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BERNARDO EZEQUIEL KOREMBLIT CUMPLIÓ 90 AÑOS
Por Moshé Korin
El 28-05, Bernardo Ezequiel Koremblit, este preciado artífice del pensamiento judío y argentino, cumplio sus primeros 90 años. Su vasta producción no podría homenajearse con justicia sino a través de una serie de reconocimientos que abarquen el año en que inicia su novena década, ya que rendirle tan sólo un homenaje a esta figura de múltiples virtudes, sería inevitablemente sesgar lo mucho que ha enriquecido nuestra cultura judeoargentina.

Estamos ante un intelectual que ha producido un estilo vital, que está plasmado en la estética, en la filosofía, en el lenguaje, en la literatura, en la misma tradición judía, y envuelve con su potencia no sólo al lector: quienes hemos tenido la fortuna de ser interlocutores de Koremblit sabemos de esa suerte de fascinación que ejercen sus precisas palabras; su agudo pensamiento; su filoso humor.

Dialogando con Bernardo Ezequiel Koremblit todo deja una enseñanza, todo prodiga una filiación etimológica o literaria, todo posee espesor filosófico. ¿Cómo podría ser trivial una conversación en la que paso a paso aparecen Spinoza, Moshe Tov, Hillel el Sabio, Carlos Grünberg, Cansinos Assens, Iehudá Haleví, César Tiempo, Gerchunoff, Proust (sobre quien escribió varios trabajos), Shakespeare, Dostoievski, Erasmo, Joyce, I. L. Péretz, J. N. Bialik, Schólem Aleijem, Agnón y tantos otros. Filósofos, escritores, personajes literarios, todos cobran vida en la conversación de Ezequiel Koremblit. Más precisamente, se diría que es con ellos con quienes Bernardo Koremblit dialoga, cavila y conjetura constantemente. Koremblit no sólo aprendió de los filósofos, de los sabios y de los escritores; él se dejó transformar profundamente por ellos. Acaso es de esa transformación de la que da testimonio esa aseveración que él suele repetir a menudo: "Yo soy muchos".


UN COMIENZO: LA VIDA FAMILIAR Y EL AMOR.

"Contrariamente a lo que la gente supone, no nací en una biblioteca", afirma Koremblit. La frase, cargada de humor, dice mucho más de Koremblit que de su vida, desde luego.La sugestiva negación introduce con comicidad un elemento que es esencial en la vida de Bernardo Ezequiel: la biblioteca. Un sitio que bien puede ser la metáfora de muchas de las existencias de Koremblit. Porque si bien "uno de los que él es" nació en algún barrio porteño, los "otros muchos que también él es" nacieron, no nos cabe duda, en una biblioteca.

Aquél que nació en un barrio porteño, tuvo un padre, Manuel (Meir) que "fue un buen judío, aunque no era religioso". Con él vivió la mayor parte del tiempo, hasta los 23 años de edad. Estuvo menos con su madre, Elisa Sas, ya que sus progenitores se habían separado.

El padre lo inició en la lectura y también lo llevaba al teatro ídish, que él pudo admirar en sus años de apogeo.

Ezequiel intimó con actores como Jacob Ben Ami, Maurice Schwartz, Ludwig Zatz, etc. Es interesante señalar que el primer libro de Koremblit sería, justamente, sobre Ben Ami, El Actor Abismal.

A los 23 años se casó con Esther Teitelbaum (Z"L) con quien tuvo tres hijos, dos varones y una mujer. Los varones se llamaban Manuel Stéfan y Eduardo Hipólito, ambos, lamentablemente ya no están entre nosotros. El nombre de su hija es Alicia Eleonora, y sus nietos, que le dan tanta alegría se llaman Alejandro Gustavo, Marina, Edgardo y Fernando David.

OTRO COMIENZO: LA VIDA INTELECTUAL.

Ezequiel también posee otro comienzo. No se trata de su vida familiar , sino de su vida intelectual. Ese comienzo es decisivo: se trata de su ingreso, con sólo diecisiete años, al diario Crítica, en el que trabajó entre 1933 y 1943 bajo la dirección del ya mítico Natalio Botana, con quien tenía una relación bastante especial: "Yo era el niño mimado de Botana" asevera.

Crítica marca el comienzo de una carrera intelectual. Se trata de una carrera en todo el sentido del término, puesto que allí Ezequiel ingresa como grumete, siendo muy joven, y termina escribiendo en la sección literaria. Sus compañeros de forja son nada menos que Nicolás Olivari, Raúl González Tuñón, Ulyses Petit de Murat, Pablo Rojas Paz, Florencio Escardó, César Tiempo, Conrado Nalé Roxlo, Roberto Arlt, Edmundo Guibourg, Roberto Tálice, Hector Pablo Agosti, los españoles escapados del dictador Franco y acogidos en el diario: Franco Clemente Cimorra, Mariano Perla y Manuel Fontdevila (Director del "El Sol" de Madrid) y el mismo Jorge Luis Borges.

