Señores de la AMIA, Señores de DAIA
Con enorme indignación y sin alternativa asisto a las conversaciones entre las delegaciones del gobierno argentino y las del gobierno de Irán.
Cuando recuerdo a mi abuelo Lifschitz, llegado a la Argentina justo a tiempo y pienso en sus hermanas y hermanos y en sus numerosos hijos asesinados en la Shoáh, me pregunto , ¿cómo dialogar con un gobierno que niega que esto haya sucedido?. Pero estas conversaciones no tratan sobre la Shoáh sino sobre el atentado terrorista que destruyó la Amia y asesinó a 85 personas.
Irán no niega que esto haya sucedido, sí niegan que ellos hayan organizado y financiado, siquiera tomado parte en la matanza, como repetidas veces lo ha afirmado el gobierno argentino. La justicia argentina ha reclamado a los imputados iraníes en el crimen repetidas veces y el gobierno las ha avalado. No quisiera imaginar que más adelante dirán que en realidad el atentado tampoco ocurrió.
Yo no sé qué "ruta" recorrerán los representantes de ambos gobiernos, pero sí sé, y todos sabemos, que esta ruta fue inaugurada por el Canciller Timerman en conversaciones con Alí Akbar, su par en el gobierno iraní.
Que sea un judío quien lleva adelante estas conversaciones sobre la base de la aceptación de los dos asuntos nombrados anteriormente me ofende y me angustia. Es evidente que, o Timerman se maneja bajo el concepto de obediencia debida, o está dispuesto a conceder que en realidad Irán poco tuvo que ver con el atentado.
Esto ya fue negociado y pre aceptado. Nosotros sólo asistimos a una función de teatro pobremente montada.
Cuando mi querida Bobe Jane se quería referir a una persona que era ajena a nuestros sentimientos, que era extraña a nuestra ética, que jamás sería nuestro par en cuanto a nuestras convicciones morales más profundas, con quien nunca tendríamos una unión espiritual; decía "Hu lo mishelanu", "él no es de los nuestros". Timerman pertenece a esta categoría, Hu lo mishelanu, no es de los nuestros.
En búsqueda de una alternativa, pido que expresemos una fuerte condena moral hacia Timerman.
Quisiera que esta condena surja de las instituciones centrales que nos representan, y buscar la forma de que la mayor parte de los miembros de nuestra comunidad suscriban la misma. Quiero expresarles a ustedes mi apoyo y adhesión a la protesta por la postura asumida por el gobierno de nuestro país en este asunto.
Saluda Atte.
Silvia Starkstein de Zeiguer.
Cap. Fed.
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