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Periódico Judío Independiente
A dos años de la muerte del fiscal
Un necesario desenredo

Por Gustavo D. Perednik
Perednik acaba de exponer sobre el caso Nisman en la Knéset de Israel, junto con el embajador argentino Carlos Faustino García. El libro de Perednik “Morir por la Argentina”, sobre las circunstancias que llevaron al magnicidio, acaba de ser publicado en una edición para España e Israel. En la siguiente nota, precisiones del autor sobre la muerte de Nisman, con quien mantuviera en vida una estrecha relación.

Por Gustavo D. Perednik



Había transcurrido más de una década desde el atentado a la AMIA, y el gobierno argentino tuvo un gesto que no registraba precedentes. Era 12 de mayo de 2005, y el Estado, cuya función es administrar justicia, admitió haber impedido que se hiciera justicia sobre el atentado.
En el caso del asesinato de Alberto Nisman, posiblemente pasará menos tiempo para que el Poder Judicial llegue a una conclusión similar. En ese momento se avendrá a aceptar que, pese a que el Poder Judicial es justamente el instrumento con el que cuenta el Estado para alcanzar la verdad, fue transformado por la presidenta en una máscara para asfixiar todo atisbo de verdad.
Debido a la enorme maniobra de ocultamiento, y gracias a los nuevos aires que se respiran desde fines de 2016, gracias a que el Tribunal de Casación reimpulsó la denuncia de Alberto Nisman, será muy útil durante este 2017 una iniciativa didáctica para esclarecer ante la opinión pública de qué hablamos cuando nos referimos al proceso AMIA/Nisman, o simplemente al “Caso Nisman”.
En ese contexto, proponemos los siguientes diez componentes:

1) La penetración iraní en Latinoamérica y sus efectos, particularmente los ataques terroristas de 1992 y de 1994 en Buenos Aires -los peores atentados que registre la historia de estas latitudes;
2) La década de encubrimiento del rol de Irán en la masacre, y la consecuente farsa del llamado proceso “AMIA 1”, durante el que se inculpó a agentes policiales corruptos con el objetivo de desviar la atención de la culpa de Irán;
3) El denodado trabajo de la UFI liderada por Nisman, y el consecuente esclarecimiento en el proceso “AMIA 2”, con la correspondiente incriminación de los iraníes involucrados, quienes fueron objeto de las “alertas rojas” de Interpol;
4) La alianza entre Cristina Kirchner y los ayatolás, impulsada por Hugo Chávez, que comenzó oficialmente en el encuentro entonces secreto entre los cancilleres Timerman y Salehi, en la ciudad siria de Alepo en 2011;
5) La revelación de Irán como cabeza de una red internacional de terrorismo, como fue demostrada por la denuncia de Nisman de 2013;
6) La perversión ínsita en el “memorracho” de 2013, firmado por los gobiernos argentino e iraní, que no fue aprobado por sus sendos parlamentos (Nisman mostró ulteriormente que este memorracho era la punta del iceberg de la complicidad argentino-iraní);
7) La denuncia de Nisman de enero de 2015 en la que se muestra el modus operandi de quienes, encabezados por Cristina Kirchner, vendieron a los ayatolás su impunidad a cambio de prebendas económicas;
8) El asesinato de Alberto Nisman el 17 de enero de 2015, con por lo menos la complicidad de funcionarios argentinos;
9) El enlodamiento de la escena del crimen durante 2015, a fin de impedir que jamás se conociera la verdad de lo ocurrido, todo ello junto con el desprestigio sistemático del fiscal asesinado;
10) El cambio de rumbo de la Justicia argentina a partir de diciembre de 2016, y la marcha hacia la verdad.

Cada uno de los diez hitos enumerados merece una explicación detallada; cada uno de ellos tiene sus propios protagonistas y desarrollo, y a partir de desmenuzar los componentes más importantes, puede empezar a construirse más claramente el cuadro global al que denominamos “caso Nisman”.
Asimismo, al percibir la independencia y las características distintivas de los componentes enumerados, puede impedirse que los incautos caigan en una trampa propagandística montada para confundir y engañar.

