La Voz Judía


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El pueblo de Israel salió de la tierra de Egipto el día 15 de Nisán del año 2448 (1313 a.e.c.), para recibir la Torá en el monte Sinai. Nuestros Sabios nos enseñaron que la degradación espiritual en la que se encontraban los hijos de Israel cuando salieron de Egipto estaba en su máximo nivel. Ellos se encontraban en el cuadragésimo noveno grado de impureza espiritual, y por eso D’os aguardó 49 días hasta entregarles la Torá.
Desde que salieron de Egipto, Moshé Rabenu se ocupaba de elevarlos espiritualmente un poco cada día y realmente los hijos de Israel fueron progresando día a día. Así, al llegar frente al Monte Sinai, la situación había cambiado radicalmente.
La Torá nos cuenta que en el primer día del tercer mes - el mes que más tarde sería llamado el mes de Siván - los hijos de Israel llegaron a su destino: “En el tercer mes de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en este día, llegaron al desierto del Sinai… y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel frente a la montaña” (Shemot -Éxodo- 19:1-2).
El pueblo estaba en un completo estado de unidad y ese sentimiento fue lo que provocó que algunos días más tarde recibiéramos la Torá. De hecho, la preparación espiritual del pueblo de Israel fue tan intensa, que antes de recibir la Torá ellos llegaron al cuadragésimo noveno nivel de pureza espiritual.
En el día 2 de Siván, D’os le pidió al pueblo de Israel que cuiden Su Pacto y así se convertirían en el pueblo elegido: “Y ahora, si habréis de escuchar Mi voz y cuidaréis Mi pacto, ustedes serán para Mí algo preciado de entre todos los pueblos, pues Mía es toda la tierra. Y ustedes serán para Mí un reino de sacerdotes y un pueblo sagrado…” (19:5).
La función que ellos tendrían que desempeñar en el futuro no sería meramente la de cumplir mitzvot, sino mucho más que eso, deberían ser: “un reino de sacerdotes y un pueblo sagrado…”, y eso significa un pueblo donde todos sus componentes deberán realizar una función en favor del resto de los pueblos del mundo.
Ellos se habían preparado para escuchar la palabra de D’os, elevándose por encima de sus deseos para cumplir Su voluntad: “Y respondió todo el pueblo en conjunto y dijeron: Todo lo que ha dicho D’os haremos…” (19:8).
Al día siguiente, 3 de Siván: “…le transmitió Moshé las palabras del pueblo a D’os” (19:8). Y cuando la preparación llegaría a su cúspide, ellos vivenciarían una revelación histórica que nunca hubo como ella y que jamás se habría de repetir en ningún lugar del mundo: “Le dijo D’os a Moshé: He aquí que Yo me revelaré a ti mediante la espesura de la nube para que escuche el pueblo al hablar Yo contigo, y también en ti creerán para siempre…” (19:9).
Pero todavía quedaba un pequeño detalle por aclarar. El pueblo no quería que D’os hablara sólo con Moshé sino con todos ellos, y es por eso que al día siguiente, 4 de Siván, D’os respondió a su pedido: “Y estarán preparados para el tercer día, pues en el tercer día D’os se revelará a ojos de todo el pueblo, sobre el monte Sinai” (19:11).
Tres días más tarde el monte Sinai presentaba un aspecto increíble: “Y ocurrió que en el tercer día, al amanecer, hubieron truenos y relámpagos y una nube espesa sobre la montaña y un sonido de shofar muy fuerte, y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento” (19:16).
Y D’os se reveló a ojos de todos ellos: “Y el monte Sinai humeaba todo, pues D’os se había revelado sobre él mediante el fuego…” (19:18).
Allí, el pueblo de Israel “vió los sonidos”. Era como si sus almas hubieran salido de sus cuerpos y ellos ya no percibían mediante los cinco sentidos, sino que lo hacían mediante algo que estaba más allá de los sentidos. El alma inmaterial podía “ver” los sonidos inmateriales. El pueblo de Israel recibió los Diez Mandamientos (que de hecho incluyen a toda la Torá) en el Monte Sinai.

 

La Tribuna Judía 65

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