Artículos de la Cole


Una Partición de Eretz Israel en el siglo XVI
Los Avatares de la Historia

Por Moshé Korin


El 29 de Noviembre de 1947 se reunió en Lake Succes (New York) la Asamblea General de las Naciones Unidas, y en una votación histórica aprobó el despacho de la mayoría de la UNSCOOP (Comisión Especial de la ONU (UN) para Palestina), que proponía la división del país en dos estados: uno judío y otro árabe.
En base a esta Resolución, el 14 de Mayo de 1948 se reunió en Tel Aviv la Junta Provisoria de Gobierno, presidida por David Ben Gurión y proclamó la creación de un Estado Judío independiente que se llamaría Medinat Israel.

CUATRO SIGLOS ANTES.


Un episodio histórico poco difundido, que ocurrió en el siglo XVI, tuvo que ver también con una partición de Éretz Israel y el establecimiento de un Territorio Judío independiente. En ese aspecto, pese a las enormes diferencias que los separan de la Partición de 1947, puede considerarse un antecedente de la misma.


EL PROTAGONISTA: DON JOSÉ (IOSEF) NASÍ.


A fines del siglo XV tuvo lugar la expulsión de los judíos de España y Portugal. Gran parte de los proscriptos encontró refugio en Turquía, especialmente durante el reinado del más célebre y poderoso de los sultanes otomanos: Solimán II, el Magnífico (entre 1520 y 1566).
En la corte de Solimán llegó a ocupar un lugar prominente el judío Don José Nasí. Pertenecía éste a una rica familia de "marranos" que, en Portugal, se había mantenido fiel, secretamente, a la fe de sus mayores. Descubierta por la Inquisición, la familia debió huir a Holanda, y de allí pasó a Turquía, donde pudo practicar su religión libremente.
En sus viajes, Don José se relacionó con grandes estadistas europeos. El sultán Solimán II reconoció sus dotes, a punto tal que durante su reinado y el de su sucesor, Selim II, lo designó para el alto cargo de Consejero y Ministro de Relaciones Exteriores.
Pero además de sus servicios al gobierno otomano, Don José Nasí se preocupó siempre por favorecer a sus hermanos judíos. Y más de una vez pudo salvarlos de la persecución, gracias a sus conexiones con gobiernos extranjeros. También protegía a los sabios y escritores judíos de Constantinopla, y apoyaba a las "ieshivot" (academias talmúdicas). Los judíos lo llamaron "Nasí" (señor, príncipe). Y el sucesor del sultán Solimán le concedió el título de "Duque de Naxos". (Naxos es el nombre de una isla del Mar Egeo).
La consideración y la alta estima de Solimán II hacia Don José Nasí, se puso de manifiesto cuando, alrededor del año 1560, firmó un "charter" ("firmán" en turco, es decir una carta o decreto de privilegio)que lo autorizaba a establecer un Dominio judío en Éretz Israel.


TIBERÍADES.


