Podríamos afirmar, que la profecía en el pueblo judío, no esta muerta. Ella obtuvo su inmortalidad en la antigua Israel, y asumió nueva significación en el siglo XX, con el renacimiento de Israel.
La inevitabilidad de la reedición de Sión, fue tema dominante en el profetismo. En las generaciones anteriores había más esperanza que redención, salvo para aquellos visionarios que anticiparon, una Israel vibrante y una soberanía judía constituida, en su tierra ancestral.
Grande entre esos nuevos profetas de Sión, fue Teodoro Herzl. El vislumbró el Estado Judío en la Tierra de Israel, cincuenta años después de haber comenzado la labor de redención sionista.
En “Diarios completos”, segundo volumen, en la anotación fechada el 3 de septiembre de 1897, en la ciudad de Viena, Herzl predijo lo siguiente:
“En Basilea fundé el Estado Judío. Si yo dijera esto hoy en voz alta se burlarían de mi. Pero quizás dentro de cinco años, y ciertamente dentro de cincuenta, todos lo constatarán como un hecho”. Esto fue legítima Profecía, más impresionante aún porque se convirtió en hecho.
Hubo otro profeta de Sión, cuyo don fue casi igual , si consideramos cómo sus admoniciones se ajustaron a los hechos de los tiempos que siguieron. Se trata de la visión de Zeev Jabotinsky , quien, cuatro décadas después de Herzl, auguró que el estado judío iba a surgir en diez años.
Fue en 1938, cuando Jabotinsky recibió una carta de un estudiante judío sudafricano, quien estaba tentado de suicidarse, luego de haberse producido una manifestación de antisemitismo en su universidad. La respuesta de Jabotinsky se convirtió en clásica, en los anales del pueblo judío. Tuvo dos objetivos: En primer lugar, rechazó toda idea de suicidio. En el segundo, inspiró fe en el ideal sionista y predijo que en una década sobrevendría el renacimiento de la soberanía de Israel.
He aquí el texto de este documento histórico:
“Suicidio es peor que cobardía, puesto que es rendición. Examine y analice usted toda grande o pequeña chanchada, en la historia o en la vida. Siempre usted detectará que su raíz radica en la rendición de alguien. La rendición es la más sucia arteria de toda la naturaleza. El suicidio, siendo como es el símbolo de todos los que se rinden, es como un llamado a la perfidia, a la traición universal.
En el caso de un miembro de su generación, además de todo esto, el suicidio constituiría un pésimo negocio. Su generación está destinada a ver milagros y a hacer milagros colectivamente. No se deje abatir por las carnicerías que se están perpetrando. Todo, todas las formas de vida y de muerte, están ahora convergiendo hacia un final: un estado judío, y un gran éxodo a la tierra de Israel.
Estoy pensando, y lo que le voy a decir es una estimación por demás tímida, que los próximos diez años verán el estado judío en Israel, no solamente proclamando, sino realidad viva. Probablemente eso sucederá en menos de diez años.
“Amigo mío: yo me sentiría estremecido cada hora de mi vigilia y de mi sueño, si tuviera la suerte de contar veinte años de edad en estos días, en los umbrales de una Israel redimida, y de, probablemente, un mundo también redimido que disfrutar, no importan cuántas carnicerías lo hayan precedido”.
De esta manera el gran disidente de los Congresos Sionistas Mundiales, el gran opositor y desafiante a Jaim Weitzmann y David Ben Gurión, también ellos, visionarios y líderes, en las controversias ideológicas sionistas, probó ser él también un visionario de Sión y de Israel. Al mismo tiempo, como corresponde a un legítimo líder, enunció los códigos más vitales en lo ético y lo social del pueblo judío. Se hizo eco –posiblemente sin saberlo- del moralista judío español del siglo XI quien legó a la posteridad la siguiente lección en el libro de Bajiya, “Jovot Halevavot”: “El suicida es comparable al centinela que deserta de su puesto”.
Zeev Jabotinsky nació en Odessa, Rusia, en 1880, y estudio abogacía en Suiza e Italia. Regresó a Rusia en 1901 y trabajó como periodista en diarios locales.
Después de los pogroms de Kisheniev, Ucrania en 1903, se incorporo a la Organización Sionista Mundial y en poco tiempo, se convirtió en uno de sus portavoces sobresalientes. Exhortó a formar grupos de autodefensa. Fue un admirador de Herzl, pero luchó contra el “Plan Uganda”.
Fue uno de los creadores de las Brigadas Judías que, durante la Primera Guerra Mundial, integraron las filas de los ejércitos aliados, y ayudaron a liberar a Israel del dominio turco. Comandó el primer batallón que cruzo el río Jordán.
En 1920, formó en Jerusalem, un grupo de autodefensa, que logró rechazar una multitud árabe, durante la festividad de Pesaj. Condenado por ello a 15 años de trabajos forzados, fue liberado, junto a sus compañeros, tras unos meses, gracias a la reacción general de protesta.
En 1925 fundó en Paris la Alianza de Sionistas Revisionistas y seguidamente el Movimiento Juvenil “Betar”, con el objetivo de luchar por el cambio de valores en la trayectoria sionista.
En opinión de Jabotinsky, el proceso sionista era excesivamente lento, y podía ser acelerado, ejerciendo una enérgica presión publica sobre Gran Bretaña, para que ésta modificara su política en Éretz Israel. El exigía que la actividad económica del sionismo, se concretara en fomentar la economía privada, pues, a su parecer y el de sus colaboradores, sólo ésta podría, posibilitar la inmigración en masa y su absorción.
En 1928 regresó a Palestina como miembro de la redacción del periódico “Dóar Haióm” . Aprovechando su estadía en el extranjero en 1930, los británicos no renovaron su pasaporte. Desde esa fecha no volvió a Éretz Israel.
Su celo nacionalista y su oposición a las tendencias socialistas del “ishuv” (comunidad judía de Israel), provocaron que en 1935 el revisionismo dimitiera de la Organización Sionista.
La proposición de Jabotinsky, de transferir un millón y medio de judíos de Europa Oriental a Éretz Israel, lo llevó nuevamente, a una ardua polémica con la dirigencia de la Organización Sionista, pues ésta consideraba que ello, legitimaría el antisemitismo.
En 1937, se fundó el “Etzel” (Agrupación Militar Nacional), y aunque Zeev Jabotinsky era su comandante oficial, no pudo ejercer el puesto, debido a que residía en la diáspora.
Luchó por la creación de un ejército judío, que participara en la guerra contra Alemania. En 1940, viajó a los EE.UU con esa misión, y allí falleció de un ataque cardíaco.
Jabotinsky dedicó sus esfuerzos también a la educación nacional judía y a la difusión del idioma hebreo.
El fundador del Sionismo Revisionista, fue también un maestro de idiomas. Tradujo al ruso los poemas de Jáim Nájman Bialik; y al hebreo, clásicos rusos.
Vertió al hebreo de Edgar Allan Poe, a Dante y obras poéticas francesas e italianas. Editó el primer atlas geográfico hebreo.
Fue un talentosísimo literario, escribió novelas, cuentos, ensayos y poesía, y uno de los más grandes oradores de su época; pero también tuvo visión. Sobre todo la visión de un hombre que profetizó con certeza el resurgimiento de Israel.
En 1964 el Primer Ministro de Israel Levy Eshkol, firmó el decreto y sus restos, junto a los de su esposa Johana, fueron sepultados con todos los honores, en el Monte Herzl, en Jerusalem.
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