Rosh Hashaná, además de ser el aniversario de la creación de Adam Harrishón, el primer hombre, es el momento en que Hashem juzga nuestra conducta. En base a los méritos que hemos hecho, dicen nuestros sabios, tres pueden ser los veredictos: la inscripción en el Libro de la Vida; que no seamos inscriptos; o que permanezcamos en duda hasta Iom Kipur, cuando D's firma su decisión acerca de nuestro futuro. Todo lo que nos sucederá en el próximo año queda determinado en esta fecha.
¿Hay formas de evitar el juicio de D's? ¿Puede D's apiadarse, sentir lástima por nosotros y atenuar su veredicto, como podría suceder con un juez terrenal, es decir, con la sentencia emanada de un ser humano? La respuesta es negativa.
Sin embargo, a través de la Tefilá, Tzedaká yTeshuvá somos nosotros quienes tenemos la oportunidad de cambiar. Porque estamos en un momento de Jeshvón Hanefesh, balance sincero, donde reflexionamos acerca de nuestros pensamientos, las palabras que hemos pronunciado y nuestros actos durante el año que termina.
Para hacer nuestra Tefilá, nuestro rezo, tenemos que ir al Beit Hakneset, la sinagoga. El Beit Hakneset es un lugar sagrado, no de esparcimiento o relaciones sociales, donde ir a encontrarse con amigos que hace mucho no vemos, a contemplar al servicio religioso como un espectáculo, o ver cómo van vestidos nuestros semejantes. Es importante compenetrarnos previamente del significado de la tefilá, la plegaria que vamos a pronunciar, y rezar con temor y convicción para que la misma sea escuchada.
Hay que practicar la tzedaká, la ayuda al necesitado, y si se la hace anónimamente, mejor. Y sobre todo, hay que pedir perdón a nuestro prójimo por el mal que le causamos. D's no puede considerar favorablemente nuestras acciones si previamente no arreglamos los temas pendientes en este mundo. ¿Qué sucede si alguien no acepta nuestras disculpas? Recordemos que si luego de tres veces de pedir perdón a una persona no somos escuchados, Hashem sí nos perdonará.
Los días que transcurren desde el inicio de Rosh Hashaná hasta Iom Kipur son conocidos como los Haseret Iemei Teshuvá, los diez días del arrepentimiento y retorno a los caminos de la Torá. Hacerteshuvá está al alcance de cualquiera de nosotros; como está escrito en la Torá, D's no nos pide nada que tengamos que traer del cielo o del otro lado del mar. Tampoco de la noche a la mañana podemos aspirar a la perfección, ya que también está escrito que no hay ningœn ser humano que escape del error. Se trata que cada persona haga el máximo esfuerzo, y D's la recompensará. Para algunos, el esfuerzo será comenzar a observar el shabat; o colocarse diariamente el talit katán y los tefilín; observar el kashrut, y así sucesivamente con las distintas mitzvot. Siempre se puede mejorar, y D's, así como castiga severamente al que se aparta de sus preceptos, siempre perdona al Baal Teshuvá, al que retorna. No sólo eso, sino que lo coloca en su consideración por encima del tzadik que siempre ha cumplido. ¿Por qué? Porque mientras quien proviene de una familia observante no conoció otra forma de vida, el baal teshuvá vio los dos mundos, y eligió el camino de la Torá, realizando el esfuerzo adicional de resignar algunos efímeros ÒplaceresÓ del cuerpo por una vida de espiritualidad. Hay que tener presente que D's no coloca a la persona frente a pruebas que no pueda superar; El puso delante nuestro el camino del bien y del mal, y nosotros elegimos.
Es decir, si practicamos laTzedaká, hacemos Tefilá y retornamos en Teshuvá, nos habremos convertido en personas diferentes. O sea, D's no cambió su veredicto, sino que fuimos nosotros quienes hemos cambiado.
Que el sonido del Shofar nos movilice y nos conmueva, que nos ayude a despertar y a transformarnos en personas diferentes para que podamos ser inscriptos en el Libro de la Vida. Amén.
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