Por ese decreto, Solimán entregaba la ciudad de Tveria (Tiberíades), junto con otras 7 aldeas, no amuralladas, a Iosef "al-frandyi bey" (título oficial de Don José Nasí en Turquía), para que las reconstruyera y las administrara luego del modo que considerara más conveniente. Como dueño y señor de ese Dominio, Don José (Iosef) tendría derecho a controlar la inmigración al mismo.
Tveria había sido fundada por Herodes Antipas en honor del emperador romano Tiberio, en el año 26 de la Era Común, de modo que en ese momento contaba ya más de 15 siglos. Pero se hallaba reducida a escombros. Y Don José puso manos a la obra, sin demora, a fin de hacerla habitable.
Los materiales de construcción no escaseaban: en las calles se apilaban montones de piedras negras. Tampoco faltaba agua, ya que el Kinéret (Lago de Genesaret) se hallaba al alcance de la mano, y el Iardén (Río Jordán) renovaba constantemente las aguas del lago, haciéndolas potables. Lo que sí faltaba era gente que poblara la ciudad: en Tveria no había más que tumbas. Es cierto que esas tumbas eran de personajes importantes: el Rabí Akiva y sus discípulos, el Rabí Iojanán ben Zakái, el Rambám (Maimónides), y otros. Pero la ciudad no contaba con judíos vivientes.
Los pashás de Damasco y de Tzfat (Safed) recibieron entonces una orden emanada de la cancillería del Sultán y que llevaba impreso su sello. La misma indicaba que en Constantinopla estaban abocados seriamente a "implementar" la Resolución acerca de la división del territorio y el establecimiento de un Dominio Judío en Éretz Israel (cosa que no sucedería 400 años más tarde, cuando las Naciones Unidas adoptaron una resolución análoga, sin tomar luego la iniciativa para concretarla).
Ese 2º decreto de Solimán estipulaba que, considerando que Don José (Iosef) Nasí había designado un delegado de nombre Iosef ben Ardit para iniciar los trabajos en Tveria, los pashás de los distritos vecinos (Damasco y Safed) deberían satisfacer todos sus pedidos. (El sueldo diario de ese delegado era de 60 unidades de una moneda de la época. Curiosamente, 4 siglos después, los comisarios designados por la UN percibirían por su trabajo 60 dólares diarios).
Ambos pashás decretaron en sus respectivos distritos la movilización de todos los constructores de murallas y portadores de cargas, a fin de enviarlos a Tiberíades para ayudar a reconstruir la ciudad. Al mismo tiempo, quienes habitaban el territorio del nuevo Estado debían colaborar en las tareas previas que no requerían un conocimiento especial, tales como la provisión del barro, el acarreo de arena del lago Kinéret, y otras.


OPOSICIÓN AL PROYECTO.


Según fuentes históricas, no faltó la oposición por parte de la población local, al proyecto de un Estado judío; y esa oposición adquirió ribetes bastante severos.
Así, se cuenta que un viejo sheikh (dignatario árabe) de Éretz Israel emprendió una acción tendiente a levantar a la población contra el citado proyecto. Lanzó entonces un llamamiento a los árabes de Éretz Israel, en el que les advertía del peligro que el Estado Judío representaría para ellos. Les dijo que, según una vieja tradición musulmana, la reconstrucción de Tveria traería consigo el hundimiento de su religión.
Como consecuencia de esta prédica, los árabes de Tveria se rebelaron, negándose a construir la muralla que rodearía la ciudad.
El delegado Rabí Iosef ben Ardit se vio de pronto en una situación similar a la de los 5 Comisarios de 1948. La gran diferencia radicaba en que el funcionario de 400 años atrás contaba con un fuerte apoyo de las autoridades. Enfiló, entonces, Don Iosef ben Ardit para Damasco y solicitó la ayuda del pashá. Éste no necesitó de una fuerza internacional para poner orden en Tveria, porque contaba con suficientes elementos. Así, pudo enviar refuerzos al teatro de la rebelión, su promotor fue arrestado y dos de los insurrectos ejecutados públicamente.
Esas medidas surtieron efecto. La población de Tveria entendió que la cosa iba en serio, que el Estado de Don José Nasí se hacía realidad. Y cada uno ocupó su puesto de trabajo.


RECONSTRUCCIÓN Y DESARROLLO.