El año 1943 marca un final y el 1961 un comienzo: En el primero abandona "crítica" y en el segundo empieza a desempeñarse como Director de Cultura en la Sociedad Hebraica Argentina por más de tres décadas simultáneamente con la dirección de la revista "Davar", una publicación que marcó el panorama literario argentino, secundando a "Nosotros", de Roberto Giusti y Alfredo Bianchi, y a la afamada revista "Sur" de Victoria Ocampo. En esta etapa de su vida se gestó la profunda relación con Borges, quien trabajó en su despacho de Hebraica por espacio de veinte meses, después de perder su cargo de director en la Biblioteca Nacional, en tiempos del peronismo.

SUS OBRAS.

Koremblit alguna vez afirmó:"Me interesa una sola cosa: todo". Aún cuando no se definiera a sí mismo como un intelectual humanista, esta frase, pronunciada en diferentes reportajes y escrita en varias de sus páginas, denuncia el espíritu renacentista y la línea humanista que alienta este interés panhumano de Bernardo Ezequiel.

La relación del escritor con la política es una relación polémica. Sobre ella han intervenido y pensado generaciones de escritores a lo largo del siglo XX. Esa relación difícil es precisamente el punto de partida del primer ensayo de Koremblit, que interroga este problema en el escritor Romain Rolland. El mismo lleva como sugestivo subtítulo: "Humanismo, combate y soledad". Quizás sea en el libro "La torre de marfil y la política" donde la tesis "koremblitiana" adquiere su mayor vigor. Allí sostiene que el escritor no tiene que intervenir en política. El compromiso del escritor es con la literatura. A la figura del escritor comprometido opone el compromiso con la literatura. La historia enseña drástica y trágicamente que si el escritor interviene en política es sacrificado.

KOREMBLIT EN RADIO Y TELEVISIÓN

Radio Nacional: "En busca del tiempo literario". 31 años, entre 1962 y 1993.

Era una audición en la que hacía evocaciones de las imborrables obras de la literatura universal y sus amados creadores - Shakspeare, Dante, Dostoievksi, Proust, Thomas Mann, Kafka, Chesterton, Schólem Aleijem, Bashevis Singer, Sarmiento, Martínez Estrada y Borges, entre otros -, y también comentarios y críticas de la actualidad.

El lema de Koremblit en esa audición era: la literatura, el arte y la filosofía es lo único que justifica la existencia del planeta. La verdad es que eso ya lo había dicho Thomas Mann, y Bernardo Ezequiel agregaba irónicamente: "siempre estuve acostumbrado a que me plagien".

En Radio Municipal hacía la audición: "El humor, el honor, el amor" que también tenía su lema: "El humor no nos hará felices, quizás, pero nos compensa de no serlo".

Y en Radio Continental participaba del Programa: "La mujer", de Paloma Efrón, la inolvidable "Blackie", donde Koremblit se ocupaba de la sección literaria. Él colaboraba con esa gran mujer. Solía y sigue comentando "que trabajar junto a ella y con ella, me hacía reconocer que no todas las diosas de la inteligencia habían abandonado la Tierra".

En Canal 7 participaba de un programa unitario: "Los humoristas porteños", años 1955 a 1958. Iban uno por día: Dante Quinterno, Wimpy, Lino Palacio, Landrú, Divito, Garaycochea, Koremblit..

También en Canal 7 de Televisión, participaba en el programa "La mujer", de Blackie entre los años 1972 y 1978. Koremblit se ocupaba de la sección literaria; y en la misma casa hizo "Recuerdo y actualidad del escritor", donde se refería a autores que habían creado obras imperecederas: "Facundo", de Sarmiento; "Don Segundo Sombra" de Guiraldes; "Martín Fierro" de Hernández; "El Aleph" y "El jardín de senderos que se bifurcan", de Borges; "Adán Buenosayres", de Leopoldo Marechal; "Los siete locos", de Roberto Arlt; "La musa de la mala pata", de Nicolás Olivari; y así en adelante con otros clásicos. Era un programa de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).

AFINIDADES Y FILIACIONES.

Bernardo Ezequiel Koremblit puede ser judío en paz aun cuando no observe todos los preceptos. Aquí el parentesco con Borges resulta inocultable. Ambos han hecho del judaísmo una labor especulativa; para ambos, el interés en el judaísmo reside mucho más en lo que hay para pensar en sus inagotables fuentes que en la tradicional observancia de sus rituales.

KOREMBLIT POR SÍ MISMO.

El estilo de Bernardo Ezequiel Koremblit trasciende lo estrictamente literario: es un estilo que envuelve con sutileza su conversación, su pensamiento, su modo de estar y escribir. Aunque quizá no lo trascienda; acaso suceda que su ser literario transforma en literatura todo lo que emerge ante él: el humor, el amor, la amistad, en fin... la vida misma.

Koremblit adora los contrastes, las oposiciones arriesgadas que lindan con la trasgresión, el absurdo y la paradoja.

Cabe mencionar que hace apenas unos meses ha sido publicado por la Universidad CAECE, el libro "Koremblit: pensamiento y lenguaje de un humanista" de Marta Haydée Quadraccia -ensayista y crítica- allí se hallan expuestos muchos signos distintivos de su vida y su obra.

Por ahora, a nuestro querido Ezequiel, le deseamos "Ad mea ke-esrim" (hasta los 100 como a los 20). ¡No somos nosotros los que pondremos límites al Señor del mundo!

"Ko lejai!" - ¡Por la vida!

Número 395
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