física sino intelectualmente, priorizando este por sobre todo lo demás -entiendase la familia, la transmisión de conocimientos a los hijos, el estudio de Torá, las oraciones diarias- y aun así, al llegar el momento de su vida en que entienden que tendrían que estar "hechos", advierten que tanto sacrificio no les alcanzó, y se sienten frustrados.
Ni el mejor programa cómico, el más vibrante partido de fútbol ni la mejor película americana pueden torcer el destino de fastidio o "mala sangre" permanente a la que somete la rutina de la inseguridad económica,
la falta de personal doméstico eficiente o el electrodoméstico que se descompone en el peor momento (acaso algún momento es bueno para que se rompan la heladera o el lavarropa?).
Cuando Paró asumió el gobierno de Egipto y vislumbró al pueblo hebreo como una amenaza, decidió esclavizarlo haciéndolo trabajar sin descanso. Además, todo lo que los hebreos construían él luego lo hacía destruir, para nuevamente ordenar que vuelvan a construirlo. De esta forma, al agotamiento físico se sumaba la propia desmoralización, producto de ver que todo el esfuerzo diario era inútil.
Tiene algo que ver el sufrimiento de los hebreos bajo el yugo del faraón en Egipto con los tiempos actuales?
Cuando iba a la escuela primaria, y de esto hace más de treinta años atrás, recuerdo que los padres de un compañero comían pan durante Pésaj. Cuando pregunté por qué lo hacían, respondían que lo que se ensña en la escuela es muy importante pero dentro de ese ámbito, pero en la casa de uno es diferente. Hace pocos días, en una reunión de padres de jardín de infantes, un papá preguntó si no se preparaban actividades con contenido judaico, a lo que las docentes le respondieron: "se explican las festividades, se celebran Cabalat Shabat todos los viernes, pero qué son actividades con contenido judaico?"
En Pésaj, la figura más importante es el niño: es quien pregunta durante el Séder y participa activamente de él. Si en todas las oraciones diarias D's nos ordena recordar que El nos sacó de Egipto y nos condujo a la libertad, y que debemos transmitir enseñanzas de Torá de padres a hijos dentro de nuestra casa, en el camino, al acostarnos y al levantarnos, cuán importante es poner esto en práctica en Pésaj, que es la fiesta especial de nuestros hijos, y a su vez es la que nos recuerda la salida de Egipto.
Es nuestro deber ser coherentes con nuestra Torá, con nuestro judaísmo. Cada cual en su respectivo ámbito de actuación, y sobre todo los padres. La libertad que D's nos dio no significa desligarse de cualquier compromiso, sino, muy por el contrario, asumir la responsabilidad del pacto que celebramos con la recepción de nuestra Torá.
Debemos recordar Pésaj como si todos los judíos hubiéramos huído de Egipto, y asumir que también estuvimos al pie del Monte Sinaí recibiendo la Torá. Sólo así podremos permanecer libres de las cadenas de la esclavitud de ayer y de hoy.
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