Jonatan Nakache acaba de escribir “Cuestión de Estado”, un libro que muestra cómo las principales noticias o avances de la causa fueron sucediéndose en el mes previo al aniversario del atentado. En una entrevista exclusiva con Comunidades, el autor nos explicó como encontró evidencia de ese hecho deliberado y el papel del gobierno de turno.
¿Cómo se te ocurrió hacer el libro?
Yo empiezo a trabajar en la DAIA al año siguiente de empezar la carrera de comunicación social. Fui asistente de los abogados de la causa AMIA. Mi función era ir al juzgado de Galeano y fotocopiar la causa. A partir de ahí empecé a entender las cosas que iban pasando. A medida que fue pasando el tiempo, trabajando en el edificio de la AMIA ,me fui dando cuenta que siempre que se acercaban los aniversarios pasaban cosas en torno a la causa: se detenía gente, había declaraciones fuertes, se ordenaba alguna pericia. Situaciones que nos hacían sentir que la causa estaba avanzando. En el año 2004 me puse como objetivo hacer mi tesis basándome que los hechos más importantes de la causa AMIA sucedían en el mes de julio, y en función de eso si esto tenía que ver con que el Estado buscaba posicionarse de la manera más positiva posible ante la opinión pública. Así nació “Cuestión de Estado”.
¿Qué fuiste encontrando en el mes del aniversario en los diferentes años?
Ya en 1994, apenas estalla la bomba, empieza a haber una cantidad de golpes de efecto muy fuertes: primero Carlos Menem dice que había que pedir pena de muerte, un presidente de la nación de un gobierno democrático, en ese mismo mes detiene a Carlos Telleldín, Telam publica que lo que había estallado era un artefacto nuclear. Se sucedieron una gran cantidad de cosas intentando mostrar que se estaba moviendo. En 1995, una declaración muy desafortunada de Menem que dijo que en el atentado a la AMIA murieron judíos y además muchos argentinos. Ya planteaba una idea que el atentado era un tema de los judíos, no una bomba que estalló en nuestro país. Después, en 1996 empezó el tema de la policía bonaerense, que pasó a ser la mala palabra que el año anterior había sido el reducidor de autos. También hubo 10 detenciones sobre el día del atentado, una cantidad de ciudadanos árabes que fueron traídos a declarar, un cúmulo de cosas que no llevaron a nada.
¿Qué más fue pasando?
Al año siguiente todo ese exitismo se empezó a perder, y comenzó el “yo acuso”, que fue cuando se separó Memoria Activa, y ese fue el primer acto donde hubo un enojo fuerte con el gobierno y el acto de los familiares pasó a ser un lugar de reclamo, y nació otro controlador: la comunidad judía, que le envía mensajes al gobierno desde esa tribuna el 18 de julio. En 1998, Fernando De La Rúa, ya en campaña para las presidenciales, critica al gobierno no haber presentado en el acto ningún funcionario, pero De La Rúa tampoco se presenta ya siendo presidente. Entonces, a partir de ahí, la oposición empieza a ser un tercer orador: el gobierno, los familiares y la oposición. El acto del 18 se convierte en un espacio de discusión y de instalación de cara a la sociedad.
¿Entre Menem y de Kirchner hubo un vacío de interés por parte de los diferentes gobiernos?
De La Rúa depositó siempre las expectativas en el acto y se relajó. Mucho de lo que pasó es menos fuerte de lo que se esperaba. En el 2002, ya con Eduardo Duhalde, el New York Times publicó una nota en la que acusó a Menem de encubrir el atentado. Para ese gobierno esa información cerraba bien por todos lados. Menem lo mandó a Alberto Kohan a averiguar qué había pasado y en el diario estadounidense le dicen que esa información se la había dado el gobierno argentino. Había una puja de poder en el PJ entre Menem y Duhalde, y de esa forma le podía pasar factura al ex presidente.
