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Periódico Judío Independiente
LA PRIMERA PUÑALADA
15 AÑOS SIN JUSTICIA

Por Luciano Stilman




En un nuevo aniversario del atentado a la Embajada de Israel, todavía no se conoce lo que realmente sucedió y los culpables aún siguen impunes.

El 17 de marzo de 1992 no fue un día más para la Argentina ni para la comunidad judía.Esta fecha será siempre recordada por ser uno de los momentos más negros para la historia de nuestro país y de la colectividad.

“A las 14.50 horas un coche bomba que iba por Carlos Pellegrini llegó a la entrada principal de la Embajada ( Arroyo 916) y detonó allí. Unos minutos más tarde empezaron los rescates y gran parte del edificio cayó, especialmente el medio. En esa explosión murieron 28 personas, eso es lo que sabemos”, narra Lior Haiat, actual agregado cultural de la embajada israelí.

El edificio era prácticamente escombros, los alrededores todavía retumbaban y una nube de polvo cubría toda la cuadra. En los primeros instantes, la incertidumbre y consternación rondaba en la cabeza de todos: “Cuando ocurrió el atentado a los padres y familiares nos agarró una desesperación total porque escuchamos lo que pasaba por radio. Primero no sabíamos que había sucedido, hasta que de a poco se fue conociendo lo que pasó y ahí nos agarró una angustia tremenda”, cuenta Carlos Susevich, padre de Liliana Graciela Susevich de Levinson, empleada administrativa de la embajada, quien falleció aquel 17 de marzo.

Hubo alrededor de 350 heridos, al igual que una sociedad que todavía lucha para que esa herida pueda cerrarse: con justicia y condenas efectivas.

Poco a poco, la noticia del atentado en la calle Arroyo llegaba a todas las casas, pero a los mandatarios de turno parecía no importarles: “El gobierno menemista demostró una falta total de preocupación, al igual que la Corte Suprema de ese entonces. Creemos que esto se debe a connotaciones políticas y diplomáticas, intereses financieros, que si el atentado se llegaba a investigar como se debía muchos habrían quedado expuestos”, afirma el padre de Graciela.

Jorge Elias, reconocido periodista en política internacional, también opina que es muy posible que la falta de voluntad política afectara la búsqueda de evidencias y agregó que “todo aquello que quede impune, en la nebulosa de la gente, familiares, damnificados, da la sensación que vivimos en un estado impune y eso se debe a la pésima calidad de las instituciones”.

La verdad cada día se iba oscureciendo más y más. Las pruebas y evidencias se mezclaban, la investigación se entorpecía y el pedido de justicia cada vez sonaba más fuerte. Sin embargo, hoy a 15 años del atentado todavía se desconocen los hechos y quienes fueron culpables.

“Era otra época. Es muy fácil hablar hoy del trato judicial del terrorismo internacional, porque es un hecho y una realidad en casi todo el planeta. La experiencia que tiene el mundo occidental enfrentando a ese fenómeno le ayuda a investigarlo y juzgar a los responsables. En ese entonces, especialmente en Argentina, no sabían cómo enfrentarlo, cómo rescatar a la gente”, relata Haiat.

Otro de los puntos que deja en claro, es que no saber actuar ante esa situación perjudicó la causa desde el primer minuto, ya que nadie estaba al tanto dónde llevaban los escombros del edificio que son parte de la investigación, o qué sacaron de allí. “Creo que por ser el primer atentado de esa magnitud y características en la Argentina fue muy difícil para el sistema judicial y gubernamental saber qué debían hacer. Hay cosas que si no se hacen en el momento, después ya no se pueden”.

Sin embargo, Carlos Susevich no tiene dudas, culpa al Gobierno y la Corte Suprema de aquel entonces y añade que la sospecha sobre un contacto interno todavía sigue vigente: “El trabajo siempre fue deslucido, había trabas, vueltas, nunca se buscó la verdad sino todo lo contrario, que no salga a la luz. Nosotros creemos que los responsables son terroristas de Medio Oriente que pudieron realizar éste atentado porque tenían algún apoyo interno. Sospechamos que ésta gente que odia a los judíos los pudieron ayudar logísticamente”.

El agregado cultural israelí en Argentina, Lior Haiat, también tiene en claro quiénes fueron los culpables: “Sabemos que fue organizado por Hezbollah e Irán. Fue una decisión política iraní que llevó a cabo la dirección internacional de Hezbollah. No pensaron especialmente dónde querían hacerlo, sino dónde se podía: por tener un agente de la inteligencia iraní como agregado cultural en la Embajada, sabían que podían hacer las preparaciones, que tenían aparentemente células de apoyadores en la zona, que podían colaborar logísticamente”.

También nos aclaró, que el sistema de los terroristas funcionó con “mucho éxito” y al no suceder nada en materia legal, judicial ni de seguridad, repitieron casi los mismos pasos para el segundo atentado, en este caso contra la mutual judía AMIA, el 18 de julio de 1994, tan sólo 2 años más tarde.

