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Periódico Judío Independiente
“SIEMPRE SOÑÉ CON SER ACTRIZ”
EL VERDADERO ROSTRO DE “MASKI”

Por Moshé Korin
Durante mi reciente estadía en Israel (2005), disfruté de un programa – reportaje televisivo dedicado a la artista Maski Shivru-Siván. Dado que me resultó interesante, y hasta conmovedor en algunas de sus partes, me ocupé de conocer otros pormenores de su vida y de su obra. Y paso a compartirlos con ustedes.

Delgada, cabellos finamente trenzados, vestimenta deportiva, nadie le cree cuando declara tener 39 años y ser madre de dos niños. Nativa de Etiopía, en los medios suelen llamarla: “La primera actriz y cantante profesional etíope en Israel”, “Pionera de los artistas etíopes”, “Símbolo de su comunidad”, etc. Ella no reniega de su herencia etíope, pero ante todo se siente artista. Opina que el color de la piel es sólo eso, un color; que en determinada etapa el exotismo desaparece y lo que le interesa es ser ella misma: ser Maski.

Maski creció en Addis-Abeba, la capital de Etiopía: una ciudad bastante extensa, con vida cultural propia. En su infancia formó parte del “Conjunto Juvenil” en el que hizo teatro, canto y baile. Cuando el rigor del régimen político tornó poco conveniente profesar la fe judía en público, los jóvenes se agruparon en la organización clandestina “Beta Alfa”. Un hermano y una hermana de la artista lograron llegar a Israel en 1984.

A los 17 años, Maski obtuvo una beca del Gobierno de Israel para estudiar Computación, y fue trasladada al país por la Agencia Judía. La madre, una abnegada militante del Sionismo, permaneció en Etiopía, bregando por la emigración de los judíos a Israel. Descubierta en su actividad, debió pasar dos años muy duros en una cárcel etíope. Sólo al cabo de ese tiempo fue liberada y pudo reunirse con sus hijos.

Los comienzos

Entretanto, en 1985, Maski llegó a Israel con una de sus hermanas. Ambas se albergaron en el kibutz Beerot-Itzjak (cerca de Petaj Tíkva). Había por entonces pocos judíos etíopes en el país, y eran mirados con cierta extrañeza. Sin embargo, “todo fue muy divertido”, según sus propias palabras. Llegaron sin ningún conocimiento del hebreo, lo que no les impidió disfrutar de su nueva vida. Para aprender el idioma se inscribieron en el “Ulpán”, donde pasaban cuatro horas diarias. Después del mediodía cumplían distintas tareas en el kibutz.
Dado que provenía de ambientes urbanos, la adaptación a un país moderno no fue para Maski muy complicada. Pero al principio le costaba aceptar el carácter extrovertido de los israelíes. Sus costumbres de hablar libremente con extraños y de comer “pita” (figaza árabe) en la calle, le parecían de mal gusto. Poco a poco, el amor al lugar y a la gente determinaron el cambio. Maski hoy parece una israelí nativa, rebosante de autoestima y alegría de vivir; y ocupa un lugar de privilegio en los sentimientos del público.


Nuevos cielos

Después de medio año en el kibutz Beerot-Itzjak, las dos hermanas decidieron continuar sus estudios de hebreo en Jerusalem. Vivían en los albergues estudiantiles del barrio de Baka. En sus horas libres recorrían la Ciudad Vieja y se sentaban con los árabes a tomar café negro y a reír con ellos. ¡Hoy le parece todo tan lejano!..

La vocación

Fue una época feliz, pero en lo más profundo Maski sabía que lo que ella quería realmente era estudiar actuación teatral. Soñaba con ser actriz, pero ignoraba adónde debía dirigirse, y oía decir que la profesión no tenía futuro y que en el teatro israelí no se ofrecían roles a actores etíopes. Maski se hallaba al borde de la derrota, pero no renunció a su sueño.

Una escuela de teatro

Coronando una larga búsqueda, pudo inscribirse en la Escuela de Teatro de Nisán Nativ. Allí se unió a un pequeño grupo de alumnos muy talentosos. Para fin de curso, montaron entre todos un espectáculo titulado “Yo, Iehuda y la hermana del Mayor General”. La comedia resultó tan exitosa que siguieron representándola a lo largo de todo el año siguiente, cada día en otro sitio. Así comenzó la carrera de Maski. Posteriormente actuó en un unipersonal, bajo la dirección de Amit Leor. (Es la historia de una mujer judeo-etíope que emigra a Israel, sufre en el camino la pérdida de su hijo y es abandonada por su marido).
Maski también participó en un abanico de producciones israelíes, películas y series televisivas. Produjo videos para niños y apareció varios años en el Canal de los Niños. Otra obra que presenta se titula “La hija de nadie” (una hija adoptiva que busca a sus padres biológicos).
En la entrevista televisiva se le hizo notar a la actriz que en sus personajes se reitera cierto toque de tristeza y que hay en ellos una búsqueda de la propia identidad. Maski lo atribuyó a la realidad de la vida y a las dificultades que todo nuevo inmigrante enfrenta al cortar los lazos con su pasado. Y se mostró optimista en cuanto a la posibilidad de aprender para el futuro mediante el esfuerzo personal, tal como le enseñaron en su familia.

