La Voz Judía


La Voz Judía
Desde su Bunker del ghetto de Varsovia

“Tengo tres botellas de gasolina. Son tan preciadas para mi como el vino para el borracho.

Éramos doce en esta habitación al comenzar la rebelión.Durante nueve días combatimos al enemigo.
Mis once compañeros cayeron, murieron valienternente en la batalla incluyendo al pequeño de cinco años que vino aquí solo sabe Di-s cómo, que ahora yace muerto cerca de mí, luciendo en su cara una sonrisa como la de los niños que sueñan pacíficamente. También este niño murió con la misma calma ética que sus camaradas mayores.
Escribo estas líneas recostado en el suelo, alrededor de mí yacen muertos mis camaradas. Al menos que mi cara sea comida por las llamas, una sonrisa similar a la de ese niño podría quedar grabada en ella después de mi muerte... Mientras tanto, aún vivo, y antes de morir, quiero hablar a mi Señor como un hombre viviente, una simple persona que tuvo la grande pero tragica suerte de ser judío.
Estoy orgulloso de ser judío, no a pesar del trato que el mundo nos dispensa, sino precisamente debido a ese trato. Me avergonzaría pertenecer al pueblo que engendró y crió a los criminales responsables de los hechos que se han perpetrado contra nosotros.
Estoy orgulloso de ser judío, porque es un arte ser judío, porque es difícil ser judío. No es ningún arte ser inglés, americano o francés; puede que sea mas fácil, más cómodo ser uno de ellos, pero no es más honorable. Sí es un honor ser judío, soy feliz de pertenecer al pueblo mas infeliz del mundo, cuyos preceptos representan lo más elevado y bello de la moralidad y de las leyes.
Se nace judío tal como se nace artista. Es imposible renunciar a ser judío. Este es nuestro atributo Divino que nos convirtió en pueblo elegido.
Creo en Ti, Di-s de Israel, a pesar de todo lo que has hecho para que no creyese mas en Ti. Creo en Tus leyes aún cuando no puedo comprender Tus acciones.
La muerte no puede esperar más, desde los pisos de encima de mi, el tiroteo se debilita a cada minuto que pasa, los últimos defensores de esta fortaleza están cayendo, y con ellos caen y perecen los Jasidim, judíos de Varsovia, temerosos de Di-s.
El sol se está poniendo, en una hora más a lo sumo estaré reunido con el resto de mis hijos y de mi familia, y con los millones de miembros de mi pueblo que sucumbieron, en ese mundo mejor en el que ya no habrán más dudas. Te he seguido, aún cuando me has rechazado, he seguido Tus mandamientos aún cuando me has castigado por ello, Te he amado y Te amo aún cuando me has arrojado a la tierra, torturado hasta la muerte y convertido en objeto de vergüenza, de escarnio y de ridículo.
Y estas son mis ultimas palabras hacia Ti, mi airado Di-s: has hecho todo lo posible para hacerme perder mi fe en Ti, pero muero exactamente como he vivido, gritando: “¡Shemá Israel, Hashem Elokeinu, Hashem Ejad!”.

Escribió Yosef hijo de David Racover de Tarnopol, un jasid del Rabino de Gur y descendiente de las piadosas y grandes familias de Racover Meitzer, desde su Bunker del Ghetto de Varsovia, el 23 de Nisán de 5703 - 28 de abril de 1943.

 

La tribuna Judia 20

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