El tiempo pasó, como lo hicieron los gobiernos, mientras las víctimas, familiares y damnificados por tan terrible suceso no conseguían una respuesta sólida y una verdadera disposición para intentar esclarecer éste crimen.

Con la Alianza en el poder, las expectativas se renovaron, pero la rueda siguió girando y una resolución, cada día se hacía más lejana. “En un principio les creímos y nos esperanzamos, pero al poco tiempo nos dimos cuenta que ellos sólo hicieron promesas y la investigación seguía siendo muy nefasta, muy trabada, no se buscaba la verdad”, cuenta Carlos Susevich.

Jorge Elias también agrega que en un primer momento se pudo hablar de la falta de voluntad política, de teorías de conspiración del gobierno menemista, pero con el paso del tiempo, ya no sólo se tenía que hablar de los responsables de aquella época, sino que el Estado, por el cual ya pasaron varios gobiernos, es quien tiene que responder ante los damnificados.

Susevich opina igual que Elias, por eso él es el único querellante contra el Estado Argentino en la causa y pidió que el ataque sea declarado delito de lesa humanidad e imprescriptible: “Por no cuidar la vida de quienes trabajaban en el lugar que se produjo aquel crimen y por haber permitido que se lleve a cabo. Los que sí o sí deberían ser castigados son los responsables internos que encubrieron y dejaron que el atentado se pueda realizar. Aquellos que logísticamente ayudaron o miraron para otro lado y dejaron actuar”.

Con el gobierno de Néstor Kirchner y los nuevos integrantes de la Corte Suprema, parece que la búsqueda de justicia con una investigación seria es posible. Susevich remarcó que ellos “realmente buscan la verdad y lo demuestran al investigar nuevamente, para así conocer la verdad y quieren encarcelar a los culpables”.

En diciembre, el máximo tribunal de justicia respondió al planteo del querellante (en mayo de 2006) y resolvió que la causa seguirá abierta ya que todavía hay mediadas pendiente. Muchos de los familiares de las víctimas temían porque la causa podía prescribir, pero no fue así. Sin embargo, la Corte evitó pronunciarse sobre el pedido de Susevich para que el crimen sea declarado de lesa humanidad e imprescriptible. Todavía resta esa resolución y que se declare de una vez por todas a Hezbollah como una organización terrorista.

“Yo creo que detrás de todo gesto político tiene que haber un mandato, y si implica volver al principio y averiguar qué es lo que pasó nunca es tarde. Uno siempre piensa que lo mejor es hacerlo en el momento, porque es lo que amerita un atentado de esa magnitud. Si lo que se busca es venganza, ahí va a ser más difícil, pero si lo que quiere es justicia, nunca es tarde para dictarla” destaca Jorge Elias.

Lior Haiat se suma a la opinión de Elias, aunque aclaró que hasta hoy no hay un gran avance en la investigación desde que se publicó en 1999 una orden de captura internacional contra el libanés Imad Mughniyah (uno de los líderes de la Jihad Islámica, uno de los brazos armados del partido político libanés Hezbollah) y el modus operandi del atentado. Pero destacó que, aunque después de tantos años es muy difícil conseguir nuevas pruebas, la decisión de la Corte Suprema fue muy fuerte y tiene un gran valor simbólico: “El gesto es decir no dejamos de investigar hasta que lleguemos a los culpables. Eso es lo que nosotros entendemos”.

Además remarcó que ellos conocen la dificultad para este trabajo, pero su tarea es continuar buscando pruebas o evidencias y tratar de llevar a los responsables a la justicia. “Sabemos muy bien que es casi imposible, pero, por las dudas, por la nueva información que se pueda conseguir, hay que seguir. Lo debemos intentar, por la memoria de la víctimas, por el dolor de los familiares”.

Lo que también aclaró Haiat es que la sociedad argentina aún no es conciente de lo sucedido aquel 17 de marzo de 1992. Remarcó que ellos ven muy claramente que Irán y Hezbollah son responsables: “Los culpables no pagaron ni el precio que tienen que pagar en la opinión pública, aclarar quiénes son es una tarea de todos nosotros, tanto de la Embajada, de la comunidad y la justicia argentina”.

Además, sostiene que un fallo judicial, tanto en la causa del atentado contra la Embajada o contra la AMIA podría ayudar, ya que hubo muchos avances públicos en el segundo caso y una resolución haría conciencia de lo sucedido. “Creo, como sociedad argentina y mundial, tenemos que aprender lo que puede ocurrir por el odio, el fundamentalismo y el antisemitismo. Hay muchas cosas que podemos seguir haciendo, quizás sin poder llegar a los responsables, porque no es un mundo perfecto que cada culpable termina en la cárcel y a veces tenemos que vivir con esa realidad, que no vamos a llegar a ellos, pero tenemos que intentarlo”.


El 17 de marzo de 2007 se cumplen 15 años de uno de los mayores horrores que vivió la sociedad argentina y la colectividad judía. Las 28 personas que fallecieron, los más de 350 heridos y la marca que dejó en la sociedad no pueden seguir impunes.

El pedido, después de tanto tiempo transcurrido siempre seguirá siendo el mismo: JUSTICIA.

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