Hace casi 50 años, cuando casi nadie pensaba en la Argentina en las necesidades especiales de la tercera edad, un grupo de visionarios fundó la Asociación Mutual Israelita Vidalinda, una entidad sin fines de lucro cuyo propósito es brindar a las personas mayores una propuesta de vida diferente, dentro de un ámbito comunitario judío. A ese efecto construyeron un edificio en el que los miembros de la mutual disfrutan de sus departamentos individuales, con amplios espacios comunes en los que pueden desarrollar una vida socialmente activa, saludable, tranquila y segura, acompañados por sus pares.
La intuición de que en la Argentina podía funcionar este concepto se concretó con éxito. Ahora es un edificio que exteriormente no se diferencia en nada de cualquier otro de Belgrano, pero una vez que se traspasan sus puertas –en Vidal al 2300– el paisaje cambia. Un ambiente iluminado, con cómodos sillones y un amplio jardín en el fondo, son parte del hall de recepción, en el que el visitante respira un aire distinto al de la entrada de la mayoría de los edificios de departamentos.
A través de la mutual –supervisada por un Consejo Directivo de ocho personas, todas ad honorem– se administran los gastos del inmueble con el mismo criterio que se aplica para la administración de un departamento o casa propia. Tanto es así, que las expensas que se pagan son un poco menores a las de mercado.
Esta forma de vida es aun hoy una experiencia inusual en la Argentina. "Aquí siempre hay vecinos dispuestos a ayudar y compartir buenos momentos", explica Liliana Tenenbaum. En su coqueto departamento –un dos ambientes amplio, con un lindo balcón– tiene todo el confort para vivir en privacidad y recibir visitas. Pero si desciende unos pisos, hasta la planta baja, puede compartir con otros el espacio de los salones comunes.
La Dra. Felisa Bercowski, secretaria del Consejo, muestra con orgullo los distintos ambientes de uso común en la planta baja, espacios agradables en los que se organizan reuniones de distinto tipo –conciertos, películas, conferencias, etc.–, y en los que se puede practicar yoga o gimnasia, participar en juegos de mesa, utilizar la biblioteca, disfrutar de una rica merienda en la confitería o simplemente pasear por el jardín.
El presidente del Consejo Directivo, Jorge Guttfleisch –cuya madre vive en Vidalinda desde hace años– destaca que cuando asumió su mandato, hace pocos meses, se puso en marcha un plan de acción muy ambicioso que apunta a mejorar la infraestructura, el programa de actividades y la gestión administrativa, y agrega “confiamos en que comenzaremos a apreciar los frutos en un futuro muy próximo”.
¿Algunas de las características de infraestructura que hacen distinto a este lugar?
§ Todo el edificio tiene pasillos amplios, puertas grandes, ascensores preparados para camillas, grupo electrógeno, rampas de acceso y terminaciones especiales.
§ Los departamentos son de uno, dos y tres ambientes, espaciosos y luminosos, con cocina, baño y balcón, todos con vista a la calle o al jardín.
§ Desde el punto de vista de la seguridad, el edificio cuenta con un servicio de vigilancia privada las 24 horas y un plan de ambulancias de emergencia que brinda tranquilidad ante cualquier contingencia que requiera cuidado médico.
Quienes habitan en Vidalinda saben que es una experiencia fuera de lo habitual. A través de la interacción cotidiana y de la participación en las actividades que tienen a disposición, sus residentes se mantienen activos y crean nuevos vínculos. Pero, sobre todo, valoran el hecho de poder disfrutar a pleno sus años de madurez, en un ámbito comunitario.
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