¿Qué pasa cuando aparece Néstor Kirchner?
Hay un primer año en el que Kirchner empieza a hacer algunas cosas importantes en cuanto al vacío que veníamos teniendo, pero de nuevo se suceden en julio: abre los archivos de la SIDE y de Prefectura, invita a los familiares y a Memoria Activa a Casa Rosada, promete indemnizaciones. Hasta que hay un hecho que lo deja muy mal parado que es cuando revela que habían aparecido los 66 casetes perdidos en 1997. Efectivamente, en una reunión en la que estaban el Congreso Judío Latinoamericano y AMIA, informa que habían encontrado los casetes, parecía que la olla se destapaba y de nuevo en julio. Unos días después del acto, no eran los casetes que habían aparecido, sino remitos. Kirchner primero dijo que había sido un error de traducción y después que se habían equivocado en lo que entendieron. Pero yo descubro que en la página web de Presidencia y Telam sale publicado que habían aparecido los casetes. A partir de ahí, empezó una ola que sigue hasta hoy en día que la culpa es de la comunidad judía, principalmente con Luis D´Elia acusando constantemente a la derecha judía, una persona que forma parte del gobierno.
¿Y cómo evalúas los últimos años?
Yo trabajo en el libro entre 1994 y 2005, porque ese era el año siguiente al veredicto. En ese cierre de ciclo, yo veo que la causa AMIA pasó a dejar de ser sustancial en la agenda del gobierno. Si la justicia lo puede resolver, genial. Si hay alguna conferencia en la cual Cristina puede pedir a Irán que por favor colabore sin romper relaciones, lo va a hacer, pero no pasa de ahí.
¿Pensás que este “hagan ustedes” le sirve más a la causa que lo mal que se hizo todo antes?
Si y no. Si en que va a haber más independencia en poder investigar; no como pasó con Galeano que fue a la quinta de Olivos y después no dijo nada o que la SIDE le pagó para acusar a los policías. No está bien desde la presión que necesita la justicia que es fundamental, que sepan que están debiendo. Que el Estado lo saque de su agenda y lo trasforme en un hecho recordatorio no sirve.
¿Cuál fue el julio que hubo una información que llamó más la atención pero al final no fue nada?
Fue cuando Rubén Beraja dice que va a presentar un informe con todo lo que no se hizo. Del gobierno salieron a contestarle que si tenía los nombres que los dijera. Dos días después del acto, Beraja dice que en realidad tenía un compendio con lo que no se había hecho bien, de un informe con nombres pasó a no ser nada.
¿Qué sensación te dejó después de leer el libro?
Yo fui escribiendo año por año, tomando la información muy de a poco, trabajando con todos los medios del país, analizando información, muy despacio. Cuando lo leí todo junto antes de publicarlo sentí una sensación de horror y vergüenza muy grande ; no podía creer que todos los hechos importantes y que dieron vida a la causa AMIA pasaron en julio y todavía no lo puedo creer. Vuelvo a leer el libro y me pregunto si no me equivoqué, y no, realmente cuando uno va a las fuentes es así, me quedé impactado.
Después de la investigación que hiciste ¿pensás que se va a llegar a conocer la verdad y encarcelar a los culpables?
Yo tomo como espejo el resto de los países donde hubo ataques terroristas y a las dos o tres semanas ya habían enjuiciado o estaban buscando a los autores materiales. Acá recién nos estamos preocupando si vamos a encontrar y poder saber quién encubrió para después ver la conexión local para después ver quiénes son los autores materiales. La verdad que aún descubriéndolos, nunca vi una posición del gobierno nacional de decir “extraditen a esta gente urgente”. Hay órdenes de INTERPOL pero la gente no vino nunca. Entonces, después de 15 años tener esto y una nulidad de casi toda la causa a mi me hace dudar de llegar a buen puerto, pero nunca se pierden las esperanzas.
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