Nuevos proyectos

Ahora, Maski Shivru-Siván se halla dedicada al proyecto de un musical que se titula: “Como un pájaro”. Ella interpreta la música del mundo: de todos los estilos, incluyendo componentes del acervo etíope. Maski canta en “amharit”, pero a través de arreglos modernos: toma elementos del arte etíope y los transforma. Ella dice: “Actualmente me inclino por la música hip-hop, pero es posible que hagamos una realización trance”.
Recientemente volvió de una exitosa gira con su elenco por países europeos; y le siguió una serie de presentaciones dentro del país. Maski se siente intermediaria entre dos culturas, aunque sin proponérselo. Revela porciones del legado etíope ante el público israelí, y de ese modo llena un vacío que es lamentable.
En el campo de la actuación teatral, las cosas no han cambiado mucho. Las obras que se representan no ofrecen suficientes papeles para ser interpretados por actores etíopes, como si la cultura israelí se negara a abrirles sus puertas. Tal vez debieran ellos mismos crear esos papeles, tal como lo hizo y realiza permanentemente Maski Shivru.
La mayor parte de los inmigrantes etíopes en Israel vive en barrios periféricos, carenciados, de los que es difícil salir. Pero Maski no acepta que se los catalogue de “pobrecitos”. Según ella, un pueblo que ha sido capaz de atravesar desiertos a pie y de sobrevivir a los campamentos de refugiados de Sudán, con tal de llegar a Jerusalem, no es de ninguna manera “pobrecito”.
En la sociedad israelí existen hoy mayores contactos con esta nueva inmigración, y se han multiplicado los casamientos “mixtos”.


Su reciente éxito

Perseverando en sus iniciativas de generar espectáculos, recientemente la actriz Maski Shivru se presentó en la obra unipersonal “Laishá” (para la mujer), momentos en la vida de una mujer a través de 10 monólogos de personajes femeninos, de las mejores obras del teatro univeral y hebreo.

Comienza el espectáculo un minuto antes de probar la fruta prohibida. En ese momento, por la fuerza mágica del teatro, ella se transforma en 10 destacados personajes femeninos de la dramaturgia universal: Julieta de “Romeo y Julieta”, Katarina de “La fierecilla domada” de Shakespeare, Elvira de “Don Juan” de Mliere, Nora de “Casa de muñecas” de Ibsen, Nina de “La gaviota” de Chejov, Stela de “El canto de la ballena”, Valerie de “Calle” (Road) de Jim Cartwritght, Sharona de “Al sur del Edén” de Hilel Mittelpunkt, la cocinera de “La traducción literal” de Janoj Levin, y la mujer solitaria y enfermiza de “Guys and dolls” (chicos y muñecas) en la poesía del enfermo de la soledad - personajes femeninos que fueron escritos en diferentes épocas y representan distintas visiones de la mujer, pero todas luchan por amor, independencia y respeto dentro de la pareja y fuera de ella.

Maski Shivru pone en evidencia en el unipersonal un virtuosismo y capacidad de actuación impresionante. Ella se mete en un personaje tras otro, y cambia de vestuario a un ritmo vertiginoso, y en todas queda mujer, mujer que pregunta por su esencia, por su identidad y su destino.

Al terminar la obra en “Beit Tami”, en la calle Shenkin en Tel-Aviv, agradece Maski a todos los que colaboran con la obra – al Ministerio de Educación, al Ministerio de Absorción de Inmigrantes, a todos los creadores (Director, escenógrafo, vestuarista, iluminador, etc.) y técnicos que trabajan con ella para el éxito del espectáculo.

El encuentro entre la actriz etíope, los trabajadores del teatro , muchos de ellos inmigrantes de Rusia y las obras universales e isralíes conforman un mosaico de unidad en la diversidad.

La familia

Además de su actividad artística, Maski Shivru-Siván debe velar por su marido El-ad, su hija Eden, de 9 años, y su hijo Roí, de 6. El-ad nació en Polonia, y en sus comienzos la pareja dio lugar a comentarios risueños entre sus amistades. Hoy componen una hermosa familia residente en Ramat Hasharón.
Maski es una trabajadora incansable: en el hogar, en sus proyectos artísticos, en los grupos de niños y de padres etíopes que dirige. El tiempo y las energías parecen alcanzarle para todo. Y afirma que “si una semana no trabaja, se dedica a pintar la casa: cada vez de otro color”.

Número 396
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