La Voz Judía


La Voz Judía
Solo como nadie...
Por Rabino Daniel Oppenheimer

Todos nos creemos muy vivos. Y si nos enteramos acerca de la reacción que alguna persona tuvo ante cierta situación, conjeturamos lo que hubiésemos hecho nosotros de haber estado en esa circunstancia... obviamente, porque nunca estuvimos allí.
Tantas veces escuchamos la historia de Avraham. Nos narraron desde que somos pequeños el hecho que Avraham tenía un padre idólatra, compañeros supersticiosos y maestros paganos..., y cómo le rompió todos los ídolos del shopping del padre Teraj..., y, al leer estas historias, nos sentimos realmente orgullosos de él, porque introdujo la idea del monoteísmo en el mundo... (sin recibir hasta el día el premio Nobel por hacerlo), y afortunados de pertenecer al pueblo que desciende de tan prestigioso antecesor.
Es todo muy interesante y encantador, pero hay mucho más en esta historia que el simple cuento al que hacemos alusión, porque nunca es lo mismo vivir una historia siendo protagonista de ella sin conocer los resultados y las consecuencias, que leerla después de muchos años desde la cómoda posición de saber cómo sigue el argumento de la película.
Por lo tanto, sería importante utilizar un poco de nuestra imaginación para situarnos en el rol de Avraham. Sería maravilloso poder llegar a la conclusión que – si hubiésemos estado en aquella coyuntura, realmente hubiésemos tenido la misma actitud que nuestro célebre ancestro. Es más. Nadie sabe en este momento, si en durante su vida no le tocará la oportunidad de copiar el modelo de Avraham en cierta circunstancia. Pero no debemos caer en facilismos cómodos.
¿Cuál es la cualidad por la que más se destacó Avraham (y que legó a sus descendientes)? Por su generosidad total y absoluta hacia sus congéneres. Y esto no sucedió por mera casualidad, ni tampoco había sido educado en tal sentido, sino que fue el producto de su ponderación y análisis que lo condujo al reconocimiento de la existencia y autoridad del Todopoderoso, y esto se engendró precisamente a través de su contemplación del mundo natural y humano que lo rodeó. Cuando Avraham estudió las maravillas del mundo natural con aquel toque tan identificatorio del D”s que brinda un mundo placentero a los seres humanos, llegó a su conclusión que el “bien” a practicar en este mundo no podía ser muy distinto a la manera misma de la bondad Di-vina universalmente generosa. Y es ese el camino por el cual optó Avraham personalmente. Copió y emuló lo que vio en D”s. Y no solo eso. Cuando recibió gente en su casa, no solo les ofrecía comida y bebida, sino que compartía con ellos sus ideas. Quien realmente ama a los demás, los participa en todo lo que les pudiese beneficiar y no puede permanecer callado y mirar a un costado al ver que están desperdiciando por desconocimiento o desidia lo más preciado que poseen: su única vida.
¿Sabía o quería Avraham convertirse en el progenitor del pueblo judío? ¡A quién se le ocurrió, acaso, que debe haber un pueblo judío! ¿No podían, acaso, ser todos los seres humanos servidores de D”s como él mismo, sin que fuera necesario que exista un pequeño pueblo marginado de la sociedad que se llamen “judíos” que sirvan a D”s? – podía pensar Avraham.
Sin embargo, a esta altura de los acontecimientos, los planes Di-vinos eran distintos a los que él suponía. Es así que recibió la orden: “vete para ti de tu país, de tu tierra natal del hogar de tus padres... a la tierra que te mostraré”. Abandonar todo y a todos sus seres queridos para irse a “para ti”, es decir: para estar solo, es más difícil que todo lo que le había ocurrido hasta el momento (cada una de las pruebas/demostraciones a las cuales expuso D”s a Avraham crecen en complejidad frente a las que ya habían transcurrido). Avraham ya había estado dispuesto anteriormente a dar su vida por propagar lo que él sabía que era verdad en oposición a las ideas que estaban de moda. Ya lo habían arrojado al horno y se habían burlado de él. Pero ese precio lo paga aquel que se anima a pensar radicalmente distinto... y decírselo a los demás. Ahora D”s le exigía tomar distancia de todos para convertirse en un pueblo separado. Aquel que sería el modelo para los demás. Más tarde esta modalidad se establecería aun más con el Brit Milá (circuncisión) por el cual Avraham marcará en su cuerpo la diferencia con los demás.
Hasta aquí hablamos de la dificultad de Avraham de separarse del resto de la humanidad, pues esto no le permitiría poner en práctica la cualidad de generosidad que Avraham había elegido como propia. Pero allí es cuando la prueba se vuelve más dificultosa. D”s pactó con Avraham que “tu descendencia será extranjera en una tierra ajena y serán esclavizados y ser n torturados por 400 años...”. Por si esto fuese poco, D”s le fue mostrando cómo sus descendientes sufrirían a manos de los otros torturadores de turno: “y he aquí que un gran temor oscuro cayó sobre él...”
Ni este vaticinio, ni las frecuentes burlas de sus opositores que hacían referencia a su esterilidad, lo hicieron sucumbir.
Hoy, si bien nuestro ancestro Avraham ya no vive, no faltan aquellos que tienen la suerte de encontrarse con la oportunidad en su vida que alguien les muestre el camino hacia la Torá, o que hayan reflexionado por su propia cuenta y se hayan orientado su vida en una dirección que hasta el momento parecía tan distante y con tanto prejuicio. Y cuántas veces debe esa persona cumplir con el mandato de “lej lejá” (vete para ti), porque no se le tolera su nuevo estilo de vida. Y el Baal Teshuvá (retornante) también desea que todos vean lo que ve él y que todos hicieran Teshuvá. Él, por lo general, no quiere formar en el seno de su propia familia “un nuevo pueblo”... No obstante, muchas veces no hay otra opción y en la lucha entre la mente y las emociones queda en la difícil tarea de amar al prójimo y a sus familiares aun cuando se forma esa brecha en su mente. La presión social es uno de los factores más graves que deben enfrentar los Avraham de todas las épocas. No es fácil estar solo. El entorno laico y desinteresado dificulta a menudo y entorpece el crecimiento espiritual – aun más para los adolescentes que se encuentran en la etapa evolutiva que más los condiciona para toda su vida. Tampoco es simple asumir el deber como judío conciente, y mostrar alegría y entusiasmo – como lo hacía Avraham – a fin de que se transmita el judaísmo a todo aquel que lo observa tal como debe realizarse – con regocijo y satisfacción.
El versículo dice que “Ejad haiá Avraham” – su vida fue única. No tuvo de quién aprender. Quienes intentan emular su eximio modelo, lo tienen a él de ejemplo. En cada lugar al que llegó, construyó un altar a fin de darle oportunidad a los habitantes locales a que pregunten y cuestionen, y para poder dialogar con ellos en búsqueda de la verdad.
Los llantos van y los llantos vuelven... Cuántos abuelos lloraron por sus hijos y nietos que abandonaban parte del legado con el cual no sabían como entusiasmarlos. A solas y con el libro de Tehilim que les daba fuerza, inspiración y esperanza dejaron en manos de D”s el sueño que no pudieron concretar en vida. Desde las alturas, acompañan hoy a sus nietos en quienes se despierta el gran emprendimiento de volver.

 

Nro 357 Jeshvan del 5765 / Octubre de 2004

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