En el fondo de una excavación abierta para colocar los cimientos de la muralla, apareció una piedra bajo la cual se hallaba la entrada a una antigua iglesia subterránea. También se hallaron 3 campanas de latón (zinc y cobre), y otros materiales que luego recibieron diferentes destinos. Así, las campanas fueron fundidas para fabricar cañones, con los que el nuevo Estado Judío podría defenderse.
La construcción de la muralla alrededor de la capital, en un radio de 1500 codos (1 codo aprox. medio metro), duró 5 años. A su término, Don José invitó a una gran celebración. Se conoce la fecha exacta de ese acontecimiento: fue en el mes de Kíslev del año 5325, que corresponde a Diciembre de 1564.
Sabía muy bien el ilustre judío, que la muralla no bastaría para proporcionar sustento a los pobladores. Se hacía necesario crear las condiciones para el desarrollo económico del novel Estado. Su segunda medida, entonces, fue plantar en Tveria y sus alrededores, miles de ejemplares del árbol de la morera, cuyas hojas sirven de alimento a los gusanos de seda.
Don José Nasí soñaba con hacer de Éretz Israel un gran centro para la industria de la seda. También comenzó a traer lana de España y se instalaron hilanderías. El Estado Judío sería un gran productor de telas.
Probablemente tuviera Don José Nasí en la mira, también, un objetivo político. Quería ajustar cuentas con Venecia, que no mucho tiempo atrás se había mostrado hostil a la familia Mendes (Juan, Francisco y Gracia); y sobre todo, porque se había permitido rechazar brutalmente la propuesta de destinar una de sus islas al hogar para los judíos. Le placía, entonces, a Don José, instalarles a los productores venecianos un competidor en el Medio Oriente.
Pero no se conformó con un solo rubro. También se ocupó de desarrollar la agricultura y la ganadería. Hizo traer ganado y enseñó a criarlo. Los inmigrantes de España eran entendidos en la materia y entrenaron a los demás. Según un Libro de Respuestas de la época, en Tiberíades floreció también la industria de la miel.
Don José se preocupó, además, por el desarrollo urbanístico. Las construcciones avanzaron a un ritmo sostenido, se marcaron las calles y se regularon las obras.
Resulta interesante conocer los conflictos que se suscitaban entre vecinos por problemas tales como la apertura de ventanas de un patio a otro, la instalación de distintos servicios, etc. Dichos conflictos eran dilucidados en los tribunales religiosos. Los juicios ("dinéi Torá") a que daban lugar, también quedaron registrados en los Libros de Respuestas, y eso permite apreciar la gran envergadura de la construcción en Tveria.


LLAMAMIENTO A LOS JUDÍOS.


No podía ser de otra manera, ya que Don José había lanzado un llamamiento a los judíos de todo el mundo para que vinieran cuanto antes al nuevo Reino Judío. Cualquier limitación (si alguna vez la hubo) quedó anulada. Todo judío podía ingresar en el Territorio Judío independiente establecido en el siglo XVI, si así lo deseaba, siempre que tuviera la posibilidad técnica de efectuar la travesía.
El rumor de que se había levantado una nueva ciudad judía sobre las ruinas de Tveria, y de que se construía un país judío en Éretz Israel, impresionó vivamente a los judíos de Europa. El entusiasmo cundió entre las masas desesperadas, que hasta entonces sólo habían conocido la opresión. Brisas de redención los impulsaban a una vida nueva en el viejo hogar.
Lamentablemente, la empresa terminó en la nada. El Pueblo Judío aún no estaba maduro para regresar a su tierra ancestral. Los árabes del lugar molestaban, y a Don José Nasí se le fue el entusiasmo. El "mesianismo práctico" fracasó, aunque Don José siguió dedicando sus desvelos a los intereses judíos.


ÚLTIMOS AÑOS DE DON JOSÉ NASÍ.


A la muerte de Selim II, sucesor de Solimán el Magnífico, Don José (Iosef) Nasí se retiró de la actividad pública. Pasó sus últimos años dedicado al trabajo intelectual, en su rica biblioteca y en la compañía de otros sabios.
Murió en el año 1579. Su viuda, Reina (hija de Francisco y Gracia Mendes), fundó en Constantinopla una imprenta para la edición de textos hebreos.

Una Partición de Eretz Israel en el siglo XVI
A este sitio lo hacés vos...Si te gusta escribir y querés publicar tus artículos, escribinos a: contenidos@delacole.com