¿Tiene Israel un problema con las armas nucleares? A primera vista, parecería que sí. Libia está dispuesta a desprenderse de sus armas de destrucción masiva (ADM) y comprometerse a no volver a fabricarlas. Tarde o temprano, es probable que Irán siga el mismo camino, seguida quizás poco tiempo después por Pakistán. Después de todo, el ejemplo iraquí está muy fresco en la mente de estas naciones.
Es por supuesto natural que los países árabes a los que se exige abandonen sus ADM intenten llamar la atención hacia Israel. ‘¿Por qué sólo nosotros?’, argumentan.
¿Y qué sucede con ustedes? Después de todo, no es ningún secreto que ya hace largo tiempo que los reactores israelíes abandonaron el negocio textil. Cualquier sabe qué y cuánto tiene Israel. De modo que si a nosotros, los países árabes, se nos pide que nos desprendamos de este tipo de armas, ¿por qué no se exige a Israel que haga lo mismo?
Son muy pocos los casos en que un argumento tan lógico puede ser al mismo tiempo tan erróneo. Nada es más lógico que exigir que Israel haga exactamente lo mismo que se requiere de otros. Nada más lógico que pretender que Israel ponga en práctica lo que predica para los demás. No existe argumento más razonable que decir que no tiene sentido que las armas nucleares existentes en un país representan un peligro para el mundo, en tanto que está bien que otro país las tenga.
Por una parte, resulta totalmente claro que Israel no tiene intención alguna de desprenderse de sus armas nucleares, aun si el mundo entero hace todo lo posible para lograrlo. ¿Qué hacer entonces? ¿Qué decirle al mundo?
En primer lugar, no tartamudeemos. No tratemos de encubrir la cuestión ni de barrerla bajo la alfombra. Tenemos el contra-argumento más lógico que existe, simplemente porque se basa en la verdad.
Debemos decirle al mundo que simplemente la situación no es la misma, porque no tenemos el propósito de destruir ningún país. No tenemos motivos para hacerlo, y no funcionamos de esa forma.
Es cierto que hubo situaciones existenciales en las que se consideró utilizar armas nucleares. Pero esto nunca se hizo. No tenemos ningún concepto equivalente al grito de guerra árabe de Itbah al yahud - matar a los judíos.
Desde un principio, hubo un solo motivo por el que Israel se involucró en toda la cuestión de las armas nucleares: su defensa. Esto incluye el equilibrio del terror. Es posible que de no tener estas armas a nuestra disposición ya no existiríamos, porque los países árabes podrían habernos destruido. Lo que los detiene más que ninguna otra cosa es saber que es posible una respuesta nuclear.
En realidad, quienes buscan la paz en el Medio Oriente deberían estar respaldando la posesión de armas nuclear por parte de Israel. Porque de no haberlas tenido, ningún país árabe o musulmán – incluyendo a Egipto y Jordania – hubiese estado dispuesto a discutir la paz. Si disposición a hacer la paz, en la medida en que ella realmente exista, surge de haber aceptado la existencia del Estado de Israel y el hecho de que no pueden borrarnos de la faz de la tierra. Y tal aceptación por los países árabes y musulmanes es consecuencia directa de saber que tenemos armas nucleares.
En esencia, el Estado debe su misma existencia a una sola persona que trajo a Israel las armas nucleares, y que lo hizo a pesar de la oposición de casi todos sus colegas en el gobierno. Si logramos la paz con las naciones árabes será gracias a quien trajo armas nucleares a Israel por su visión profética del futuro y una sobria comprensión de la realidad en esta región, una realidad que no ha cambiado ni cambiará. No es superfluo que recordemos una y otra vez que este hombre no fue otro que Shimon Peres.
Quienes sostienen que con respecto a las armas nucleares debe aplicársenos la misma vara que a los países árabes no están buscando nuestro bienestar. Y si se nos pregunta cómo podemos estar tan seguros de que esas armas nunca se emplearán indebidamente, debemos decir con toda franqueza: Nuestra confianza se basa en que nosotros no somos ellos; no somos como ellos. A quienes digan otra cosa no les interesa la verdad.
Para las naciones árabes, las armas nucleares son armas de destrucción. Para nosotros son armas de defensa que hacen posible la continuidad de nuestra existencia. Permitir que los países árabes sigan poseyendo armas nucleares equivale a aceptar el suicidio universal. Exigir que Israel se desprenda de estas armas es pedirnos que, por favor, aceptemos suicidarnos.
El autor es ex editor en jefe de ‘Haaretz’ y ‘Globes’.
Fuente: ‘The International Jerusalem Post’ –
Traducción del inglés: Mauricio Kitaigorodzki (Bariloche)
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