Los atentados terrorístas contra las sinagogas turcas y contra los objetivos británicos en el mismo país y las advertencias reiteradas acerca de otros posibles ataques en Argentina y Hong Kong o cualquier otro lugar del mundo occidental o aliado, son parte de un fenómeno que continuará y empeorará.
El extremismo islámico decidió hacer descarrillar lo que denomina "el tren del imperialismo occidental".Para esta ideología fundamentalista, los judíos son la locomotora del tren. Los extremistas consideran que los judíos son la punta de lanza de esa ofensiva y por ello el ataque a objetivos judíos y todo lo que simbolice el judaísmo en el mundo puede extenderse. Aún si los atentados en Turquía no fuesen de Al Queida, llevan su sello.
Paralelamente los ataques buscan desestabilizar al gobierno turco y se integran con una serie de intentos de la red Al Queida y sus acólitos para derrocar a los regímenes islámicos moderados, amedrentarlos y luego tomar el poder. En Turquía hubo advertencias sobre ataques.La inteligencia israelí sospechó que los mismos podrían ser dirigidos contra algunos de los 300.000 israelíes que al año visitan el país. Sin embargo no hace falta advertir lo obvio:las minorías judías en países árabes-islámicos son un objetivo fácil para los terrorístas y obligan a Israel a distraer fuerzas para ocuparse de un tema "ajeno".
En un pasado no muy lejano, con la voladura de la embajada de Israel en la Argentina, las fuerzas de seguridad de Israel ya discutian acerca de como salvaguardar la seguridad de los judíos en el exterior.Las hipotesis se incrementaron, tomaron impulso, luego de la voladura de las Torres Gemelas. El tema no es sencillo. Cuando se hablaba de la situación de judíos en países oprimidos como la ex URSS, Albania, Rumania, las cosas parecían tener una solución algo más simple, pero cuando se trata de la seguridad de los judíos en Londres, Paris, Berlín u otra capital europea, la responsabilidad es más compleja. La situación en Turquía aún es buena porque el gobierno turco ha estrechado filas contra los que luchan contra el terror.
La situación de seguridad actual obliga a Israel a tomar decisiones rápidas e invertir esfuerzos en conjunto con las comunidades diaspóricas.
Israel no puede ser el único actor de esta obra. Hay que construir una red de colaboración con gobiernos confiables, servicios de Inteligencia, cancillerías, policía, para poner freno al terror antijudío, antioccidental y antihumano.
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