El fascinante involucramiento de Alberto Nisman en esta historia que cambió radicalmente su vida, y que insumió sus dos últimas décadas, comenzó casi de modo casual el 28 de abril de 1997 durante una fiesta de casamiento.
En ella, los fiscales del Caso AMIA (Eamon Mullen y José Barbaccia) invitaron a Nisman a sumárseles en el equipo de la fiscalía. Hacia entonces estaban preparando los detalles del entonces inminente Juicio Oral, y querían aprovechar la mayor experiencia de Nisman en dicha lid.
Durante los años subsiguientes, Alberto Nisman reparó en el mentado Juicio Oral que se trataba de un gigantesco engaño al que había sido arrojado. Resolvió no dejarse deglutir por la mugre, y el resto es la historia de la UFI (Unidad Fiscal de Investigación del Atentado a la AMIA).
Se trata de una epopeya que tuvo por protagonista a un fiscal transformado, entregado devotamente a la causa, y rodeado por escépticos y mediocres que intentaron vanamente desalentar su trabajo.
Alcanzó el momento cúspide de su carrera en 2006, con su informe de 800 páginas que reveló en detalle el atentado. El fundamentado informe reubicó a la Justicia argentina en el puesto de honor del que había sido desplazada después de las maniobras y sobornos del juez Juan Galeano.
Al poco tiempo tuve el privilegio de acompañar a Alberto en su primer viaje a Israel, donde disertó en varios marcos, fue entrevistado por muchos medios, y se encontró con personalidades de todos los ámbitos relevantes. La visita a Israel, además, solidificó su identidad judía, y a partir de esa experiencia su computadora se revistió del Muro Occidental.
En aquellos días terminé de redactar Matar sin que se note (Planeta, 2009) en el que desgrano cada uno de sus logros. Uno de ellos fue la conferencia que dictó en el Jerusalem Center for Public Affairs (en la que obré de traductor). Cuando allí le preguntaron si tenía miedo por su vida, respondió que confiaba en que el Estado argentino lo protegía. Fue precisamente el Estado el que permitió su muerte ocho años más tarde, asesinado después de denunciar a ocho malhechores, a saber:

• La presidenta que ordenó la venta de la Justicia argentina a los ayatolás;
• El ministro de RREE Héctor Timerman, leal servidor de la Kirchner, quien promovió el tristemente célebre memorracho (Memorando de Entendimiento del 27 de enero de 2013), a pesar de haber estado cabalmente consciente de que los iraníes habían perpetrado el atentado;
• El ex Vicesecretario de Vivienda Luis D’Elia, quien, aprovechando no ocupar ya funciones oficiales, pudo canalizar libremente las negociaciones entre Kirchner e Irán;
• El diputado Andrés Larroque, quien obraba de intermediario entre D’Elía y la presidenta;
• El juez Héctor Yrimia, quien por haber participado como juez en el juicio del caso AMIA conocía los detalles del mismo y podía colaborar en la redacción de una narrativa alternativa sobre qué había “ocurrido realmente” en el edificio de la AMIA;
• El agente de Inteligencia Ramón Allan Bogado quien proveía de información calificada;
• El cabecilla de la violenta banda Quebracho, Fernando Esteche quien, pago por Irán, mediaba entre éste y la Inteligencia argentina; y
• El islamista Jorge "Yussuf" Khalil, representante no oficial de los ayatolás en la Argentina, quien mantenía informado al cerebro del atentado a la AMIA Mohsen Rabbani (ex Agregado Cultural de la embajada de Irán en Buenos Aires).

El camino a la cárcel de estos ocho ha sido allanado a partir del 29 de diciembre pasado, cuando el Tribunal de Casación dio finalmente lugar a la denuncia de Nisman y permitió que sea investigada.
Lo será a fondo, gracias a dos contextos: que el nuevo gobierno argentino se ha comprometido con la dilucidación del Caso Nisman, y que la nueva atmósfera internacional producida por los cambios en Wáshington permitirá que los argentinos confronten a Irán sin complejos para reclamar justicia.







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