Cuando uno observa como el mundo occidental parece replegarse ante el inexorable avance de la nuclearización iraní, es inevitable comparar esta situación con el famoso pacto de Munich, de 1938,en que las potencias como Gran Bretaña y Francia " vendieron " Checoslovaquia a los nazis pensando en frenar a la bestia nazi que igualmente fue por más desatandose así la segunda guerra. Chamberlain, el premier británico, se refirió a Checoslovaquia como " un país lejano del que no sabemos mucho ". Muchos pensaban como él y que no valía la pena, por Checoeslovaquia, entrentar nuevamente a los alemanes . Se pensó que la diplomacia, las concesiones unilaterales y el pacifismo a ultranza, eran el método idóneo para preservar la paz. Chamberlain y su par francés, Dedalier, han pasado a la historia como cobardes y su política de paraguas abierto y apaciguamiento solo alimentó el apetito de los nazis. El acuerdo de Munich fue una de las pocas veces que se ve en la historia de las democracias que la diplomacia paciente fue un error. Una diplomacia cobarde puede ser más grave que una oportuna guerra preventiva ya que la diplomacia cobarde, sin firmeza y con vacilaciones, termina llevando a una guerra peor.
Es de esperar entonces que el premio Nobel de la Paz 2009, Barack Obama, conozca algo de esta historia. Parece que si. En uno de sus discursos expresó : " un movimiento no violento no podría haber detenido a Hitler. Los negociadores no pueden convencer a los líderes de Al Queda para que depongan las armas. Decir que la fuerza a veces es necesaria no es un llamado al cinismo. Es un reconocimiento a la historia, a las imperfecciones del hombre y a los límites de la razón ". " Creo que la fuerza puede ser justificada por razones humanitarias, como ocurrió en los Balcanes o en otros lugares marcados por la guerra. La inacción destroza nuestra conciencia y puede llevar a una intervención posterior más costosa ".
Es verdad lo que dice Obama. Es más fácil proclamarse como pacifista y ganar más simpatías, en especial después de Bush, pero el pacifismo no ha logrado ser un antídoto contra la violencia. Es más, no pocas veces parece haberla azuzado.
La autodefensa para un estado no es solo un derecho sino una obligación. En este año , Israel atacará Irán si el mundo civilizado no detiene el plan nuclear iraní, plan que tiene los fines propios del extremismo islámico. El mundo criticará en forma hipocrita a Israel y le exigirá una pacífica pero mortal inacción aunque mantenerse inmovil frente a los violentos genera más violentos.
El gobierno iraní acaba de cerrar un largo período de maniobras navales en el estratégico estrecho de Ormuz. Allí ha probado sofisticadas armas de largo y medio alcance; ha probado un misil antiradar, ha amagado con bloquear el estrecho- y de esta manera impedir la circulación de más del 30 % de petroleo que consume Occidente -y en el interin ha avanzado en poner en funcionamiento barras de uranio enriquecido lo que le da un potencial nuclear de un futuro e indisimulable uso.
Europa se opone a la políitca iraní al igual que EE.UU. y la mayor parte del mundo árabe. Sin embargo, todos parecen estar esperando que sea Israel la que haga el trabajo sucio por otros. Irán no es solo una amenaza para la existencia de Israel sino para la de otros países del mundo y es un factor máximo de inestabilidad regional que intenta expandir la influencia islámica chiita al compas de las retiradas norteamericanas en la región.
Las sombras de Munich sobrevuelan el mundo. Es de esperar, aunque no soy muy optimista, que el mundo haya aprendido las lecciones de la historia.
¿ y ud. que opina ?. Escribanos a periodicocomunidades@gmail.com
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