Nuestra sagrada Torá ya estipuló un sistema judicial necesario y obligatorio para poder convivir como sociedad en paz y armonía. De hecho, nuestros comentaristas explican que antes de recurrir a un tribunal gentil, la primera instancia debe ser el tribunal rabínico. Desafortunadamente, nuestro pueblo sufrió el exilio y fuimos dispersados por el mundo. Si bien gran parte de nuestro pueblo pudo retornar a nuestra tierra y formar nuevamente un estado, muchos quedamos inmersos en la diáspora. Por ende, nuestros tribunales lamentablemente, no tienen poder para ejercer dictámenes judiciales con fuerza política, policial, etc. En este marco, las mujeres quedamos desprotegidas. Luego del divorcio civil y mediando causales graves y maltrato, muchas mujeres quedan ligadas espiritualmente a ese vinculo, porque sus cónyuges deciden no otorgarles el Guet, divorcio religioso imprescindible para rehacer sus vidas. Lamentablemente, los tribunales rabínicos de este país y otros países de la diáspora, no cuentan con el poder judicial para obligar a aquellos hombres a liberar a sus cautivas, y sus juicios terminan no siendo justos: muchas mujeres resignan los alimentos de sus hijos o le son expropiadas sus viviendas a cambio de su libertad. ¿Hasta cuándo se puede seguir así? Es hora de que se tomen cartas en el asunto. En EEUU, ya rigen acuerdos prenupciales para evitar este chantajeo. Es hora de buscar artilugios para anclar el divorcio civil con el religioso y así evitar todo sufrimiento. Consciencia, respeto, libertad, justicia. No hay que esperar que le pase a uno para acordarse del otro que está sufriendo. “La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra” (Génesis 4:10). Tu hermano, un miembro de tu pueblo, un ser humano, sufre. No podemos hacernos los desentendidos, ciegos frente al dolor de nuestro prójimo. ¡Justicia con justicia perseguirás! ASOCIACIÓN ARGENTINA DE MUJERES OBSERVANTES AGUNOT Y EX AGUNOT agunot.argentina@hotmail.com
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